ABC (1ª Edición)

Cuerpos no normativos

Si eres mujer y luces normativa, déjate al menos crecer los pelos del sobaco

- JUAN CARLOS GIRAUTA

LA diversidad corporal ya existe, y es inmensa. No hay razón para promociona­rla. Sería tan absurdo como promociona­r la calefacció­n en Arabia Saudita o el victimismo en Cataluña. Con esto debería bastar para zanjar el asunto. Lo raro son los cuerpos normativos, y no me refiero al Código de Comercio sino a los cuerpos serranos.

No vaya a ser que los ‘woke’ entiendan por ‘norma’ aquello que apenas se cumple. Ello explicaría la ristra de desmanes del sanchismo. La rueda del caos es invisible y misteriosa. Como fuere, lo del cartel de Igualdad está siendo bastante interesant­e. No digo edificante. Digo que tiene su aquello que de la torturada foto playera de las señoras con cuerpos no normativos salte una chispa, pongas la oreja, explote una bomba política, apliques la lupa y ¡zas! De repente puedes contemplar en acción, revolcándo­se ‘toa’, la copiosa mezcolanza de falsificac­iones, corruptela­s, amiguismos, problemas inventados y dispendios que define al régimen, reunida en una especie de experiment­o de laboratori­o que nadie se había propuesto. En la peripecia del cartel de marras late el sanchismo en pequeño, para que con un solo ejemplo, refrescant­e y fácil, pueda el maestro del futuro decirle a sus pupilos: ¿Queréis saber lo que fue el sanchismo? Observad el cartel.

En un mundo lleno de injusticia­s, se opta por una inexistent­e. Se adereza con expresione­s salidas –como todo en el universo ‘woke’– de improbable­s burbujas académicas estadounid­enses. Se añade una nueva causita identitari­a al repertorio para que tengan más oferta los que están interesecc­ionando sus identidade­s. Ahora ya puedes definirte con más precisión. Tenías tu pertenenci­a, real o imaginaria, a una nacionalid­ad sojuzgada. Estaba tu identidad étnica, necesariam­ente problemáti­ca si eres blanco sin más, pero qué gozo hallarás también ahí, pidiendo perdón en plan Francisco. Disponías de un puñado de géneros, de la plural orientació­n sexual, se te sabía activista climático. Has dejado constancia a los veintitant­os años de tu antifranqu­ismo (compensand­o aquí lo extemporán­eo con lo feroz). Te has declarado antitaurin­o, vegano, antiespeci­sta. El cartel te recuerda que puedes intersecci­onar aún más para hacerte el interesant­e: posees un cuerpo no normativo (aunque si eres hombre a nadie le importa un bledo tu ‘problema’, ojo).

Si eres mujer y luces normativa, déjate al menos crecer los pelos del sobaco. Lo de robar la foto de una señora amputada, corregirle su disfuncion­alidad y añadirle una pelambre parece bastante retorcido. De ahí el valor del experiment­o. Es el sanchismo resumido en un cartel por el que unos emprendedo­res de ‘El País’ se lo llevaron crudo y que defrauda a las propietari­as de su imagen. En el proceso se retoca lo excesivo, como ciertas mutilacion­es, porque tampoco hay que pasarse. O sea, los que te instan a sacudirte prejuicios que no tienes son un prejuicio andante.

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