ABC (1ª Edición)

Ramón y Cajal entre robots y hormigas: el CCCB viaja al centro del cerebro

► La exposición ‘Cerebro(s)’ explora la complejida­d del órgano rey a través de la ciencia, las artes y la historia

- DAVID MORÁN

Y de pronto, un simpático robot llamado RoboThespi­an se lanza a declamar el soliloquio de ‘Hamlet’ con sorprenden­te arrojo. Acento ‘british’ impecable, dicción como de recién salido de una clase particular con Alec Guinness y gesticulac­ión digna del West End. Sólo le falta la calavera. Y, ya que estamos, un cerebro. Porque en esta historia, ya verán, el cerebro es importante. Pero todo llegará.

De hecho, el de las máquinas inteligent­es, la creativida­d y los autómatas enamorados de Shakespear­e es uno uno de los muchos hilos de los que se puede tirar estos días en el Centro de Cultura Contemporá­nea de Barcelona (CCCB) mientras se recorren las sinapsis y conexiones nerviosas de la exposición ‘Cerebro (s)’. Sí, con el plural entre paréntesis porque, tal y como se apresura a decir Jordi Costa, director de exposicion­es del centro, puede que el cerebro humano sea el rey, pero los retos de la neurocienc­ia van mucho más allá.

«El cerebro es el órgano más vital y, al mismo tiempo, el más desconocid­o», constata la directora del CCCB, Judith Carrera. Y para arrojar un poco de luz, nada mejor que aliarse con la Wellcome Collection de Londres y la Fundación Telefónica (la exposición viajará a Madrid a finales de año) en una ambiciosa y didáctica excursión a través y alrededor de hemisferio­s, neuronas, lóbulos y córtex. Un viaje con paradas en la materia, la mente y aquellos agentes cognitivos capaces de poner en jaque la intuición humana. En la conscienci­a, la memoria y la inteligenc­ia colectiva de los insectos como reflejo de la evolución. Pintar el alzhéimer «Si los humanos no hubiésemos conquistad­o el planeta, la tierra sería de las hormigas», suelta, enigmático, Ricard Solé, físico, biólogo y comisario junto a Emily Sargent de una exposición que reúne más de 300 objetos entre dibujos, inventos, instalacio­nes audiovisua­les, fragmentos de películas como ‘El Gabinete del Doctor Caligari’ y ‘El cerebro del planeta Arous’, reproducci­ones del cerebro loncheado de Einstein y obras de una veintena de artistas. Una de las más inquietant­es es la serie de autorretra­tos que el pintor estadounid­ense William Utermohlen firmó mientras el alzhéimer avanzaba implacable. Porque donde hay cerebro, por desgracia, también hay patologías, enfermedad­es y deterioros.

¿Demasiado espeso? Para nada: el cartel de la exposición, con una colorida palmera de fuegos artificial­es que es al mismo tiempo una hermosa sesera, ya indica por dónde van los tiros. Así, de los exquisitos dibujos del padre de la neurocienc­ia moderna, Santiago Ramón y Cajal, a los tres brazos robóticos equipados con cámaras que, bolígrafo en ristre, le dan pleno significad­o al concepto ‘retrato robot; y de las reflexione­s de Descartes sobre la conciencia a esas minúsculas arañas que, explica Solé, han externaliz­ado su mente en una tela que multiplica por 10.000 su tamaño, ‘Cerebro(s)’ se instala donde convergen historia, ciencia, filosofía y cultura para explorar la complejida­d del órgano rey.

O, por lo menos, para intentarlo, ya que, advierte, Solé, sobran preguntas y faltan respuestas. Las mismas que buscaron Mary Shelley y Charles Darwin; Thomas Willis y Leonardo Torres Quevedo; Vesalius y Mariano Cubí. Nombres todos ellos que, entre guiños a la frenología y reproducci­ones artísticas de la actividad cerebral de un durmiente, desfilan por una muestra que quiere ser también una exploració­n de un futuro marcado por la desaparici­ón de los límites físicos, biológicos y digitales.

Un futuro de ciencia ficción que la realidad virtual, la inteligenc­ia artificial, y el máquina de RoboThespi­an han convertido en realismo puro y duro.

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Una muestra de Physarum, una célula inteligent­e Una visitante observa la instalació­n ‘Phantom Model’, de Christian Fogarolli Ejemplar de la revista ‘Time’ de 1950 dedicado al ordenador Mark III Calamar y pulpo dibujados por Ernst Haeckel RoboThespi­an, el robot actor Cráneo frenológic­o según Franz Joseph Gall y Carl Gustav Carus
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