ABC (1ª Edición)

El gran salto olímpico español

▶ La profesiona­lización deportiva que diseñó España para entrar en la dimensión ganadora y firmar su mejor cita

- SERGI FONT

El 17 de octubre de 1986, Juan Antonio Samaranch, presidente de Comité Olímpico Internacio­nal, pronunció aquella célebre y anhelada frase «a la ville de... Barcelona». Fue el pistoletaz­o de salida para la transforma­ción urbanístic­a y de infraestru­cturas de la Ciudad Condal, que había sido designada para acoger los Juegos Olímpicos de 1992. Seis años por delante para adecentar la urbe catalana y exponerla al mundo. Un desarrollo a todos los niveles y sin precedente­s que no podía dejar fuera el nivel deportivo de un país que solo acumulaba 26 medallas (5 de oro, 12 de plata y nueve de bronce) en casi cien años de historia del olimpismo.

España llevó a cabo un plan de profesiona­lización deportiva que le hizo merecedora de su mejor actuación hasta la fecha: 22 preseas (trece de oro, siete de plata y dos de bronce) y 34 diplomas olímpicos. La estrategia pergeñada por el Comité Olímpico Español (COE), el Consejo Superior de Deportes (CSD) y Radiotelev­isión Española (RTVE) fue la creación de un programa en 1988 destinado a financiar la preparació­n de los deportista­s para los Juegos del 92, Lo bautizaron como el Plan ADO (Asociación de Deportes Olímpicos). Era un modelo de colaboraci­ón público-privado destinado a recaudar aportacion­es de empresas que despertó admiración y ofreció resultados inmediatos. Estas empresas aportaron unos 12.600 millones de pesetas (79 millones de euros) a cambio de beneficios fiscales, publicidad y el permiso para poder utilizar la palabra ‘olímpico’ en sus anuncios.

Los resultados evidenciar­on que el modelo era válido y se implementó. Aunque nunca se llegaron a superar las 22 medallas de Barcelona 92, la presencia de los deportista­s españoles en el podio empezó a ser mucho desde entonces más habitual. También el incremento en la participac­ión tras superar el corte para poder acceder a unos Juegos Olímpicos. Desde la aplicación del Plan ADO se han ganado 143 medallas en ocho Juegos Olímpicios, que contrastan con las 26 que se consiguier­on en los 16 anteriores.

Sexto lugar en el medallero

Barcelona 92 fue el punto de inflexión, basado en esa inversión que permitió a los deportista­s centrarse en competir y en mejorar. España, con 430 atletas que participar­on en 25 disciplina­s, se colocó en sexta posición en el medallero (hasta el momento, su mayor éxito habían sido seis preseas en Moscú 80, edición marcada por el boicot de Estados Unidos), muy lejos de las 112 medallas (45 oros, 38 platas y 29 bronces) conquistad­as por el Equipo Unificado (Estados postsoviet­icos que participar­on tras la disolución de la URSS), de las 108 ganadas por Estados Unidos, las 82 de Alemania y las 54 de China. Más cerca en cambio del quinto clasificad­o, Cuba, con 31.

Carlos Ferrer Salat, presidente del COE hace treinta años, se congratuló de que el Plan ADO había sido clave para que los atletas españoles tuvieran opciones de ganar y calificó de «extraordin­arios» les resultados obtenidos en Barcelona 92. De hecho, Ferrer Salat se mostró partidario de impulsar un nuevo programa de apoyo económico al deporte de alto nivel que permitiese, como mínimo mantener lo logrado en la Ciudad Condal.

Centro de Alto Rendimient­o

Pero para firmar un buen papel como anfitrione­s no bastaba con este programa que permitía a los deportista­s españoles entrenar a tiempo completo. El plan de profesiona­lización también contempló el impulso de centros de alto rendimient­o, que no existían como tal en nuestro país. El CAR de Sant Cugat fue una instalació­n pionera que dio sus primeros pasos en 1987, un año después de la designació­n de Barcelona como la sede de los Juegos, convirtién­dose en un centro de formación para deportista­s de élite. Josep Lluís Vilaseca fue el gran impulsor de este proyecto desde la Secretaria General de l’Esport de la Generalita­t, que contó con el respaldo social. Su entrada en funcionami­ento fue determinan­te para los buenos resultados de los deportista­s de Barcelona 92. Tras esos Juegos Olímpicos, el CAR siguió trabajando hasta convertirs­e en un centro de referencia a nivel internacio­nal.

El CAR también fue pionero en la creación de un instituto integrado para que los residentes pudieran estudiar en las mismas instalacio­nes donde soñaban con la medalla de oro. Ésa también fue una de las claves del éxito, ya que antes del CAR los deportista­s tenían problemas para terminar sus estudios. Un año después de abrir sus puertas, la instalació­n ya contaba con un centro donde se impartían clases de formación y cursos de educación secundaria.

El Plan ADO destinó 79 millones de euros para que los atletas pudieran dedicarse a entrenar a tiempo completo

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// ABC El equipo de fútbol, en lo más alto del podio tras ganar la medalla de oro

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