Gas, arma de negociación
Esta reflexión tiene fecha de caducidad muy pronta y puede de hecho envejecer muy mal. A estas alturas, que Putin está utilizando el gas como arma de negociación es una obviedad. De hecho, no cuenta con nada más efectivo. La escalada nuclear no es opción. Entretanto en el tira y afloja del suministro de gas al ruso se le ve como pez en el agua. Sin embargo para que sea efectiva no puede romper la cuerda. Mientras no corte el gas podrá seguir utilizándolo para negociar. En el momento que traspase esa línea no hay vuelta atrás. Una cada vez más difícil vuelta al circuito internacional sería del todo imposible y comercialmente Rusia estaría condenado a convertirse en un siervo de China lo que visto con algo de perspectiva tampoco es una buena alternativa
Si el gas con sus idas y venidas sigue fluyendo, los países occidentales estarán en disposición de cuando el agua vuelva a su cauce y pasado un tiempo prudencial de volver a desandar el camino andado de las sanciones. Si, por el contrario, Putin se dejara llevar y terminará cerrando la llave de paso, sería la condena definitiva del país eslavo. Nunca se restablecerían las relaciones comerciales con los países desarrollados con lo que eso supone.
Por nuestra parte, el resto de países occidentales y en concreto los europeos que somos los más dependientes hacemos muy bien en prepararnos para lo peor con independencia de lo que esperemos. La retórica de la economía de guerra es muy efectista y puede ser muy efectiva si se consigue una concienciación suficiente por la que es difícil que algunos gobiernos impulsen por el eventual riesgo de desgaste. Sin embargo, con poco de muchos se puede conseguir un gran resultado. Todo lo que sirva para reducir nuestra dependencia energética será bienvenido. Una vez abierto este debate, deberíamos aprovechar y con algo más de pedagogía y menos emoción repasar los debates en torno a todo lo que lo verde ha hecho suyo. Repensar con datos los planteamientos buenistas hijos de otra época y que hemos dado como buenos sin entender bien las consecuencias prácticas. En cualquier caso no es esto lo que ahora nos ocupa.
Ahora, toca esperar y ver si como hasta ahora el presidente ruso no se ajusta a ninguna de las lógicas o si por el contrario sus planteamientos empiezan a encuadrarse dentro planteamientos más ortodoxos. En cualquier caso no habrá una respuesta ni unívoca ni tampoco pronto lo que hasta que llegue el frío seguirá dando pábulo a todo tipo de teorías.