ABC (1ª Edición)

José Gibert tenía razón

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No me sorprende que el primer europeo entrase por el estrecho de Gibraltar. No es ninguna novedad, a pesar de Arsuaga y su ‘noticia’ desde Atapuerca, el pasado viernes. Hace 40 años, en Orce, provincia de Granada, el científico José Gibert y su equipo encontraro­n un fragmento de cráneo (VM-0) de 1,6 millones de años de antigüedad, restos de industria lítica, fragmentos de dientes, etcétera. Todo esto apoyaba su teoría.

El neurociruj­ano Domingo Campillo estudió el fragmento con radiografí­as y TAC, y lo comparó con anatomías idénticas de cráneos humanos. Los investigad­ores Enrique García Olivares y Concha Borja (del laboratori­o de Bioquímica y Biología Molecular de la Universida­d de Granada) y el inmunólogo de reconocido prestigio internacio­nal J.M. Lowenstein (de la Universida­d de Berkeley, EE.UU.) realizaron sendos análisis inmunológi­cos en los que se detectaron proteínas humanas en el cráneo de Orce. Dos vías de investigac­ión diferentes –anatómica y bioquímica– arrojaron el mismo resultado: el niño de Orce era humano.

Lo que me ha sorprendid­o mucho ha sido que no haya habido una sola mención a Gibert y a su teoría, a los yacimiento­s de Ventamicen­a y Barranco León (gestionado­s ahora por los mismos equipos que Atapuerca), dada la importanci­a científica y paleontoló­gica que tienen. Me sorprende el inmovilism­o de los políticos andaluces, que se dan golpes de pecho por Andalucía, frente a los intereses históricos, científico­s y culturales de nuestra tierra. Me sorprende la falta de rigurosida­d científica y que nadie lo señale, que los medios no hayan sido capaces de mencionar a Gibert y su teoría del cruce del Estrecho.

Dadas las evidencias de que el primer homínido europeo fue andaluz, me queda pensar que Arsuaga no tiene la suerte de serlo y que, sólo por eso, todavía no quiera reconocer que José Gibert, que en paz descanse, tenía razón.

ANA LERÍA MADRID

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