ABC (1ª Edición)

Objetivo: la Transición

Hay algo que le duele mucho a nuestra izquierda, algo que se niegan a aceptar: que la llegada de la democracia a España no la hicieran ellos

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

HAY algo que la izquierda española, ese espectro de la población que va desde el profesiona­l ilustrado al comunista leninista, no entiende ni reconocerá jamás: ¿cómo es posible que teniendo las grandes ciudades, la mayoría de los generales, el oro del Banco de España y el apoyo de países como Francia, Inglaterra y la Unión Soviética, perdieran la guerra? Algo no encaja, tuvo que haber factores externos. De ahí que la primera y principal causa se atribuya al apoyo de las potencias del Eje, Alemania e Italia, al alzamiento del Franco, aunque se olvida que la ayuda rusa a los republican­os fue extensa y que las Brigadas Internacio­nales significar­on un apoyo bélico y moral importante.

Es por lo que el afán de revancha se mantuvo, alguno de ellos poéticos, como el de León Felipe, «vosotros tenéis la espada, pero nosotros tenemos la pluma» que los franceses, que nos conocen tan bien al haber acogido a nuestros refugiados, algo que hay que agradecerl­es, supieron retratar, entre la melancolía y el desencanto, en ‘La guerre est finie’.

Pero hay algo que duele aún más a nuestra izquierda, algo que, sin duda alguna, se niegan a aceptar: que la llegada de la democracia a España no la hicieran ellos. Y es por ello, que vienen haciendo todos los esfuerzos habidos y por haber para enmendar esta tremenda crispación. Es cierto, que colaboraro­n, sin duda y, desde luego, sin su ayuda hubiera sido más largo y penoso el proceso. Pero el hecho irrebatibl­e es que la democracia llegó a España el día que las Cortes franquista­s se hicieron el harakiri para dejar vía libre a una Constituci­ón basada en la voluntad del pueblo soberano, que la respaldó en referéndum. Eso es lo que más les duele, lo que buscan revisar por todos los medios. Y, finalmente parece ser que lo han conseguido por medio de la Ley de Memoria Democrátic­a, una ley que extiende el franquismo hasta 1983, lejos de la amnistía general que sirvió de pista de aterrizaje a la democracia. Pero que ellos sitúan cuando ya gobernaba el PSOE y el Rey había detenido un golpe de Estado. Es bastante probable que, más pronto que tarde, la Transición española no será un modelo para el cambio de la dictadura a la democracia sin sangre, sino un epílogo del franquismo. Así de sucio juega la izquierda y así le meten goles por la escuadra a nuestra derecha.

Esta es la última hazaña de nuestro presidente del Gobierno. Las medidas económicas se las llevará la inflación con los primeros vientos otoñales y de la mesa con los independen­tistas, más de lo mismo, ni él puede darles lo que le piden, ni ellos pueden dejar de pedírselo. Siempre que no ceda también el control judicial.

En la Tercera del próximo jueves les hablaré de los riesgos de confundir relato, historia y democracia.

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