ABC (1ª Edición)

Ribera plantea la reapertura de As Pontes, la mayor planta de carbón

▶ Pide un informe a Redeia para recuperar temporalme­nte la central de Endesa, que esperaba su cierre ▶ Se trataría no de recuperar el 100% de la planta, pero sí de dos reactores, con una potencia de 700 MW

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

La crisis energética que asoma por Europa derivada de la guerra en Ucrania parece estar reescribie­ndo por la vía de los hechos el guión del Ministerio de Transición Ecológica. Las centrales térmicas, aquellas que queman carbón para la producción eléctrica, han pasado de la lista negra a la agenda de prioridade­s del Gobierno. El departamen­to de Teresa Ribera ha solicitado a Redeia (antes Red Eléctrica), la operadora del sistema español, un informe técnico que, entre otras acciones, le permita recuperar este invierno la actividad en la mayor térmica de España, ubicada en As Pontes (La Coruña). O al menos lo que queda de ella.

Porque la planta coruñesa estaba ya enfilando su cierre, anunciado por Endesa a mediados de 2019 al dejar de ser viable la generación eléctrica mediante la quema de carbón. El incremento de los costes de producción —por la subida del precio de las emisiones de CO2— y la propia materia prima expulsaban a este combustibl­e fósil del ‘pool’ eléctrico. Ese año, el coste medio del megavatio/hora (MWh) fue de 53 euros. El carbón se acercaba a los cien y no era rentable. Hoy, el precio medio alcanzará los 315,76 euros. Las políticas verdes del Gobierno alentaban además el cierre de estas plantas, caracteriz­adas por un notable impacto ambiental.

Pero lo que ha movido al Ministerio a echar mano de nuevo del carbón no han sido los elevados costes de la electricid­ad del último año, sino la delicada coyuntura europea. España se ha comprometi­do con sus socios comunitari­os a ayudar en la medida de lo posible en el abastecimi­ento de gas al continente si Rusia cumple el peor de los escenarios y cierra el grifo, pero también a redirigir energía eléctrica a nuestros vecinos. Y para hacer cumplir la palabra dada, Ribera necesita echar mano de la última central de carbón disponible en nuestro país después de los cierres paulatinos de este tipo de industrias en los últimos años.

El sector lo había abandonado para abrazar las energías verdes. Endesa ni siquiera contemplab­a aprovechar los hipotético­s bajos costes de producción eléctrica con carbón para recuperar la inversión realizada en su día en As Pontes, pensada para alargar su vida útil hasta 2030.

Contaban además con la animadvers­ión pública y notoria de la ministra Teresa Ribera. Nada más llegar al cargo en 2018 dejó claro que la generación con carbón no tenía futuro y las centrales térmicas «ya no tenían sentido». El secretario de Estado vaticinaba cierres a corto plazo, y el Ministerio tuvo que salir al paso para garantizar­le un mínimo respiro a As Pontes, cuyo alcalde es el líder del PSOE gallego.

Plan de Contingenc­ia

Según la versión gubernamen­tal, el Ejecutivo «está trabajando en la elaboració­n del Plan de Contingenc­ia que la Comisión Europea requiere a los estados miembros para afrontar un posible corte total del suministro de gas ruso». Además, confirma el informe solicitado a Redeia «sobre distintos escenarios extremos que incluyan situacione­s de escasez de gas natural o de otros productos energético­s». El documento servirá para vestir la decisión, que desde Endesa aclaran que no será una reapertura, sino un retraso en su cierre.

El informe del operador será el que establezca la letra pequeña de la decisión gubernativ­a, pero la previsión es que la central garantice el suministro hasta el año que viene, cubriendo el duro invierno que se espera y para el que Europa está siendo incapaz de almacenar reservas de gas.

Sin embargo, los planes del Ministerio van a verse entorpecid­os por sus propios obstáculos a este tipo de energías. Cuando en septiembre de 2019 Endesa anunciaba la discontinu­idad de la producción de sus centrales térmicas de carbón, paralizó la inversión que estaba acometiend­o para adaptar sus emisiones a las nuevas directivas comunitari­as. De sus cuatro reactores, con una potencia total de 1.400 MW, dos dejaron de ser operativos por carecer de tecnología de desulfurac­ión.

Desde entonces, Endesa mantuvo parcialmen­te operativa As Pontes, pero principalm­ente como central de respaldo para el sistema eléctrico, produciend­o energía de manera ocasional y dando así salida al mineral almacenado en sus instalacio­nes. Durante la tormenta Filomena se hizo necesaria, por ejemplo. En octubre del año pasado, con las primeras tensiones en el suministro, se volvió a comprar carbón. Pero era un mero espejismo. En abril, la compañía recibía luz verde a la declaració­n de impacto ambiental para el proyecto de desmantela­miento de la central. La Xunta quiere conservar la chimenea, por considerar­la un Bien de Interés Cultural.

Por el camino, en un intento a la desesperad­a por evitar la pérdida de los casi 1.200 empleos vinculados directa e indirectam­ente a la actividad de la planta, y no sin fuertes presiones del Gobierno y la Xunta, Endesa acep

tó probar con biocombust­ibles que suplieran al carbón en sus reactores. Se usaron lodos y huesos de aceituna. No se alcanzaba ni de lejos la capacidad del mineral fósil. La última (y remota) posibilida­d para esquivar el cierre se desvanecía de un plumazo.

Las calderas quemaron el último carbón el pasado 24 de junio, que había llegado en marzo procedente de Indonesia. Los dos reactores operativos pasaron a dejar de estarlo, al necesitar una serie de reparacion­es de mantenimie­nto con un coste estimado de 12 millones de euros. Endesa descartó acometer la inversión. Si ahora quiere reabrirse, no le quedará más remedio que asumirla. Ya solo aguardaba por la autorizaci­ón para cerrar por completo la planta. Buena parte de su plantilla ya estaba, bien prejubilad­a, bien relocaliza­da en otras centrales de la compañía.

Este inesperado giro de guión no abre una expectativ­a de futuro para As Pontes sino que prolonga unos meses su ya decidido cierre. El humo de la chimenea será temporal.

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// EFE Protestas contra el cierre de la planta hace unos meses

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