ABC (1ª Edición)

Hacia una nueva Transición

La primera medida de Feijóo debe ser defraudar a la parte de sus votantes que le piden que asuma el juego marrullero de Sánchez

- JOSÉ F. PELÁEZ

DEFENSA y ataque son conceptos que se producen a la vez. No son espacios diferentes ni, mucho menos, antitético­s, sino apenas fases conceptual­es de lo mismo. La mera tenencia de la pelota no divide el mundo en dos y la realidad es que siempre se está atacando y defendiend­o. Por eso, cuando un equipo defiende, ha de hacerlo de manera que, en caso de robar el balón, se encuentre en la mejor posición posible para atacar. Y al revés: se ataca de modo que, en caso de perder la pelota por el camino, no se haga donde se facilitan las cosas al rival. Esto tiene implicacio­nes. Quizá la más clara sea que no se puede atacar de cualquier manera, sino de modo conservado­r. Y que no se puede defender de cualquier modo, sino con ambición, audacia y el gol en la cabeza. Así que prudencia en el ataque y ambición en defensa. Por algún motivo, la gente hace lo contrario, es decir, atacar con ambición y defender con prudencia. Y no funciona, claro. El aficionado medio lo celebra, pero nada, solo es populismo, efectismo y trampantoj­os. Supongo que será culpa del cerebro reptiliano, el mismo que nos hace mantener posiciones perdedoras en bolsa de modo indefinido pero que, en cuanto ganas, te urge a vender. Somos conservado­res en la ganancia y arriesgado­s en la pérdida, cuando debería ser al revés.

Creo que Feijóo lo sabe.No podemos asegurar que lo tenga hecho ni debería gastar un minuto en tomar medidas para cambiar el colchón de La Moncloa, pero como hace tiempo que solo creo en Dios, en Morante y en Narciso Michavila, podemos afirmar que, como poco, lo tiene bastante bien. GAD3 ya le da 159 escaños y, contra este PSOE enloquecid­o, es posible que acabe rozando la mayoría absoluta. Por eso debe empezar a pensar ya qué va a hacer cuando llegue al poder. Muchos dirán que es precipitad­o, que queda mucho y que no es momento, pero esa es la postura perdedora, la que te dice que hasta que no tengas el balón no te plantees que vas a hacer con él. De un líder se espera más, que vaya dos jugadas por delante y tenga claro qué va a hacer y en qué orden.

La primera medida de Feijóo debe ser defraudar a la parte de sus votantes que le piden que asuma el juego marrullero de Sánchez, que se tome la revancha y que descarte todo acuerdo. Debe hacer justo lo contrario. Tras Sánchez no iremos a una legislatur­a más sino a una segunda Transición y la prioridad debe ser recuperar institucio­nalmente a España, reconstrui­r las relaciones internacio­nales y con el resto de poderes del Estado, empezando por la jefatura. Y poner el foco en las reformas que necesita nuestra economía. El PP ni puede ni debe hacer eso solo, España necesita grandes acuerdos y no se trata de cambiar un populismo por otro: se trata de acabar con el populismo, las guerras culturales y actuar con grandeza. Esta es la postura realmente conservado­ra, que no solo es la más inteligent­e, la más productiva y la más valiente. La historia nos enseña que, en los momentos clave, también es la más ambiciosa.

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