CABRAS CON GPS Y OTROS REBAÑOS QUE LUCHAN CONTRA EL FUEGO
Al recuperar el pastoreo tradicional, ganaderos como David Pérez ayudan a mantener limpio el monte y evitar que los incendios sean aún más destructivos. Existe un ‘cuerpo de élite rural’ con al menos 15 millones de animales que puede colaborar en estas tareas ecológicas de prevención
Para prevenir incendios descontrolados como los que han devorado este año casi 200.000 hectáreas de bosque en toda España, según las estimaciones del sistema de información europeo, hay que volver al campo. «Hay poco ganado, se cultiva mucho menos y eso hace que haya mucho matorral, lo que provoca mucha acumulación de biomasa que se quema muy fácilmente», resume David Pérez, un biólogo madrileño que conoce muy bien el papel decisivo que tienen pastores y agricultores en la lucha contra las llamas. Sus 120 cabras colaboran, desde 2016, con el Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid en la limpieza y el mantenimiento de fajas antiincendios.
«El trabajo que se hace consiste básicamente en tener a los animales pastando en las zonas que nos asignan los bomberos en su plan de prevención. Hay zonas en las que hay ganaderos dispuestos, pero no cortafuegos», explica este ganadero asentado en el municipio de Puentes Viejas mientras los animales que pastorea su pareja, Clara Benito, pastan tranquilamente a la sombra, vigilados atentamente por Trisqui, un veterano perro pastor, y tres mastines. «Primero desbrozan, siegan o podan con medios mecánicos y luego el ganado se encarga del mantenimiento. Así, vieron que las zonas en las que estaban los animales aguantaban incluso ocho años limpias y no tenían que volver cada dos años, por ejemplo. Los técnicos te asignan las distintas fajas en función del lugar, el tamaño de tu rebaño y la especie. Lo ideal es combinar las cabras, que comen hasta un 70% de material leñoso, con otras especies como ovejas y vacas, que comen más pasto». Las cabras adultas pueden consumir entre 1,5 y 2,5 kilogramos diarios de hierba seca y las ovejas adultas entre 2 y 3 kilogramos, según cálculos de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos). A cambio de este trabajo y en función del grado de ‘limpieza’ que consigan anualmente los animales, los ganaderos reciben una contraprestación económica. En las últimas campañas también les están apoyando con infraestructuras como abrevaderos, cobertizos y piedras de sal.
Los beneficios del paso de los animales por estas fajas antiincendios son evidentes a golpe de vista, al menos en este punto de la sierra de Guadarrama. Allí el suelo está casi segado, con arbustos bajos y algunos árboles dispersos. «Por ahí un incendio no entra», apunta Pérez. Nada que ver con el matorral verde, denso y alto que reina en las zonas circundantes.
«Actualmente colaboran con nuestro programa unos 70 ganaderos. Los animales nos ayudan a mantener casi mil hectáreas, cada año más», cuen
ta orgullosa Marta Jerez, jefa del Servicio de Incendios Forestales del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid. «No hemos descubierto la pólvora, porque siempre ha habido aprovechamiento ganadero. El problema que tenemos con la gestión del monte es que el ganado no pasta libremente y no se crea esa interacción que ayudaba a mantener el equilibrio. Por eso en la Comunidad de Madrid empezamos en 2011 con este programa para buscar en qué zonas sería más eficaz que pastase el ganado. Le dedicamos una buena parte de nuestro presupuesto a estas sinergias –483.000 euros para este ejercicio– y queremos seguir avanzando».
Un rebaño 2.0
En ese sentido, también el rebaño de David y Clara es puntero. Todas sus cabras cuentan con un localizador GPS que permite pastorearlas a distancia. Desde una aplicación móvil, ellos pueden seleccionar la zona en la que desean que pasten sus animales y, si se salen del perímetro marcado, reciben un aviso sonoro que las anima a volver al lugar marcado. Si esta señal no fuera suficiente, el collar tiene autonomía para darles una pequeña descarga eléctrica. «No existe un rebaño así en el mundo. Hay que entrenar a los animales, pero aprenden enseguida», presumen estos dos ganaderos 2.0. «Esto es el futuro, los servicios de emergencia ya están probando estos rediles virtuales porque tienen mucho potencial. Además, esta tecnología puede mejorar mucho la vida de agricultores y ganaderos y hacer que más gente se anime a tener su propio rebaño. A nivel medioambiental es la leche: podemos mejorar el aprovechamiento del suelo, evita que tengamos que colocar pastores eléctricos y favorece la conciliación». Además, también investigan, en pequeñas parcelas, qué carga de ganado y qué forma de limpieza previa es la más eficiente para que las fajas antiincendios sigan controladas el mayor tiempo posible.
