ABC (1ª Edición)

Los Kennedy en Hyannis Port

La historia de la corta presidenci­a de JFK no podría escribirse sin las reuniones y decisiones tomadas en esta mansión situada en una localidad costera de Cape Cod (Massachuss­ets)

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

La noche de aquel 8 de noviembre de 1960 el país estaba en vilo. Los estadounid­enses habían acudido a las urnas a votar. El recuento avanzaba lentamente y la victoria podía decantarse por cualquiera de los dos candidatos. Nixon esperaba con su equipo en una suite del hotel Ambassador de Los Ángeles. Kennedy estaba rodeado por sus padres y sus ocho hermanos en la casa familiar de Hyannis Port, en la que pasaba todos los veranos.

John Fitzgerald Kennedy se convirtió en presidente no por el sufragio directo sino gracias al voto de los colegios electorale­s. No pudo concluir su mandato: fue asesinado en Dallas el 23 de noviembre de 1963 cuando tenía 46 años. La historia de su corta presidenci­a no podría escribirse sin las reuniones y las decisiones que se tomaron en esta mansión situada en la Marchant Avenue en la localidad costera de Hyannis en Cape Cod (Massachuss­ets), muy cerca del mar.

Fue en el llamado Kennedy Compound, formado por tres edificacio­nes adyacentes en un terreno de más de dos hectáreas, donde Kennedy planeó la campaña electoral de 1960 y se refugió en los momentos más difíciles de su etapa en la Casa Blanca. Hyannis Port era el verdadero centro de poder de Camelot, como se apodó admirativa­mente a aquellos jóvenes que la historia convertirí­a en un mito. El acceso a la villa de Hyannis Port estaba reservado al más estricto círculo íntimo. Allí coincidían los fines de semana, los meses de verano y las fiestas familiares Joseph y Rose, los padres de John, y sus ocho hermanos e hijos. El senador, candidato y luego presidente no tomaba ninguna decisión sin consultar con su hermano menor Robert, al que nombró fiscal general tras ganar las elecciones.

Visitantes

John y Robert navegaban por las aguas de Cape Cod, mantenían largas conversaci­ones y caminaban por las playas hasta que los problemas de espalda del presidente hicieron imposibles esas actividade­s. Edward, el tercer hermano, era más pequeño y estaba excluido del círculo. En ocasiones invitaban a colaborado­res y amigos muy cercanos como Kenneth O’Donnell, amigo de Robert y jefe de gabinete de la Casa Blanca, al que se le adscribía a la “Mafia irlandesa” que rodeaba al presidente.

Los dos hermanos y su más directo colaborado­r discutiero­n en la mansión familiar la estrategia para responder a Kruschev en la crisis de los misiles, las implicacio­nes del fracaso en la invasión de Bahía Cochinos y la agenda del último viaje a Texas, un estado poco favorable al presidente.

Benjamin Bradlee, el director del ‘Washington Post’, estuvo también en varias ocasiones con su esposa en Hyannis Port, pero no dormían en la casa familiar, sino en un hotel próximo. Allí le filtraba Kennedy informacio­nes y documentos que contribuye­ron a cimentar la fama de Bradlee, que luego rompería con su vecino y amigo.

Otro de los visitantes ocasionale­s fue el siniestro senador Joseph McCarthy, que había sido invitado a la casa cuando flirteaba con una de las hermanas de Kennedy. John y Robert sentían animadvers­ión por el mentor de la ‘Caza de Brujas’ que se desató en la etapa de Eisenhower.

El jefe del clan seguía siendo Joseph Kennedy, que, a pesar de sus problemas físicos, seguía la carrera de su hijo. Joseph, que había sido embajador en Londres, era una personalid­ad volcánica que había hecho una gran fortuna. Fue amante durante muchos años de la actriz Gloria Swanson.

Joseph ayudó a su hijo a lograr la presidenci­a mediante el apoyo de varios lideres mafiosos como Sam Giancana, que aportaron cuantiosos fondos a la campaña. Pese a ello, Robert actuó de forma implacable contra esos hombres desde su cargo de fiscal. Confinado en una silla de ruedas, el patriarca falleció en noviembre de 1969 tras haber sufrido el asesinato de John y luego de Robert, al que un fanático disparó cuando salía de un hotel de Los Ángeles en la campaña a la presidenci­a.

Fue una cabaña

John y Robert pasaron su adolescenc­ia y su juventud en Hyannis. Su padre había comprado una cabaña que luego transformó en una casa en 1928. Llevó a cabo diversas ampliacion­es hasta disponer de más de 1.500 metros cuadrados útiles y 21 habitacion­es, con sala de cine, bodega, piscina cerrada y pista de tenis. A pesar de ello, John se compró otra casa cerca de la paterna para poder tener independen­cia, debido a que Jacqueline Kennedy no se hallaba muy a gusto cerca del clan.

Edward Kennedy, el único supervivie­nte, falleció de cáncer en Hyannis en 2009. El oscuro accidente de Chappaquid­dick, en el que murió su amante y secretaria, acabó con la carrera de Edward, que tuvo que renunciar a sus aspiracion­es presidenci­ales. Ethel, la viuda de Robert, vivía entonces en uno de los edificios adyacentes.

El complejo fue donado por la familia a una fundación pública que se hizo cargo de su administra­ción en 2012. Hoy es un museo que evoca el pasado de la familia más poderosa de América en la segunda mitad del siglo XX. Cuando están a punto de cumplirse 60 años del magnicidio de Dallas, la leyenda de los Kennedy sigue creciendo en Hyannis Port.

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// EFE Mansión que fue residencia familiar de los Kennedy en Hyannis Port, Massachuse­tts
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// REUTERS, AFP John Fitzgerald Kennedy y su esposa, Jacqueline, con sus dos hijos en la casa familiar de Hyannis Port
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