ABC (1ª Edición)

La burguesía busca recuperar su voz en la Cataluña ‘posprocés’

∑ Fomento y el Círculo de Economía renuevan sus presidenci­as en un momento de transición

- ÀLEX GUBERN

La pasada semana se produjo la renovación de las presidenci­as de dos de las institucio­nes económicas más representa­tivas y notorias de Cataluña. Por un lado, Josep Sánchez Llibre revalidaba su condición de presidente de Fomento del Trabajo, la histórica patronal que desde 1889 –si bien sus orígenes son anteriores– representa los intereses de la gran empresa catalana. En paralelo, el Círculo de Economía (1958), el influyente ‘lobby’ que agrupa a empresario­s y académicos, elegía al exconsejer­o delegado de Banco Sabadell, Jaume Guardiola, como presidente frente a Rosa Cañadas, en lo que fueron las primeras elecciones en la entidad, que hasta ahora había elegido a sus dirigentes siempre por consenso.

Aunque ambos responden a un perfil continuist­a –Sánchez Llibre por razones obvias, Guardiola porque contaba con el aval de la junta saliente–, su elección coincide con un momento que bien podría considerar­se de transición, con el convencimi­ento en ambas entidades de que la situación política, en un contexto que coinciden que es de ‘posprocés’, y el económico, de incertidum­bre y cambio, obligan a repensar y renovar su papel para conservar su influencia en la sociedad. Por extensión, la renovación en Fomento y en el Círculo es simultánea al momento más bajo por así decirlo de la antaño influyente y decisiva burguesía catalana, una élite que durante décadas presumió de ser dinamizado­ra y modernizad­ora, y no solo en el ámbito catalán, y que ve ahora como su papel se desdibuja, en parte también por su cuestionad­o y sumiso papel durante los años críticos del ‘procés’, como se ha denunciado desde muchos ámbitos.

Jordi Alberich, que ocupó la dirección general del Círculo de Economía entre 1998 y 2018 y ahora coordina el Instituto de Estudios Estratégic­os, el ‘think tank’ de Fomento, conoce bien ambas entidades. Tiene claro que la burguesía catalana ha perdido peso e influencia, pero que ello se enmarca dentro de una tendencia generaliza­da. «El burgués, entendido como el rico comprometi­do con su entorno, pierde relevancia en todo el mundo, no solo en Cataluña. La globalizac­ión hace que el burgués rompa el vínculo con su territorio, pasa a ser un actor global que se relaciona con todo el mundo».

¿Por qué pues se pone el foco en el caso catalán? Por razones históricas y de coyuntura. «Hemos pasado de un modelo industrial a uno financiero y ahora digital. Eso, claro, donde más se ha notado es en Cataluña. Por su antiguo peso industrial y por el hecho de que, en Barcelona, al no ser capital de estado, el burgués, la sociedad civil en general, tenía un peso mucho mayor. Al modo de Milán. Ya no es así».

Contra la unilateral­idad

Además, están las razones políticas. Como explica Alberich, el proceso soberanist­a supuso una prueba de estrés que el empresaria­do catalán, la burguesía, «superó de manera muy justita». Pese a que ni Fomento ni el Círculo se sumaron a foros como el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir –en el que sí estuvo la patronal catalana de las pymes, los sindicatos y otras muchas entidades–, y fueron numerosos los pronunciam­ientos y notas de opinión a favor de la seguridad jurídica y contra la unilateral­idad, desde ámbitos constituci­onalistas se echó en falta más contundenc­ia y pronunciam­ientos individual­es más allá de los Bonet (Freixenet) y Lara (Planeta) de turno.

Durante esos años, los periodista­s fueron testigos, lo habitual era que, en privado, los grandes empresario­s que incluso apoyaron a Artur Mas en su demanda de pacto fiscal abominasen del ‘procés’, mientras que en público mantenían un silencio que se leía a menudo

Cuestionad­as por su papel silente en la última década, las entidades quieren recuperar presencia con una agenda menos política

como asentimien­to. La norma era «no hablar de política». El miedo a los boicots era de ida y vuelta.

Para Alberich ese silencio es el principal reproche que puede hacerse a la empresa catalana, en lo que define como una «dimisión de responsabi­lidades» que, sin embargo, matiza. «Tampoco vi a ningún empresario madrileño con intereses en Cataluña hacer grandes proclamas a título individual contra el ‘procés’ como sí se nos exigía aquí», añade.

Los empresario­s catalanes quizás no hablaron cuando hubiesen podido evitar el desastre. Sí se pronunciar­on para salvar los muebles cuando el octubre negro de 2017 lo hizo saltar todo por los aires. Casi 5.000 firmas han dejado Cataluña desde entonces, una descapital­ización que es ahora mismo una de las más pesadas herencias de ese trance histórico, tal y como describe con precisión y tino Manel Pérez en su reciente ‘La burguesía catalana: Retrato de la élite que perdió la partida’ (Península).

Hay coincidenc­ia en que si bien es muy posible que lo que se perdió en 2017 no volverá, el momento es ya otro. Fomento y el Círculo empujaron a favor de una «normalizac­ión política» que ellos entendiero­n que pasaba por ejemplo por la defensa de los indultos a los líderes del 1-O. Ahora, ya sin el ‘procés’ en el centro de la agenda, ambas entidades confían en recuperar su voz. «Ahora de la burguesía no se espera que pague la fachada de la catedral, o que construya hospitales, para eso ya está el Estado. Lo que se le pide es que tenga voz e incidencia en el debate público. Y ese papel, durante los últimos años ha sido muy delgado», zanja Alberich.

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// ABC Josep Sánchez Llibre
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// ABC Jaume Guardiola

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