Pero la Comunidad de Madrid no es la única que aprovecha las sinergias necesarias entre servicios de emergencias y agricultores y ganaderos. También existen en Andalucía y Canarias, entre otras. En Cataluña, por ejemplo, la organización Ramats de Foc, que colabora con el proyecto europeo Fire Shepherds para fomentar la ganadería extensiva contra los incendios, asesora a los pastores para que se sumen a esta lucha preventiva. Porque los incendios, como recuerdan los que viven en el campo y los sufren, se apagan en invierno.
Jordi Giró, que pastorea a más de 800 ovejas en la localidad gerundense de Capmany, muy cerca de la frontera francesa, señala que, lamentablemente, sabe lo que es ver el fuego a la puerta de casa. Por eso, su rebaño también trabaja para los bomberos. «Yo vivo en un sitio delicado, si sopla la Tramontana no hay quien pare un incendio. El fuego nos ha pasado por encima dos veces», reconoce. Él trabaja con el ganado por vocación y tradición familiar, aunque admite que cada vez quedan menos pastores y, por lo tanto, menos gente que pueda echar una mano para limpiar los bosques. «Lo indignante es que no se ponen medios suficientes para prevenir los incendios, cuando luego se gastan millones de euros para apagar fuegos. Las llamas solo paran cuando ha ardido todo el combustible y cada bocado que pegan los animales lo reduce», señala, disgustado también por las «trabas» burocráticas con las que se topan a veces para cobrar las correspondientes subvenciones medioambientales.
«Contra la administración y el fuego no se puede luchar. Yo hago este trabajo por amor al campo y a mis animales. Porque por desgracia sé que habrá fuego otra vez. En cualquier momento salta una chispa y se lía. Estamos cansados de luchar. Y luego en cuanto hay fuego nos evacuan, priorizan nuestra vida, pero si se quema todo yo no sé qué vale más», cuenta con impotencia Giró.
Más sostenible
Las agrupaciones agrarias como COAG afirman que la ganadería extensiva «puede reducir hasta el 90% del combustible forestal en bosques, sotobosques y montes bajos», llegando incluso a zonas de difícil acceso para la maquinaria con la que trabajan los retenes forestales. El pastoreo de ovejas y cabras, «un cuerpo de élite rural formado por unos 15 millones de efectivos» es «la forma más sostenible de prevenir incendios», apunta Ángeles Santos, ganadera zamorana y responsable de la comisión ejecutiva de la organización. En Castilla y León, dice, no existen estos programas subvencionados de limpieza del monte con animales. «Necesitamos que se apueste por una ganadería que sale al campo y que se valore la labor que hace en el territorio y no solo su productividad», insiste esta pastora, que pide también que se escuche a aquellos que viven en el medio rural y se confíe en sus conocimientos transmitidos de generación en generación. «Incendios como el que hemos tenido en la sierra de la Culebra no se pueden evitar, pero sí la destrucción que causan. Y eso se logra teniendo unos montes limpios, haciendo una gestión eficaz del terreno y atendiendo a las condiciones climáticas».
En este sentido, Estela Nadal-Romero, científica del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), insiste en que en muchas ocasiones se culpa únicamente al cambio climático de los salvajes incendios de los últimos años. «Por supuesto que es importante, pero hay también otro factor clave, que es el abandono rural y la reducción de la actividad socioeconómica de estas zonas, lo que hace que el paisaje mosaico heterogéneo y diverso que había antes ya no exista. Y así el fuego era mucho más fácil de controlar», señala. Las soluciones pasan, de nuevo, por rescatar muchas tradiciones perdidas: recuperar los pastos en zonas de montaña y apostar por la ganadería extensiva, mejorar la gestión forestal e introducir nuevos cultivos. Una vuelta a los orígenes con los conocimientos y tecnologías del siglo XXI.
LOS ANIMALES, EN SUS TAREAS DE LIMPIEZA, PUEDEN LLEGAR A ZONAS DE DIFÍCIL ACCESO PARA LA MAQUINARIA Y LOS RETENES