ABC (1ª Edición)

Corales negros sobrevivie­ron intactos al volcán de La Palma

► Superaron el choque térmico de la lava y la acumulació­n de ceniza en unas condicione­s de vida casi imposibles

- LAURA BAUTISTA

El volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma, que se abrió en Cabeza de Vaca el 19 de septiembre, llegó al mar la noche del 28 amenazando en su destructiv­o camino a una biodiversi­dad marina rica y única. Aunque los expertos apenas tenían esperanzas en encontrar a ningún ser vivo u organismo supervivie­nte a la furia del volcán, una especie logró romper el negro pronóstico de la lava.

Una expedición hasta las coladas sumergidas de la isla de La Palma ha mostrado una resilienci­a sin igual en la zona de la playa de El Perdido, en el municipio de Tazacorte. Los conocidos como los corales negros (Antipathel­la wollastoni) lograron mantenerse a pesar de los metros cúbicos de lava incandesce­nte. «Sabíamos que era una especie resistente pero esto nos ha sorprendid­o», asegura el técnico del Servicio de Biodiversi­dad del Gobierno de Canarias, Rogelio Herrera.

Él y su equipo han logrado comprobar cómo los corales negros lograron sobrevivir no solo a la lava, sino al cambio de temperatur­a del agua cercana a la colada, a las modificaci­ones de las condicione­s químicas y a la caída constante de ceniza, que sepultó también otras comunidade­s bajo el mar. En cambio, estas de más profundida­d «pudieron resistir mejor» y han demostrado una capacidad de resistenci­a que se desconocía hasta el momento.

Estos corales son los protagonis­tas de uno de los ecosistema­s más ricos de Canarias, aunque hasta hace tres décadas no eran ni siquiera conocidos. Habitan las aguas de La Palma en la zona mesofótica, es decir, aquella en torno a los 40-50 metros de profundida­d. A este hábitat solo llega una luz muy tenue y en ella los corales comparten hogar con numerosas especies de invertebra­dos.

Los corales negros son una de las especies caracterís­tica de los archipiéla­gos de la Macaronesi­a (Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde) y su importanci­a es clave. A diferencia de las aguas tropicales, los arrecifes de corales canarios no están en la superficie sino en estas zonas de penumbra, y son bioconstru­ctores, sirven de hábitat a otras especies. A su resguardo proliferan un gran número de especies de invertebra­dos y algas con capacidad para captar la luz a estas profundida­des.

Rogelio Herrera estudia estos singulares organismos desde hace años y este verano estará junto a su equipo cartografi­ando las poblacione­s del archipiéla­go. A su paso por La Palma se ha vuelto a sorprender con la capacidad que tiene esta especie, una de las más importante­s de estos jardines marinos de Canarias. Los corales negros destacan por su gran adaptación al medio y al cambio climático, virtud que les han permitido evadir también el daño de las redes y anzuelos de la actividad pesquera y otros fenómenos naturales extremos.

Agua a 51 grados

Los corales negros han demostrado resilienci­a a prácticame­nte todo. Las coladas de lava sepultaron parte de estos ecosistema­s y rodearon otros, que a pesar de las dificultad­es «mantienen el sustrato original previo a la erupción, con el coral intacto», celebra Herrera. Esto significa algo sorprenden­te y apasionant­e, y es que esta especie pudo sobrevivir incluso cuando las condicione­s de vida se habían vuelto, de un día para otro, extremadam­ente complicada­s.

Los fondos marinos tuvieron que enfrentars­e al choque térmico de la colada de lava, que avanzaba imparable a unos 800 grados centígrado­s, frente a los 24 grados del mar. Esto llevó a que el agua que rodeaba la fajana, unos 200 metros en torno a los deltas lávicos, elevase su temperatur­a hasta los 51 grados, según los registros realizados entonces por el Instituto Español de Oceanograf­ía (IEO). No solo ha sido eso, recalca Herrera a ABC. Superada la llegada de la lava, también la sedimentac­ión de las cenizas y la turbidez del agua por la deposición de piroclasto­s fueron una gran amenaza.

Un fondo «espectacul­ar»

El equipo de investigac­ión del Servicio de Biodiversi­dad Marina de la consejería de Transición Ecológica se ha valido de la infraestru­ctura de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) para conseguir imágenes del nuevo fondo marino, que Rogelio Herrera define como «un hábitat completame­nte nuevo» y «un fondo espectacul­ar». La lava ha creado «formas caprichosa­s y nuevas en un paisaje totalmente nuevo y sin cobertura».

Con el tiempo, detalla, llegarán los procesos de colonizaci­ón y los organismos irán repoblando estas coladas nuevas. Gracias a las inmersione­s se podrá «analizar esta fase, cómo se mantienen las comunidade­s originales que han resistido y cómo se forma y se va poblando aquellos que fueron afectados» por las consecuenc­ias del volcán. Este verano y con vistas a final de año, este equipo podrá determinar «cuánto tarda en crecer un bosque de coral, cómo se mantienen las zonas agredidas por las lavas y ver cómo se recuperan» del daño.

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// ROGELIO HERRERA El equipo estudia las fajanas y la biodiversi­dad que las coloniza
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// ROGELIO HERRERA Muestra de corales negros y las fajanas del volcán

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