Buenos los resultados y las perspectivas
La pasada fue la semana fuerte de resultados del segundo trimestre. En pocos días se concentraron los resultados de muchas de las compañías cotizadas españolas y más allá del atracón que muchos se tuvieron que dar –quizá la CNMV debería animar a que se espaciaran algo más en el tiempo–, las conclusiones generales fueron muy buenas.
De momento no hay síntomas de que la cosa vaya a peor y, mejor todavía, las perspectivas de las compañías para lo que queda de año siguen siendo buenas. El tan temido otoño de momento no les preocupa a las compañías. Han sido muchas las preguntas de inversores y periodistas que los responsables de las distintas empresas han tenido que responder estos días sobre cómo ven las cosas a la vuelta del verano y no han dado ningún mensaje especialmente preocupante.
Evidentemente, no tienen bola de cristal y hablan solo con la visibilidad que les proporciona o bien la cartera de pedidos o los distintos indicadores adelantados que utilizan para analizar por donde pueden ir las cosas pero de ninguna manera el tono que han utilizado es por asomo comparable al que nos desayunamos a diario sobre lo que está por venir.
El tan cacareado aterrizaje forzoso de la economía mundial puede que acabe sucediendo pero desde luego que no se ve por ninguna parte. No ha habido revisiones significativas del negocio esperado en los próximos trimestres, los resultados en muchos casos están cerca de récords históricos y los datos que miden la actividad económica siguen siendo más que razonables. Puede que llegue el 1 de octubre, fecha que muchos apuntan para el inicio del fin, y que el mundo haya descarrilado. O puede que no sea así. Si no se termina rompiendo nada, lo más probable es que los miedos de la vuelta al cole hayan sido exagerados, aunque el crecimiento se resienta algo por los mayores tipos de interés, y la psicosis que hemos vivido estas semanas quede en una anécdota.