El único español alistado en el fútbol ruso
La invasión de Ucrania aleja de Rusia a numerosos deportistas, pero el joven andaluz Guille Abascal no ha dudado en mudarse a Moscú para entrenar al Spartak, el club más laureado del país
«Me ha sorprendido la capacidad y el respeto por el trabajo que existe en el Spartak, un club con muy buena organización»
AGuillermo Abascal (Sevilla, 33 años) nunca le ha asustado nadar contracorriente y salirse del carril habitual jamás ha resultado un problema para él. Excompañero de Jordi Alba, Giovanni dos Santos y Bojan Krkic en la cantera del Barcelona, los que le vieron jugar de niño aseguran que tenía un excelente toque de balón y que podía haberse labrado el futuro como futbolista profesional. Pero tras su paso por las categorías inferiores del Sevilla decidió colgar las botas para dedicarse a lo que realmente le atraía, ser entrenador. En una época en la que son pocos los deportistas extranjeros que se atreven a emprender la aventura rusa, el andaluz se ha convertido en el técnico del Spartak de Moscú, el club más laureado del país a pesar de que en las dos últimas décadas atraviesa una etapa de vacas flacas. Desde 2003 solo ha celebrado una liga y la directiva ha confiado su nuevo proyecto al sevillano con la esperanza de que cambie el rumbo del equipo que cuenta con más aficionados en Rusia. Antes del debut en la liga, este sábado en casa del Terek Grozny, Abascal atiende a ABC. «La experiencia está siendo muy positiva. He tenido un gran recibimiento, el Spartak es un club con muchas posibilidades y con un ambiente de trabajo muy profesional y enriquecedor».
Aunque hace años que cambió el balón por la pizarra, sigue conservando la capacidad de regate que exhibía de chaval y elude amablemente responder a cuestiones relacionadas con el conflicto entre Rusia y Ucrania. Lo suyo, dice, es el fútbol. Es deportista y en la llamada del Spartak ha visto una magnífica oportunidad para seguir creciendo como entrenador a pesar de que su equipo no puede disputar competiciones europeas debido a las sanciones por la invasión rusa de Ucrania. «Los objetivos del club son ambiciosos y entre ellos está luchar por la liga y la copa, sabiendo de las dificultades que conlleva y la competencia que hay. Tenemos un equipo joven, en proceso de crecimiento, pero desde el primer día notamos que los jugadores están muy involucrados con el proyecto», asegura. En su plantilla no hay ningún futbolista español, tampoco en el resto de los equipos de la liga rusa.
Al llegar a Moscú y antes de ponerse manos a la obra, cumplió con la tradición posando en el Otkritie Arena, su nueva casa, ante las estatuas de los hermanos Starostin, considerados los fundadores del Spartak. Ajeno a todo lo que no es fútbol e Ilusionado ante el reto que se le presenta, el trianero no es, sin embargo, el primer español que dirige a un club que en el mes de abril celebró su centenario. Por su banquillo ya pasaron Unai Emery (2012) y Raúl Riancho (2018). «Me ha sorprendido la capacidad y el respeto por el trabajo que hay aquí, existe una buena organización y la afición está muy cerca del equipo», destaca Abascal, uno de los entrenadores más jóvenes del fútbol europeo.
Al cumplir los 19, Abascal perdió la motivación para ser futbolista. Los entrenamientos y los partidos se convirtieron en un problema para un joven que descubrió que su verdadera vocación era la de ser entrenado. Con 29 años, y al frente del Lugano suizo, se convirtió en el técnico de menos edad en las 30 ligas con mayor coeficiente de la UEFA, dato que avala que no se equivocó con su drástica decisión de colgar las botas.
Aclimatándose
Aterrizó hace un mes en Rusia y sigue aclimatándose a una nueva vida y a un país con unas costumbres tan diferentes como Rusia. El fútbol, por ahora, ocupa todo su tiempo. «Sólo he tenido tiempo para entrenar y preparar el inicio del campeonato, cuando coja la rutina iré conociendo mejor Moscú». Aquí no está solo. Carlos Valle (su segundo) y Fernando Pérez (preparador físico) le acompañan en el Spartak, el equipo que entre 1992 (año del nacimiento de la Liga Premier) y 2001 dominó con puño de hierro en el fútbol ruso, ganando nueve de diez campeonatos. Desde entonces, una sola alegría, en 2017, y la esperanza de volver a repetir con un sevillano al que le apasiona el Carnaval de Cádiz. «Sé que soy un entrenador joven. También que muchos pensarán que no estoy preparado precisamente por mi edad, pero todas las experiencias que he vivido me han hecho crecer y estar preparado ante cualquier reto que pueda llegar», explicaba en ‘Coaches Voice’ ante de que le surgiera la oportunidad de dirigir al conjunto moscovita.
Desde sus inicios, Abascal se ha mantenido fiel a la idea de un fútbol propositivo para hacer crecer a jugadores jóvenes. Una filosofía que aplica desde su estancia en el Chiasso suizo, conjunto de segunda división que se convirtió en su primera experiencia profesional. Algo debió hacer bien porque cinco días después de abandonar el club recibió la llamada del Lugano para dirigir en la máxima categoría helvética. Según él, y al igual que ocurre con los jugadores, la edad no debe ser una vara para medir a un entrenador.
Dentro de sus ganas por vivir nuevas experiencias en el fútbol, su paso por el Ascoli, primero en el filial y luego por el primer equipo, le ayudó a mejorar sus planteamientos tácticos, a nadar y guardar la ropa porque, según ha asegurado en más de una ocasión, «aunque el fútbol ha evolucionado, en Italia siguen manteniendo la cultura defensiva porque allí entienden que el partido empieza en empate y si te equivocas el que puedes perder eres tu». Con los años, este andaluz ha terminado convirtiéndose en un trotamundos del fútbol y, antes que Rusia, Grecia fue otro de sus destinos. Allí guió al Volos, un modesto al que durante varias jornadas mantuvo al frente de la liga. El Basilea, donde se estrenó en competición europea en una eliminatoria frente al Marsella, fue su último destino antes de firmar con el Spartak, el equipo en el que ahora sueña despierto con poder ganar su primer título.