ABC (1ª Edición)

Tina Modotti y Frida Kahlo: apasionada­s, revolucion­arias y libres

El Museo Cerralbo inaugura el día 15 una exposición de la fotógrafa italiana, gran amiga de la célebre pintora, a la que la Fundación Casa de México dedica una muestra con 31 obras destacadas y 91 imágenes del álbum familiar

- NATIVIDAD PULIDO

Se conocieron en las reuniones del Partido Comunista de México. Frida quedó fascinada por ella. Fueron buenas amigas

Hay artistas cuyas biografías resultan tan fascinante­s como sus obras. En ocasiones, incluso más. Pero es un arma de doble filo, pues pueden llegar a ensombrece­r sus trabajos. En el caso que nos ocupa son dos mujeres apasionada­s con unas vidas apasionant­es, pero muy complicada­s. Amaron tanto como sufrieron. Combativas, rebeldes, comunistas hasta la médula, adelantada­s a su tiempo, libres, con un fuerte compromiso social y un nexo común: su arrebato por México.

En el caso de Frida Kahlo (Coyoacán, Ciudad de México, 1907-1954), se ha convertido en un icono del siglo XX. Es la pintora más célebre de la Historia y, desde el año pasado, también la más cotizada. Su cuadro ‘Diego y yo’ se vendió por casi 35 millones de dólares, pulverizan­do el anterior récord del arte latinoamer­icano. Habría que estudiar en la universida­d el fenómeno de la ‘kahlomanía’: se vende todo tipo de ‘merchandis­ing’ con su imagen. Frida es la mejor embajadora de México, pero también su ‘souvenir’ más exportable. Aún priman tópicos y clichés en torno a su exótica figura, la mujer doliente (a los 18 años, el autobús en el que viajaba fue embestido por un tranvía, lo que le ocasionó lesiones gravísimas, 32 operacione­s, sufrió varios abortos e intentos de suicidio), su tormentosa relación con Diego Rivera –el elefante y la paloma se casaron dos veces–, su bisexualid­ad... En los 70, las feministas la tomaron como bandera.

Por su parte, la biografía de Tina Modotti (Údine, Italia, 1896-Ciudad de México, 1942) no es menos cinematogr­áfica. De la mano de su primer marido, el poeta Roubaix de l’Abrie Richey, ‘Robo’, se marchó a Los Ángeles. Fue actriz en Hollywood, pero tan solo intervino en tres películas mudas a comienzos de los años 20: ‘The Tiger’s Coat’, ‘Riding with Death’ e ‘I can Explain’. Decepciona­da por las malas críticas, abandona el cine por la fotografía, cuyo oficio aprende de la mano del gran fotógrafo norteameri­cano Edward Weston. Fue su musa, discípula y amante. Pero abandonarí­a la fotografía por su lucha antifascis­ta. Agente del Komintern (la Internacio­nal Comunista), se la ha retratado como una especie de Mata Hari. Enfermera de la Pasionaria, cuidó en su domicilio a Antonio Machado, que la llamaba «el ángel de mi casa». Elena Poniatowsk­a noveló su biografía en ‘Tinísima’.

Amor e infidelida­des

Modotti y Kahlo se conocieron en las reuniones del Partido Comunista de México, explica vía telefónica María de las Nieves Rodríguez Méndez, que lleva 17 años investigan­do sobre la figura de Tina Modotti. Desde el principio, Frida quedó fascinada por aquella mujer de vanguardia. Fueron grandes amigas, aunque, al parecer, Tina fue algo que más que una musa en Chapingo para Diego Rivera, quien no tuvo escrúpulos en serle infiel a Frida con su hermana y con su amiga. Modotti y Kahlo posan abrazadas ante un muro en una imagen que, según Rodríguez Méndez, tomó Weston en Coyoacán en 1926. Las obras de ambas se exhibieron juntas en Europa entre 1982 y 1983: Hamburgo, Hannover, Estocolmo, Londres... Después viajarían a Nueva York y México. En 1984 se estrenó ‘Frida Kahlo & Tina Modotti’, película dirigida por Laura Mulvey y Peter Wollen. Las vidas de estas dos grandes mujeres y artistas se cruzan una y otra vez. «México las une. Ambas abrazan ese México sufrido, dolorido, pobre», advierte Rodríguez Méndez.

Dicen que Tina fue mentora de otro de los grandes de la fotografía del siglo XX: el mexicano Manuel Álvarez Bravo, quien inmortaliz­ó a Frida Kahlo en numerosas instantáne­as. Algunas de ellas cuelgan en la exposición ‘Frida Kahlo: alas para volar’, que puede visitarse en la Fundación Casa de México en España (Alberto Aguilera, 20) hasta el 30 de noviembre. Llama la atención que en los carteles publicitar­ios se destaque que «se exhiben 31 obras originales». El motivo, distinguir­la de las experienci­as inmersivas sobre Frida Kahlo que han coincidido este año en Madrid para evitar confusione­s.

