Si vamos de corrupción...
Pilar Alegría debería recordar aquel sabio refrán que aconseja no citar la soga en casa del ahorcado, ya que su partido tiene dos, y calentitos
DOÑA Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Profesional y desde la semana pasada portavoz nacional del Partido Socialista, no ha tenido lo que se dice un éxito en su debut como portavoz de Ferraz, al exigir a Alberto Núñez Feijóo prudencia en el tema de la corrupción, ya que el Partido Popular es «el único partido condenado por financiación ilegal», señaló ayer la ministra como reacción al fallo del Tribunal Supremo sobre la trama de los ERE de la Junta de Andalucía. Doña Pilar Alegría debería recordar aquel sabio refrán que aconseja no citar la soga en casa del ahorcado, ya que su partido tiene dos, y calentitos, y encima por un delito de mayor gravedad, en todos los sentidos.
Es verdad que las sinvergonzonerías del Partido Popular con su contabilidad y sus tesoreros, de sobra conocidas por la opinión pública, son imperdonables en un partido de gobierno. Pero los ERE andaluces, cuya sentencia condenatoria de José Antonio Griñán y Manuel Chaves acaba de ratificar el Tribunal Supremo, supera todo lo visto y oído en España sobre el asunto en los últimos años, si no décadas.
Primero, por la cantidad arramplada, unos 680 millones de euros, según el fallo que ayer ratificó el Supremo. Segundo, porque era un dinero destinado a mejorar las condiciones de vida de los parados andaluces, es decir, aquellos a los que el Partido Socialista Obrero Español se precia de defender. Y tercero, porque era un dinero llegado de la Unión Europea, o sea, dinero no nuestro, lo que pone en duda la integridad moral y la idoneidad técnica de España en el manejo de los fondos comunitarios, tan necesarios para remontar cualquier crisis, como nos vuelve a suceder ahora. Si a todo esto le añadimos que el destino de esos mismos fondos fue en algunos casos rufianesco, como llevarse a casa billetes «para asar una vaca», según el testimonio de la madre de uno de los autores del saqueo, sindicalista para más señas, y en otros casos los puticlubes andaluces, sin que faltase la compra de drogas, tendrán un panorama vergonzante para cualquier partido, grande o pequeño, de izquierda o derecha, que se precie. Ni lo espero.
En estas situaciones, la derecha calla, como el niño cogido por su madre con el tarro de mermelada. Mientras la izquierda, como ha hecho doña Pilar Alegría, ataca con el ‘y tú más’, e incluso busca disculpas para los condenados. Los abogados de los implicados en este caso anuncian que apelarán. Puede incluso que logren rebajar o anular la sentencia si encuentran jueces o juezas que padezcan progresismo agudo, esa frecuente dolencia que acepta la teoría de que la izquierda tiene el derecho a violar la ley cuando le toca gobernar, para compensar los desafueros de la derecha. Y así nos va.