Nueve negritos
Mientras Draghi hace mutis, nuestro negrito se mantiene en la poltrona
SE suma Draghi a la lista de presidentes escapistas que, conscientes de haber entregado sus naciones a lo que Foxá llamaba la «política del boomerang», dimiten antes de la llegada del General Invierno. Tras las dimisiones de Johnson y Draghi se sucederán otras, hasta que la política europea se asemeje a aquella celebrada novela de Agatha Christie, ‘Diez negritos’. Pero esta vez serán nueve, porque uno de esos alfeñiques ni siquiera se planteará dimitir, sabiendo que cuenta con un pueblo convertido en piara, que se refocila en la pocilga de los derechos de bragueta y se enzarza gozosamente en sus rencillas cainitas, a poco que se le arroje la gallofa de una ley que azuce su resentimiento.
Me ha sobrecogido que, ante una oposición fofa e inoperante, el doctor Sánchez haya proclamado su disposición a gravar con un impuesto especial a compañías que actúan en régimen de oligopolio (eléctricas, petroleras, bancos), con el fin de recaudar 3.500 millones de euros anuales durante el próximo bienio. Habría que comenzar por señalar que tal cifra es ínfima, comparada con el mastodóntico déficit público español (propio de una economía quebrada a la que sólo sostiene la ficción del dinero que se imprime como los cromos y pierde valor a chorros). Pero sobrecoge, sobre todo, que nadie entre la legión de asesores opíparamente remunerados que coleccionan en Moncloa, haya advertido que, cuando las empresas en posición de dominio son castigadas con impuestos sobrevenidos, los repercuten automáticamente sobre su clientela. Sólo la chusma idiotizada puede celebrar con alborozo una medida que no hará sino devastar todavía más las esquilmadas economías familiares, que durante estos últimos meses han sufrido un saqueo indecente, como consecuencia de no haber deflactado los tipos impositivos (que es lo que los gobiernos que no se dedican a la rapiña hacen cuando se dispara la inflación). A este expolio galopante se sumará ahora la estafa que el doctor Sánchez ha anunciado como medida estelar, que arrasará por completo las economías familiares. Los estudios de la OCDE revelan que España es –entre las cuarenta economías estudiadas– el país cuyos gobernantes más alegremente han destruido la economía nacional durante la plaga coronavírica, los que más han acrecentado la deuda pública, los que más han devaluado los salarios (hasta siete países de la OCDE que contaban con una renta per cápita inferior a España nos han superado desde que ocupa la poltrona el doctor Sánchez), los que más paro han generado, los que más han empobrecido a las familias. Pero, mientras Johnson y Draghi y los que vienen después hacen mutis por el foro, para no ser linchados por las multitudes cuando llegue el General Invierno, nuestro negrito se mantiene tan pichi en la poltrona, sabedor de que cuenta con una oposición fofa e inoperante y un pueblo reducido a piara, que chapotea feliz en el sopicaldo penevulvar y en la rencilla cainita, mientras lo esquilman y conducen mansamente al barranco.