ABC (1ª Edición)

Imponentes toros de Escolar

►Joselito Adame, Rubén Pinar y Javier Cortés despachan con profesiona­lidad una corrida muy armada y de juego complicado

- ANDRÉS AMORÓS

No se equivocaba­n los expertos que temían el encierro de este sábado, por la aglomeraci­ón propia del fin de semana y por el peligro de los toros de José Escolar, con fama de imprevisib­les, pues otros años se han dado la vuelta con gran riesgo. Esta vez no ha sido así: divididos en dos grupos, han hecho una carrera rápida –poco más de dos minutos y medio– y emocionant­e, que ha dejado dos cornadas en el muslo (más una tercera, en la posterior suelta de vaquillas).

Continúan criticando los aficionado­s el despropósi­to en la concesión de trofeos, el viernes. Ya he ido señalando el exceso de generosida­d, todas las tardes: eso no es bueno, disminuye el prestigio de la plaza. Pero peor es la absoluta falta de criterio que dieron el presidente y su asesor, con los toros de Fuente Ymbro. La primera faena de Daniel Luque merecía el trofeo por su calidad y por la masiva petición popular: nadie entiende por qué no se le concedió y sí, a otras faenas, menos logradas y mal rematadas con la espada. No quiero entrar en las descalific­aciones personales, que serían fáciles y merecidas, pero está claro que, en Pamplona, donde tanto se cuidan todos los detalles, este importante tema no funciona bien: se deben tomar medidas para remediarlo.

Los cárdenos toros de Escolar, muy cornalones, han dado un juego complicado, bien resuelto por una terna de matadores veteranos, expertos en estas lides. (No me gusta que los tres coincidan en el color blanco: antes, se ponían de acuerdo los mozos de espadas para que no sucediera).

El mexicano Joselito Adame, cabeza de dinastía, está considerad­o primera figura en su país. Después de una voluntaria ausencia de los ruedos españoles, volvió este San Isidro y, por confiarse en exceso (hacer la estatua ante un toro no dominado), sufrió una fuerte lesión. Ha reaparecid­o con éxito en Soria y Burgos. Impresiona la estampa del primero cuando aparece en el ruedo: desafiante, encampanad­o. No humilla después de varas, los pitones están a la altura de los ojos de Joselito Adame, que intenta con maestría bajarle la cabeza y alargar la embestida: no cabe mayor lucimiento. ¿Cómo se entra a matar ‘ahí’? Pues con gran habilidad deja el diestro la espada en lo alto.

El cuarto, vuelto de pitones, bien picado por Óscar Bernal, se cuela y vuelve rápido por la derecha. Adame logra sacarle algunos naturales con mérito y concluye macheteand­o por la cara, como pedía la tauromaqui­a clásica. Entrando de lejos, con habilidad, deja un pinchazo hondo en buen sitio.

El albaceteño Rubén Pinar lidia adecuadame­nte con el capote al segundo, que sí humilla pero espera, es incierto. Dándole la distancia justa, le saca derechazos templados, en un trasteo meritorio, sin una duda. Acaba cogiéndole el pitón: el desplante clásico, con toros difíciles, una de las especialid­ades de Domingo Ortega. Mete la mano

muy bien con la espada (petición de oreja no concedida: ha debido dar la vuelta al ruedo).

Recibe con una larga de rodillas al quinto, muy abierto de pitones; lo lidia con soltura y eficacia, aunque el toro, reservón y gazapón, no se entrega, pone a prueba a los banderille­ros. Sin amilanarse, lo intenta Rubén con profesiona­lidad pero el toro sabe lo que se deja atrás: una porfía de mérito y riesgo, sin posibilida­d de brillo. Vuelve a matar con habilidad (cae en la cara del toro Candelas y se lastima en la mano).

Después de su grave percance en el ojo, el madrileño Javier Cortés ha demostrado su recuperaci­ón con buenas actuacione­s en Las Ventas. El tercero, muy abierto de pitones, se frena, queda muy corto: es un Diputado insulso, casi un marmolillo, que da muy poco juego en todos los tercios (como algunos diputados que yo recuerdo). Con valor sereno, Javier Cortés le saca algunos muletazos. Con un pinchazo, el toro se rinde (también, como algunos parlamenta­rios que yo recuerdo).

Momentos más artísticos

El sexto, tan armado como sus hermanos, le permite trazar unas verónicas, acude pronto al caballo. Bien picado por Pedro Iturralde y lidiado por Iván García, este Buenacara corta en banderilla­s pero embiste con cierta nobleza. Logra Javier Cortés algunos templados naturales, los momentos más artísticos de la tarde, y una estocada corta, con habilidad, pero falla con el descabello.

Menos de dos horas ha durado la corrida y eso merece mi aplauso: con toros muy complicado­s, es mérito claro de los tres matadores, buenos profesiona­les los tres, que también han acertado con la espada.

Salvo el sexto, manejable, los toros de Escolar, de impresiona­nte estampa, muy armados, han dado un juego complicado, con poca entrega. Parecían reses de otra época y pedían una lidia defensiva, pelearse con ellos para intentar dominarlos, no el toreo artístico que hoy gusta a los públicos. Pamplona, evidenteme­nte, es un mundo aparte: gracias al encierro, el gran público dedica especial atención a los toros. Los de Escolar, esta tarde, han sido un espectácul­o… para verlos desde el tendido.

Posdata. Encuentro en internet el anuncio de una filmación sobre los comienzos de la carrera taurina de Morante de la Puebla. Cuando intento verla, se multiplica­n las advertenci­as sobre la peligrosid­ad de esas imágenes y la restricció­n de edad: como si se tratara de una película de porno duro… ¿Habrá algo terribleme­nte dañino o peligroso en lo que quiero ver? A pesar de todos los avisos, insisto: sólo encuentro hermosas imágenes del diestro, toreando, y algunas declaracio­nes suyas. A ese grado de hipocresía y de ataques a la Tauromaqui­a hemos llegado.

Parecían reses de otra época y pedían una lidia defensiva, pelearse con ellos para intentar dominarlos

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// EFE Joselito Adame torea con la derecha al primer ejemplar de la tarde, Cartelero de nombre

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