Misión secreta: así llevaron Pedro de Borbón y la Orden Constantiniana una ambulancia a Ucrania
» «Cuando llegamos a Yasinya se nos cayó el alma a los pies. Tienen un hospital pero dista bastante de serlo»
La calurosa tarde del pasado 20 de julio, justo cinco meses después de que Rusia comenzara la guerra con Ucrania, tres caballeros –y no es una forma de hablar–, en un punto de Madrid se suben a una Renault Master con matrícula española. Por fuera está rotulada en ucraniano. Por dentro, equipada hasta los dientes: desfibrilador, respirador... Es una ambulancia y su destino es Yasinya, un pueblo de 8.000 habitantes en los Cárpatos ucranianos.
Sus ocupantes, que se turnarán para conducir los 3.500 kilómetros y más de 30 horas de viaje, se santiguan y comprueban que llevan consigo toda la documentación. La necesitan para pasar desapercibidos. Arrancan con una condición: «No se envía ni una sola foto antes del final de la misión», revela a ABC Álvaro Zuleta, uno de los tres conductores. ¿Por qué tanto secretismo?
El viaje a Ucrania es una misión civil y privada, pero uno de los ocupantes luce apellido Real. Es don Pedro de Borbón
Dos Sicilias, duque de Calabria, primo del Rey Felipe VI y Gran Maestre de la Orden Constantiniana de San Jorge. La Fundación de esta institución ha gestionado la donación de la ambulancia que el duque quiere entregar. Ha oído que la ayuda humanitaria a veces «no llega a las zonas más desfavorecidas y alejadas de la frontera». Como Yasinya. Lo explica Álvaro Zuleta de Reales Ansaldo, presidente de la Orden en España y duque de Linares.
El tercer hombre se llama
Alejandro Ferrer Dalmau y es sobrino del famoso pintor de batallas. Los tres son, y así se entiende el arranque de este reportaje, caballeros de la Orden Constantiniana, una institución religiosa militar con raíces medievales que hoy también libra sus propias batallas. Eso sí, sin armaduras ni escudos.
«A través de varios cooperantes conocimos la situación en Yasinya», recuerda Álvaro Zuleta. Gracias a ellos, el alcalde de esta localidad escribió a la Orden: «Una ambulancia, por favor». Se buscó, se compró y se dotó con financiación de los Caballeros y Damas de la Delegación de la Orden en España y en el Reino Unido. En total, más de 40.000 euros.
Lección de vida
Los puntos fronterizos eran lo que más les preocupaba. «Para evitar problemas nos habíamos coordinado con las embajadas», recuerda el duque de Linares. España, Francia, Italia, Eslovenia, Hungría y Rumanía: ni en las reservas ni en la documentación aparecían sus nombres, sino el de la Fundación de Orden Constantiniana.
Varias horas y «unos parajes espectaculares» separan Yasinya del check point con Rumanía. La ambulancia les cubrió junto a dos cooperantes en la zona, Juan Reynols y Antonio
Hasta entonces, no habían llevado coche de apoyo. «Quizá eso fue un poco arriesgado. Tanto don Pedro como yo hemos hecho la mili. No sé si somos unos inconscientes, pero no puedes decir que hay que hacer algo y no hacerlo: empieza tú», confiesa Zuleta.
«Cuando llegamos a Yasinya se nos cayó el alma a los pies. Tienen lo que ellos llaman un hospital, pero dista bastante de serlo para unos ojos occidentales como los nuestros. Lo que había allí no era viejo, era de anticuario», relata el duque de Linares. La ambulancia era un regalo del cielo.
«De Yansinya dependen cuatro poblaciones más pequeñas», explica. La ambulancia está pensada para dar servicio asistencial, pero dada su dotación podría operar en zona de conflicto. «Allí no ha habido bombardeos. Sí más al oeste, pero el ambiente de guerra se respira nada más pasar la frontera», explica Zuleta. De vuelta, había que cruzar de nuevo.
Al aterrizar en Madrid, preguntas en casa: ¿Por qué tú? ¿Qué necesidad? La respuesta de los constantinianos dista de lo que querrían oír sus familias: «Lo que hemos hecho es un parche en un drama humano de dimensiones superlativas. Cuando has ido una vez, sabes con más precisión cómo lo harías mejor la próxima vez, porque no te sacia, hay que hacer más». Y así, al contrario que su viaje, sus intenciones no parecen muy secretas.