La delicada salud de Mohamed VI alienta la grave crisis política y social en Marruecos
➤ El Reino marroquí alude a la pandemia para suspender la Fiesta del Trono por tercer año consecutivo
Las supuestas enfermedades del Rey Mohamed VI, el agravamiento de las crisis sociales y económicas, las tensiones del Covid-19, la suspensión de festividades tradicionales, las crisis larvadas en todas las fronteras terrestres y marítimas, la contestación radical recurrente en el Rif, la ligerezadel comportamiento real en sus millonarias propiedades francesas están dejando al descubierto una de las crisis más graves de las últimas décadas en Marruecos, con muchos flecos para España y Francia.
A mediados del pasado junio, el gabinete personal de Mohamed VI informó que el Rey de Marruecos había contraído el Covid-19 durante un viaje privado a Francia, hospedándose entre su palacio de Betz, en el departamento de Oise, al norte de París, y su suntuoso hotel particular al pie de la parisina Torre Eiffel. Mohamed VI reapareció públicamente para celebrar la fiesta del cordero, «procediendo al sacrificio ritual de la tradición impuesta por el Profeta».
Incertidumbres
Reaparición que solo confirmó una tormenta de sospechas e incertidumbres. El Rey marroquí concedió más de 900 indultos a presos comunes y políticos. Sin embargo, se vio obligado a suspender, por tercer año consecutivo, las celebraciones de la Fiesta del Trono. El Ministerio de la Casa Real y el Protocolo justificó la suspensión por estas razones oficiales: «En vista de la situación sanitaria debido a la pandemia de Covid-19, se ha decidido aplazar todas las actividades, festividades y ceremonias previstas». Retórica elíptica que oculta completamente los problemas de fondo: el monarca prefiere correr un tupido velo sobre el vigésimo tercer aniversario de su llegada al poder.
Mohamed VI, de 58 años, sigue teniendo unos poderes absolutos heredados de la magna historia de los sultanes de la tradición familiar. Pero está rodeado por una nube de consejeros y familiares que intentan influir, cuando los problemas de salud del monarca se suceden sin explicaciones convincentes, mientras las soterradas luchas palaciegas empañan cualquier decisión. «Marruecos vive su peor crisis desde la subida al trono de Mohamed VI», afirma un observador cualificado que prefiere guardar el incógnito, para evitar represalias, agregando: «Todo el mundo sospecha que los problemas de salud del Rey vienen de lejos y son más graves que un mera contaminación del Covid-19».
El monarca marroquí ha sufrido dos operaciones a corazón abierto en los dos últimos dos años. Las suntuosas idas y venidas a París y su periferia solo atizan una sorda cólera popular. El encarecimiento de los precios del combustible y los productos básicos han degradado una situación social, siempre grave, iluminando el contraste entre los llamamientos reales a la «responsabilidad individual» y las ‘ligerezas’ del comportamiento del Rey.
En el momento álgido de la crisis del Covid-19, Mohamed VI pidió a sus súbditos «un comportamiento cívico ejemplar», una manera de evocar el forzoso «control del gasto» familiar, por las mismas fechas que los ciudadanos marroquíes descubrían los fastos reales en el hotel particular, frente a la Torre Eiffel, comprado a un precio millonario a un príncipe de la familia real de Arabia Saudí.
Relación con España
Tras los momentos más duros de la crisis sanitaria, siguió la crisis energética, con una subida alarmante de los precios y la agravación de la pobreza de masas. El Rey recurre al patriotismo nacional y religioso para intentar alentar una suerte de unión nacional ante las amenazas exteriores, bien conocidas: guerra larvada con Argelia, tensiones saharauis, insurrección larvada en el Rif.
Mohamed VI ha intentado dar muestras de generosidad, con sus recientes indultos a más de 900 presos, no solo políticos y condenados por presuntos delitos de terrorismo. Pero el movimiento de contestación popular del Rif sigue siendo un fermento «subversivo» para la estabilidad del régimen, relativamente bien implantado en ciudades como Alhucemas, Nador, Berkane y otras ciudades marroquíes, de
Rabat a Tetuán. Personalidades políticas como Nasser Zefzafi han cultivado una contestación radical de fondo, aspirando a liderar el tímido pero muy profundo Movimiento Popular del Rif, cuyo antecedente más legendario es Abd el-Krim, el fundador de la mítica y efímera República del Rif: temible antecedente para Mohamed VI.
Hace días, la embajadora de Francia en Rabat glosó la «excelencia» de las relaciones franco-marroquíes, dando una piadosa visión de un estado de tensión larvada desde hace años.
El monarca recurre al patriotismo nacional y religioso para fomentar una unión ante las amenazas exteriores
Mohamed VI ha sufrido dos operaciones a corazón abierto en los últimos años
Gira de Macron
Macron inicia esta semana la primera gira africana de su segundo mandato presidencial, con escalas en Camerún, Benin, Guinea-Bissau. Marruecos queda para más adelante. Los servicios de seguridad franceses sospechan sobre el posible espionaje marroquí de varios ministros y muchas personalidades francesas.
Históricamente, durante todo el siglo XX, las relaciones de España con Marruecos y Argelia han estado sometidas a crisis de gravedad alarmante. Los recurrentes asaltos fronterizos, en Ceuta y Melilla, el uso marroquí de las rutas de la inmigración subsahariana, recuerdan cada día el carácter inflamable que tienen para España las crisis internas de Marruecos.
Las tensiones en el Rif y el Sahara, entre las fronteras marroquí, argelina y española son un foco permanente de inestabilidad. Históricamente, la monarquía marroquí ha utilizado el ‘patriotismo’ en el Sahara, en la isla Perejil, en las Canarias, en Ceuta y Melilla, como arma diplomática: la ‘unión nacional’ contra España y los intereses españoles.