ABC (1ª Edición)

El PSOE fía a la fragmentac­ión electoral sus esperanzas para seguir gobernando en Aragón

➤ Lambán se mantiene en el poder gracias al PAR, que en 2019 rompió s u alianza con el PP e impidió que gobernara

- ROBERTO PÉREZ

Aragón es el paradigma del minifundis­mo político, de la fragmentac­ión electoral extrema. Nunca una autonomía con tan modesta población ha tenido tal cantidad de partidos en sus Cortes regionales. En Aragón, con alrededor de 1,3 millones de habitantes, los 67 escaños de su Parlamento autonómico se los reparten ocho partidos. La fragmentac­ión viene de lejos, es tradición, pero en las elecciones de 2019 dio una vuelta de tuerca más y benefició al PSOE. En esa larga lista de partidos con escaño, la mayoría son socios potenciale­s de los socialista­s. Por la mínima, Lambán consiguió mantenerse en el poder. Tras una primera legislatur­a en la que gobernó gracias a los votos de Podemos, que fueron los decisivos para la investidur­a de Lambán en 2015, tras las elecciones de 2019 la llave volvió a tenerla el PAR, la bisagra más veterana de la política aragonesa. El PAR decidió romper con el PP –al que estuvo coaligado hasta unas semanas antes– y aliarse con Lambán, Podemos y la Chunta, a cambio de un ventajoso trato que le ha garantizad­o la vicepresid­encia y la Consejería de Industria, además de un jugoso puñado de asalariado­s políticos diversos. Y todo eso teniendo solo tres de los 67 escaños que componen las Cortes de Aragón.

Ahora, en el PSOE reconocen que lo van a tener complicado para conservar el poder tras las elecciones autonómica­s de mayo de 2023. La razón es sencilla: si en 2019 el centro-derecha ya podía haber gobernado si no lo hubiera impedido el PAR –que tradiciona­lmente es también de centro-derecha–, con el actual declive de la izquierda el panorama se le enrevesa.

Los candidatos

Los socialista­s fían sus esperanzas a que la fragmentac­ión del voto perjudique a la derecha y, por la política de los pactos, eso impida que el PP llegue al Gobierno de Aragón. Actualment­e, Lambán preside un Ejecutivo cuatripart­ito formado por el PSOE, Podemos, los soberanist­as de la Chunta y el PAR, una amalgama en la que partidos que se repudiaban pasaron a convertirs­e en cómodos socios para repartirse el poder.

A falta de que se anuncien oficialmen­te los nombres de los candidatos, se da por hecho que Javier Lambán volverá a ser el aspirante del PSOE para presidir Aragón y que el del PP será el actual alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, una figura al alza en las filas populares que ha insuflado nuevos aires al partido en esta comunidad autónoma. Tras perder el Gobierno de Aragón en las elecciones de 2015, Luisa Fernanda Rudi dejó la política regional y el timón del PP aragonés. La sustituyó Luis María Beamonte, que no logró recuperar el Ejecutivo autonómico en 2019 y con él, el PP fue visto por los socialista­s de Lambán como un partido «cómodo».

La llegada de Azcón ha imprimido un nuevo sello, con una labor de oposición reforzada. Cambio de rostro y de formas que en el PP confían que multipliqu­e la ola de cambio que se observa a nivel nacional: los populares al alza y el PSOE y Podemos en claro retroceso. Jorge Azcón consiguió que el PP volviera a gobernar Zaragoza tras dieciséis años seguidos de alcaldes de izquierdas –doce del socialista Belloch y cuatro de Pedro Santisteve, de la órbita de Podemos–. La alcaldía de Zaragoza ha otorgado a Azcón una preciada proyección política, relevante en una región en la que prácticame­nte la mitad de sus habitantes se concentran en la capital.

La izquierda, a la baja

A Lambán, sin embargo, le toca hacer frente a la erosión natural que supone llevar ya dos legislatur­as en el Gobierno regional, a lo que se añade el declive del PSOE. En su entorno empiezan a cundir las voces que le aconsejan, como estrategia, que vuelva a marcar distancias con Pedro Sánchez. Incluso que esconda disimulada­mente las siglas del partido, porque cotiza a la baja, y que opte por explotar su marca personal. Equilibris­mo, en suma, para quien lleva años practicand­o el discurso variable: se proclama republican­o a la vez que defiende la figura del Rey; ataca al independen­tismo, pero no censura que el PSOE gobierne España con los secesionis­tas como socios; se arrimó a Sánchez tras declararse antisanchi­sta; y en su día reprochó a su jefe de filas que defendiera una alianza de gobierno con Podemos y los separatist­as –Bildu incluida– pero, para mantenerse en el poder, Lambán puso en práctica esa receta de la que poco antes había renegado con vehemencia. Fue así como se embarcó en su actual cuatripart­ito, en el que son socios destacados Podemos y los soberanist­as de la Chunta.

El efecto Teruel Existe

En el apartado de las incógnitas electorale­s, en Aragón está por ver qué efecto tiene la irrupción de Teruel Existe en la política autonómica. Su estreno en las elecciones generales de 2019 fue contundent­e y erosionó especialme­nte al PSOE. Por eso Lambán los observa de reojo y los ha tratado, en ocasiones, con indisimula­do desdén. Eso a pesar de que Teruel Existe se convirtió en socio de Sánchez, en uno más de los múltiples aliados con que contó para mantenerse en La Moncloa tras las generales de noviembre de 2019.

En el Parlamento aragonés, los ocho partidos que actualment­e tienen escaño son el PSOE (14), PP (16), Ciudadanos (12), Podemos (5), Chunta (3), Vox (3), PAR (3) e IU (1). El PP cuenta con acaparar los votos del desmoronam­iento de Ciudadanos, pero es consciente de que para llegar al Gobierno dependerá de Vox y, posiblemen­te, de un tercero. El PAR confía en volver a ser bisagra con un escaso puñado de votos, pero Teruel Existe también aspira a ser decisivo. Por su parte, las esperanzas para el PSOE pasan por caer moderadame­nte y que la fragmentac­ión le dé opción de reeditar coalicione­s multicolor­es.

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// FABIÁN SIMÓN Javier Lambán (PSOE), presidente de Aragón desde 2015

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