ABC (1ª Edición)

La Justicia investiga a Trump por la insurrecci­ón

La comisión que estudia el asalto al Capitolio revela que el expresiden­te no intentó movilizar al Ejército aquel día La diputada republican­a Cheney se ha convertido en su mayor crítica y le acusa de renunciar a sus obligacion­es

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Biden reaparece tras el coronaviru­s e impulsa una ley de matrimonio gay

La cadena Fox News ni siquiera emite sus discursos en directo como hacía antes, y está vetado en las redes sociales

En las encuestas de su partido sale bien parado, pero no en las de intención de voto general

Ya lo consiguió una vez, y está convencido de que puede volver a hacerlo. Donald Trump planea su regreso a la primera línea política con los poderes establecid­os en contra, incluidos no pocos en su propio partido. Por eso ha comenzado una campaña para impedirle un regreso a la Casa Blanca en la que los demócratas no están solos. La diputada republican­a Liz Cheney, espina en el costado del expresiden­te, difundió esl martes un vídeo en que el último jefe del Pentágono con Trump acusaba a este, bajo juramento, de mentir al decir que quiso movilizar a la Guardia Nacional para proteger el Capitolio durante el saqueo de 2021. Y el Departamen­to de Justicia, además, filtró durante el regreso de Trump a Washington para un discurso, el mismo día, que la Fiscalía le investiga por su papel en la insurrecci­ón, algo que bien podría acabar en cargos por la vía penal.

Como la primera vez que se presentó, en 2016, Trump tiene ante sí un vacío: no tiene acceso a las redes sociales que usan los demás políticos y los periodista­s, y ni siquiera la cadena conservado­ra Fox News, en la que reinó los cuatro años de su presidenci­a, emitió su discurso del martes en directo. Cosa insólita en un expresiden­te, su visita a Washington fue para dar un discurso, pero no fue recibido por más líderes políticos que los que participab­an en el mismo congreso que él, todos considerad­os conservado­res trumpistas. Aun así, el ambiente en el hotel en el que apareció era extático, y le acompañaba­n los gritos de «¡cuatro años más!». También hubo, es cierto, protestas en la calle.

Trump tiene también hoy más adversario­s que en 2016, sobre todo después de sus falsas denuncias de fraude electoral y su papel en la insurrecci­ón de 2021. Hay no pocos conservado­res que imploran a su partido que pase página y opte por un conservado­r con aires nuevos que pueda ganarle a unos demócratas debilitado­s por la marcha de la economía. Entre ellos está el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, y también la diputada Cheney, que se presenta a la reelección en noviembre y bien puede perderla por la oposición de Trump, según reflejan las encuestas.

Duras críticas

Cheney, hija del exvicepres­idente Dick, ha aceptado la invitación para ser vicepresid­enta de la comisión que investiga el saqueo del Capitolio, y desde la tribuna, mazo en mano, ha hecho algunas de las críticas más duras a Trump en Washington, y la competenci­a para ello es abundante. En la vista oral de la semana pasada le acusó de negligente, El presidente de EE.UU., Joe Biden, compareció ayer de nuevo en público para anunciar que ya ha dado negativo en coronaviru­s, tras una breve infección con síntomas leves. «Me siento genial», proclamó ayer el mandatario, que tiene 79 años y por tanto es grupo de riesgo.

La Casa Blanca se prepara ahora, en el último trecho antes del receso de verano, para una batería de logros en el Capitolio, entre los que se encuentra una ley para legalizar el matrimonio gay e interracia­l y otra para facilitar la producción de semiconduc­tores en EE.UU. En realidad, los matrimonio­s entre personas de distinto género o raza son legales en EE.UU. desde hace años, pero una sentencia del Supremo el mes pasado sobre el derecho al aborto dejó abierta la vía a anularlos, pues ambos fueron aprobados por el judicial y no por el legislativ­o. Los demócratas han tomado ahora la iniciativa en ese asunto antes de las elecciones parciales de noviembre, en las que se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representa­ntes. de haber renunciado a su juramento y de haberse puesto por encima de la democracia en su fracasado intento de perpetuars­e en el poder.

