‘Santo subito’
La quincalla corrupta siempre es cosa de otros. ¿Los ERE? Solo eran una ONG, y Griñán, la greta thunberg de los parados
NOS quisieron hacer creer que el de los ERE fraudulentos era un sistema legítimo del que se aprovecharon «cuatro golfos», textual. Esa fue la versión oficial del PSOE hasta que la cambiaron por otra. Y después por otra. Fabricaron la coartada perfecta, un plan sin fisuras. La derecha roba por malicia intrínseca, porque forma parte de su esencia. La izquierda en cambio nunca roba. Solo eran héroes con perfil de robin hood que tomaban dinero de los ricos, o del Estado, tanto da, para entregárselo a los pobres. Nunca hubo quincalla corrupta en la izquierda, solo una reordenación del gasto público con un fin social, benefactor. Era cuando la malversación, la prevaricación o los cohechos tenían un fin moral aceptable.
Se construyó la teoría del culpable para hacerlo pasar por inocente, se inventó la ética de los delitos, y lo arbitrario, lo deliberado, lo clientelar, lo cortijero, era pura bonhomía de bolsillos transparentes, bolsillos de cristal incapaces de lucrarse. Se manipularon todos los referentes morales de la izquierda para justificar un sistema viciado y pervertido, y se deconstruyó la ética pública para encubrir la putrefacción. El manejo a borbotones de los ERE solo era un descontrol puntual del que se beneficiaron tres listos y unos cuantos muertos de hambre que escondían los billetes bajo el colchón o en el maletero ‘p’asar’ vacas.
Alteraron los mecanismos de tolerancia social. Nos quisieron inocular que existen malversaciones y prevaricaciones buenas, generosas, creíbles, sanas. Generaron un sentimiento de culpa social por condenar a personas que nunca osarían tocar un euro ajeno. No era caciquismo, decía el relato, sino descuido y abuso de la buena fe de unos gobernantes modélicos, de quienes se aprovecharon unos macarras de la cocaína, de los pianos de cola, de las putas y de las mariscadas. Se puede manosear el relato con toda la indignidad que a uno le quepa dentro, pero no se pueden desdibujar ni la verdad ni los 680 millones de euros perdidos para siempre, gastados, desaparecidos. Queda el indulto, uno de esos de tramitación exprés tan del gusto de La Moncloa. En realidad, a Sánchez solo le quedaría salvar un mínimo obstáculo. El PSOE siempre dijo que si el independentismo fue indultado, se debió a una «cuestión política» que requería una «respuesta política», pero con los corruptos, con dinero de por medio, no habría perdón posible. Y como desdecirse nunca representó un problema para Sánchez, nos venderán la imagen de un Griñán depresivo, decepcionado con la justicia, hundido, anciano, familiar, traicionado por subordinados sin escrúpulos y víctima de su propio sistema. Un icono de la injusticia. Una extensión de Teresa de Calcuta.
Esa quincalla corrupta siempre es cosa de otros. ¿Los ERE? Una ONG fallida, la greta thunberg de los parados, la justicia social elevada a la enésima potencia, la democracia de los desfavorecidos, una fábrica de mártires a manos de una derecha persecutora y unos jueces represores. En algo van pareciéndose al independentismo cuando identifican la delincuencia con valores constructivos, edificantes y ejemplares. Todo rezuma maniqueísmo argumental, insurrección moral y beatería de cartón piedra. ‘Santo subito’.