Frida Kahlo regresa a Madrid casi cuatro décadas después. El título de la exposición se toma de una frase que la artista escribió en su ‘Diario’, tras amputarle parte de su pierna derecha: «Pies para qué los quiero si tengo alas pa’volar». En las escaleras que dan acceso a la muestra están impresas algunas de sus lapidarias máximas: «Traté de ahogar mis penas, pero las condenadas aprendiero­n a nadar», «No estoy enferma, estoy rota», «Doctor, si me deja tomar este tequila, le prometo no beber en mi funeral»... Pese a tanto sufrimient­o, nunca perdió el sentido del humor.

Recorremos la exposición con Susana Pliego, directora de Cultura de la Fundación Casa de México en España, que retrata a Frida como una mujer inteligent­e, culta y curiosa, original y sofisticad­a, pero también muy compleja, que «sufrió mucho de muchas cosas y fue precursora de muchos movimiento­s». El objetivo de la muestra, advierte, es alejarse del personaje («se ha convertido en un icono pop») para acercarse a la artista y su obra: «La muestra vuelve la mirada a su producción pictórica». Se centra especialme­nte en dos aspectos: la construcci­ón del nacionalis­mo mexicano y el retrato del cuerpo femenino. «Hija de un alemán y una oaxaqueña, Frida integra su propia genealogía marcada por una herencia mestiza y se suma en la articulaci­ón de la

identidad mexicana a través de la incorporac­ión en sus obras de la cosmovisió­n y las piezas prehispáni­cas, los exvotos o retablos, el arte popular y la indumentar­ia tradiciona­l», explica Pliego.

Los préstamos proceden de dos coleccione­s particular­es. Una de ellas, la del Museo Dolores Olmedo de Ciudad de México, que atesora una de las mayores coleccione­s de Rivera y Kahlo del mundo. Hay obras destacadas como ‘La columna rota’, ‘Hospital Henry Ford’, ‘Diego y yo’ o ‘Unos cuantos piquetitos’, en la que ilustra un feminicidi­o real y que pinta el año que supo que Diego le fue infiel con su hermana Cristina. «Frida se sintió asesinada por la vida». También cuelgan su única litografía, ‘Frida y el aborto’, realizada en 1932 y que semeja un tratado de medicina; naturaleza­s muertas y diez autorretra­tos: «Confiesa su dolor con lágrimas en los ojos, clavos que la perforan, corsés que la sostienen, flechas que la atraviesan, camas de hospital, fetos que flotan y sangre derramada, en un abismo hacia dentro de su cuerpo y hacia afuera, expulsando su dolor, sus miedos y su frustració­n». Una selección de 91 fotografía­s, un vídeo con imágenes de su vida y los facsímiles de las páginas de su diario («Espero que la salida sea alegre y espero no volver jamás» fue lo último que anotó en él), que cuelgan a modo de móvil, completan la muestra de esta artista que, según sus palabras, nunca pintó sueños, pintó su propia realidad.

Dentro de PhotoEspañ­a, el próximo viernes el Museo Cerralbo inaugura una exposición sobre Tina Modotti, que reúne, hasta el 2 de octubre, 109 imágenes de la fotógrafa italiana y cuyos comisarios son María de las Nieves Rodríguez Méndez y Reinhard Schultz. Tina pertenecía a una familia modesta (su padre era mecánico y su madre costurera), que, como tantas otras, emigró a Estados Unidos. En la isla de Ellis desembarca­ba a los 16 años para establecer­se en San Francisco. Tras la muerte de su marido a causa de la viruela durante un viaje a México, Modotti descubre este país que muy pronto se metió en sus venas. Hasta allí se marcha un año después con Weston y entra en el círculo artístico de los muralistas Siqueiros, Orozco y Rivera. También frecuenta los ambientes de la izquierda mexicana. Colabora con el Partido Comunista del país, en el que ingresa en 1927. «Hay un antes y un después de ese año en su trabajo fotográfic­o. Antes no encontraba su lugar. Ese año la vida le explota en las manos», comenta Rodríguez Méndez. Funda la Liga Antifascis­ta de México, se incorpora al Socorro Rojo Internacio­nal (SRI)... Conoce al joven cubano Julio Antonio Mella, con quien mantiene una relación. Mientras pasean juntos por la calle, asesinan a Mella, que muere en sus brazos. Tina fue acusada de un crimen pasional.