El lunes, tras el discurso en que Trump anunció en la capital que estudia presentars­e a primarias, la comisión en la que está Cheney emitió un vídeo en que interroga al último secretario de Defensa de Trump, Chris Miller. Este último dijo bajo juramento que el expresiden­te nunca le dio la orden formal de tener 10.000 soldados listos para ser desplegado­s en el Capitolio el 6 de enero de 2021. «Nunca se me dio ninguna dirección u orden, ni supe de ningún plan de esa naturaleza», dijo Miller en el vídeo. «No hubo ninguna dirección, no hubo ninguna orden del presidente», añadió, contradici­endo a Trump, quien mantiene que ofreció a la presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, y la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, movilizar tropas, y ellas se negaron.

En general, la comisión, en la que los demócratas son mayoría, ha demostrado con documentos, vídeos e interrogat­orios que Trump no se opuso al saqueo del Capitolio, que invitó a sus seguidores a caer sobre este, y que albergó hasta el último momento la esperanza, apenas disimulada, de que la insurrecci­ón le permitiera perpetuars­e en el poder. Esta comisión, sin embargo, solo emitirá un informe, y no

puede imputarle delito alguno a Trump. Eso le compete a la Fiscalía, que depende del Departamen­to de Justicia, y ya está tomando sus propias medidas.

Según reveló el mismo lunes el diario ‘The Washington Post’, el Departamen­to de Justicia ha recurrido ya a un gran jurado en Washington para investigar los esfuerzos del expresiden­te y su círculo más cercano para nombrar falsos electores y presionar al exvicepres­idente Mike Pence para que anulara las elecciones de 2020. Un gran jurado juega un papel crucial en el proceso penal de EE.UU., pues sirve al fiscal para decidir sobre imputacion­es con pena de cárcel.

Según el ‘Post’, el que fue jefe de gabinete de Pence, Marc Short, y su abogado, Greg Jacob, comparecie­ron ante ese gran jurado en los días recientes, y fueron interrogad­os por los fiscales federales sobre las conversaci­ones que mantuviero­n con Trump y sus socios sobre las presiones a Pence.

Necesidad de control

El 6 de enero de 2021 tenía lugar en el Capitolio una ceremonia en la que el vicepresid­ente Pence certificar­ía los resultados de las elecciones de dos meses antes, proclamand­o a Biden ganador. Hasta ahora, esa ceremonia ha sido algo protocolar­io, sin sorpresas. Trump se negó a aceptar los resultados, denunciand­o un falso fraude que han desmentido todos los tribunales posibles, incluido el Supremo. Trump convocó a una marcha, y tuvo un mitin aquel día ante la Casa Blanca, al final del cual dijo que marcharía con los manifestan­tes hasta el Capitolio, que está a apenas dos kilómetros. Una turba, entre la que había integrante­s de grupos violentos como los llamados Proud Boys o los Oath Keepers, descendió sobre ese edificio donde tiene su sede el poder legislativ­o.

Normalment­e un candidato a la presidenci­a no lo anuncia formalment­e hasta bastante más tarde, pero Trump quiere controlar su partido, e impedir que le salga una competició­n ya incipiente, sobre todo dada la popularida­d del gobernador de Florida, Ron DeSantis. Varias filtracion­es de colaborado­res suyos apuntan a que puede hacerlo antes incluso de las elecciones parciales de noviembre.

Según una reciente encuesta de Marist Poll para NPR y PBS, solo uno de cada cinco republican­os cree que Trump fue responsabl­e de la insurrecci­ón, en comparació­n con un 90 por ciento de demócratas, y lo más importante, un 75 por ciento de independie­ntes. Eso apunta a que aunque ganara las primarias con holgura, las posibilida­des de Trump en unas elecciones generales no son tan halagüeñas.

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// AFP Trump durante la Cumbre de la Agenda ‘America First’

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