La inflación y las tasas verdes acorralan a los vuelos ultrabaratos
► El CEO de Ryanair augura el fin del modelo ‘low cost’ pese al tirón de la demanda tras el Covid. El sector turístico pide acotar la masificación y apostar por los viajes de calidad
Viajar a otro país en avión por 30 euros podría tener los días contados. La espiral inflacionista, las figuras impositivas que sobrevuelan el sector aéreo y las nuevas tendencias medioambientales ponen en entredicho el modelo de bajo coste instaurado desde hace años en el sector aéreo. Tanto, que su máximo exponente ya da por muerto este sistema.
El consejero delegado de Ryanair, Michael O’Leary, aseguró en una entrevista concedida recientemente al ‘Financial Times’ que «la era de los vuelos ‘low cost’ ha terminado». El directivo irlandés abunda en esta idea explicando que el coste de volar es «muy barato» y es «absurdo» que un avión cueste menos que un viaje en tren. Por ello, prevé que en los próximos cinco años los precios del sector aéreo crezcan con fuerza por el precio del queroseno y las exigencias medioambientales.
Lo cierto es que ambos factores ya han presionado al alza los precios en los últimos meses. La propia Ryanair ha subido sus tarifas entre un 7 y un 9% por encima de los niveles de 2019 este verano. En Estados Unidos, los precios subieron un 18% interanual en abril, el mayor alza desde 1963.
Fuentes del sector aéreo recuerdan además que por ahora las coberturas están sosteniendo el coste del queroseno en el balance de las aerolíneas, «pero si el combustible sigue subiendo, esas coberturas serán cada vez más caras e impactarán aún más en los billetes». Es decir, en los próximos meses se puede agudizar esta tendencia alcista de los billetes.
¿Supone esto el fin del modelo de bajo coste? No del todo. Los expertos no se fían de la previsión de O’Leary, quien ya vaticinó el fin de los vuelos de bajo coste si se imponían distancias sociales en los aviones por el coronavirus. Esta misma primavera, además, dijo que su modelo de bajo coste se mantendría inalterado los próximos meses pese a la ola inflacionista.
«Los vuelos baratos no van a desaparecer. Lo que sí puede pasar es que se acaben los vuelos muy baratos», explica el profesor de EAE Business School y experto en el sector aéreo Romà Andreu.
En su opinión, los trayectos de bajo coste pueden obtener un gran impulso en los próximos meses por el incremento del coste de la vida.
«Las compañías ‘low cost’ tienen un modelo distinto a las ‘legacy’, porque abren y cierran rutas de forma mucho más dinámica. Se fijan en otros factores además de la demanda, una flexibilidad que puede ser positiva en épocas de subidas de precios», abunda Andreu. En su opinión, si bien los precios están subiendo en las compañías de bajo coste, donde más se nota el incremento de los precios es en trayectos de largo radio y compañías aéreas que han huido en los últimos años del modelo de bajo coste.
En el lado de las grandes aerolíneas aseguran que los precios fluctúan, sobre todo, en función de la oferta y la demanda. Y recuerdan que durante la pandemia, cuando la demanda languidecía, las compañías aéreas tiraron los precios para estimular las ventas. Ahora, en cambio, las ganas de viajar tras superar el coronavirus están espoleando de nuevo el coste de los billetes de avión.
Más allá del juego entre oferta y demanda, las compañías aéreas señalan a las nuevas figuras medioambientales como un factor que encarecería notablemente los billetes de avión. Bruselas discute en estos momentos un amplio paquete regulatorio contra el cambio climático que contempla medidas como una tasa sobre el queroseno o un nuevo impuesto sobre los billetes de avión. En España también se ha abierto el debate sobre estas figuras impositivas.
Las aerolíneas están haciendo presión para evitar que estas figuras se aprueben finalmente en Bruselas. Y consideran que tendría un impacto económico que trascendería al sector aéreo. El propio O’Leary destacó en la entrevista con ‘Financial Times’ que estos nuevos impuestos darían la puntilla a su modelo de bajo coste.
Nuevo modelo
Pero lo cierto es que las tasas verdes son solo el germen de la transformación, no solo del modelo de negocio de las aerolíneas, sino del turístico en su conjunto. La pandemia ha sido el punto de inflexión para acotar las líneas de futuro del sector: acabar con el turismo masivo y apostar por los viajes sostenibles y de calidad. « La sostenibilidad en el turismo no es una opción; es una obligación y los modelos ‘low cost’ no son sostenibles ni social ni laboralmente, como muestran las huelgas actuales de las aerolíneas y las que año tras año se producen por los sueldos bajos y las malas condiciones laborales», opina María Sánchez de Mora, profesora de la Universidad Europea y experta en turismo.
Para Sánchez de Mora, modelos como el de Ryanair se han desarrollado con éxito, pero a costa del sostenimiento social y económico. Aunque reconoce que ha sido una «revolución» en la democratización de los viajes, cree que tras varias décadas de turismo masificado, es hora de promover un modelo diferente al de bajo coste por el bien del futuro del sector. «No hay que repetir errores y que se levanten movimientos contra el turismo como el que hemos visto recientemente en Barcelona. Ciudades como Venecia ya se están moviendo en pro de frenar la masificación cobrando por visitarla. No hay otra opción, no podemos cargarnos las ciudades y su patrimonio», abunda esta experta.
Para el director general de Turium, Germán Jiménez , el debate es el mismo. Las aerolíneas de bajo coste han ayudado a que personas de todas clases sociales se puedan permitir viajar a otros países, pero también «han propulsado fenómenos como la gentrificación y el descontrol de los flujos turísticos». Jiménez cree que en los próximos años las subidas tarifarias de las compañías aéreas van a tener un impacto a la baja en el volumen de gente que se va a mover por el mundo.
Algo que valora de manera positiva, porque abre la veda a la llegada de turismo de mayor calidad y ahí es donde piensa que potencias turísticas como España deben poner el foco. «Tenemos que pasar de la obsesión de ganar turismo en volumen y centrarnos en los países que son focos emisores de viajes de calidad. Hasta ahora hemos sido líderes en competitividad, pero serlo no significa ser rentables; otros países reciben muchos menos turistas que nosotros y facturan más», apostilla Jiménez.
Más cautos se muestran desde la Mesa del Turismo. «No podemos considerar que la gente que viene en estos aviones no apuestan por estancias de lujo. Hay quien vuela en líneas de bajo coste y luego se alojan en hoteles de cinco estrellas», describe el secretario general de la patronal, Carlos Abella, que pone el foco en «eliminar el turismo de borrachera». Con la renovación del sector tras la pandemia, los viajes baratos han quedado en el disparadero.