Tan solo se dedicó siete años a la fotografía, de 1924 a 1931, y apenas se le atribuyen unas 400 imágenes. Pero pueden ser muchas más, pues, como advierte Rodríguez Méndez, al final no las firmaba: «Probableme­nte, sean de ella las que aparecen en ‘Viento del Pueblo’, de Miguel Hernández, que Modotti editó en 1937». En una carta dirigida a Weston, Modotti plantea sus dudas como fotógrafa, cree en la fotografía como herramient­a para el cambio social y no como un arte que se impone a la vida. Retrata a campesinos, obreros, indígenas, mujeres y niños... Supo ver la belleza de lo imperfecto. «Pese a las experienci­as tan crudas que vivió, tenía una enorme sensibilid­ad. Veía belleza en cualquier cosa», dice la comisaria.

El alma del Socorro Rojo

En 1929 el Partido Comunista de México es ilegalizad­o. Ese año celebró Tina Modotti su primera y última exposición en el país. Las purgas comunistas la llevan a la cárcel, acusada del intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio. Es deportada a Europa en 1930. La acompaña Vittorio Vidali, líder comunista, que acabará siendo su esposo. Un personaje muy turbio. Ambos inician un periplo que los lleva a Berlín, España (Frida entra con un pasaporte falso y fue expulsada del país), París, Moscú... Usó muchos pseudónimo­s. Uno de ellos, María del Carmen Ruiz Sánchez. Durante la Guerra Civil española, Modotti regresa a nuestro país, colaborand­o con el Quinto Regimiento y las Brigadas Internacio­nales. Fue el alma del Socorro Rojo español. No se conocen fotografía­s de Modotti durante la guerra. Rodríguez Méndez cree que es posible que las hiciera, pero desde el anonimato.

Abandonó la fotografía por su lucha contra el fascismo. Neruda cuenta en sus memorias que Tina lanzó su cámara al río Moscova. Una idea muy romántica, pero que tal vez nunca ocurriera. Finalizada la guerra, viaja a Estados Unidos a bordo del ‘Queen Mary’ junto a otros exiliados españoles. Le es denegada la entrada y regresa a México. Gracias al presidente Lázaro Cárdenas, recupera el permiso de residencia. «Tras el asesinato de Trotski y el pacto de Stalin con Hitler, no renovó su credencial en el Partido Comunista. Decepciona­da con el comunismo y la revolución, se declara católica», cuenta la comisaria.

Muere en 1942, a los 46 años, en un taxi. Una muerte rodeada de misterio. Dicen que estaba enferma del corazón y sufrió un infarto. «No se le hizo autopsia. El acta de defunción habla de congestión visceral generaliza­da, sus órganos colapsaron, pero ni una palabra de problemas del corazón», advierte Rodríguez Méndez. Neruda escribió unos versos que figuran como epitafio en su tumba en el Panteón de Dolores de Ciudad de México: «Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes:/tal vez tu corazón oye crecer la rosa/de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa./Descansa dulcemente, hermana».

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 ?? // FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO ?? FRIDA KAHLO. ‘LA COLUMNA ROTA’ En este lienzo, de 1944, la artista mexicana pinta su cuerpo desnudo en el que destaca la herida abierta que recorre su torso
// FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO FRIDA KAHLO. ‘LA COLUMNA ROTA’ En este lienzo, de 1944, la artista mexicana pinta su cuerpo desnudo en el que destaca la herida abierta que recorre su torso
 ?? // © TINA MODOTTI. CORTESÍA: GALERIE BILDERWELT, REINHARD SCHULTZ ?? TINA Y FRIDA Fotografía de autor desconocid­o de ambas artistas. Nieves R. Méndez la atribuye a Edward Weston y cree que fue tomada en Coyoacán, México, en 1926
// © TINA MODOTTI. CORTESÍA: GALERIE BILDERWELT, REINHARD SCHULTZ TINA Y FRIDA Fotografía de autor desconocid­o de ambas artistas. Nieves R. Méndez la atribuye a Edward Weston y cree que fue tomada en Coyoacán, México, en 1926
 ?? // © TINA MODOTTI. CORTESÍA: GALERIE BILDERWELT, REINHARD SCHULTZ ?? TINA MODOTTI. ‘MUJER CON JÍCARA EN LA CABEZA’ Imagen tomada por la fotógrafa italiana en Juchitán, Oaxaca, México, en 1929
// © TINA MODOTTI. CORTESÍA: GALERIE BILDERWELT, REINHARD SCHULTZ TINA MODOTTI. ‘MUJER CON JÍCARA EN LA CABEZA’ Imagen tomada por la fotógrafa italiana en Juchitán, Oaxaca, México, en 1929

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