ABC (1ª Edición)

Morante traslada su oficina del arte al corazón de Guipúzcoa

El sevillano, en el paseíllo número 51 de un año en el que quiere llegar a los 100, da una lección de toreo que marra con la espada. Luque sale a hombros

- JUAN ANTONIO PÉREZ

A la una y media de la tarde del 1 de agosto, con media España en la playa y la otra media muerta de envidia por no poder irse de vacaciones, Juan José Trujillo, de Málaga; Antonio Jiménez ‘Lili’, de Alcalá de Guadaira; y Francisco Javier Sánchez Araújo, de Algeciras, se comen una croquetas y se beben un tinto de verano en la barra del Gran Hotel Balneario de Cestona, incrustado desde el siglo XIX en el valle del Urola, el corazón de Guipúzcoa. Cuatro horas después, siesta mediante y ya uniformado­s, los tres esperan a su jefe en la recepción mientras el resto de huéspedes, la mayoría jubilados, se pasean en albornoz y chanclas de camino a las aguas termales.

La cuadrilla de Morante de la Puebla se ha pegado una paliza de 1.000 kilómetros en furgoneta desde El Puerto Santa María para torear en Azpeitia la corrida 51 de la temporada. Trujillo viene «fastidiado» porque un toro de Garcigrand­e le echó mano y Lili confiesa que, de tanto viaje, nunca se acuerda del número de las habitacion­es en las que descansa. El otro día, por ejemplo, se quedó dormido y al despertar, desorienta­do, cayó en la cuenta de que estaba en la camilla del ‘fisio’ de su pueblo. El banderille­ro más fiel de Morante, su escudero desde hace 27 años, casado y con dos hijos, añade con guasa que tampoco sabe si su mujer lo pasa peor cuando se va o cuando, de casualidad, regresa a casa.

El líder del escalafón se ha propuesto este año algo que nadie hace desde 2008, en los albores de la crisis económica: alcanzar las cien corridas. De hecho, nadie ha llegado siquiera a las 70 en la última década.

«Que venga Morante a Azpeitia es un éxito», afirma Joxín Iriarte, al frente de la comisión taurina organizado­ra de la Feria de San Ignacio, que celebra su tercera y última corrida. La contrataci­ón del torero sevillano se cerró en febrero. Se trata de la primera vez en 25 años de alternativ­a que visita este rincón vasco de 15.000 almas dedicado a la industria y en cuyo seno se alza el Santuario de Loyola.

No obstante, aquí la presencia de las figuras es una rareza. La centenaria plaza, conocida como La Bombonera, tiene capacidad para unos 3.300 espectador­es y el tipo de toro que se lidia es serio, cuajado, de encaste variado y superior categoría. «Hay números que no pueden cuadrar y sabemos hasta dónde podemos llegar. No me complico la vida. Nuestra única pretensión es no perder dinero. De lo contrario, lo tengo que poner de mi bolsillo», expone Iriarte.

Que Morante, simpatizan­te de Vox, se anuncie en una tierra gobernada por Bildu con mayoría absoluta, entra dentro de la normalidad taurina. Los toros derriban un montón de prejuicios a poco que se les preste atención. «Nunca ha habido ningún problema, tenemos independen­cia total», asegura Iriarte. «Azpeitia es tradición al toro desde tiempo inmemorial», corrobora Jesús Ferro, asesor del presidente (siempre es un cargo público), aunque su criterio va a misa.

Philippe Ramazeille­s y Babe Castro, un matrimonio de franceses, han venido a propósito desde Mont-de-Marsan. En el verano de 1990, avatares del destino, se alojaron en La Puebla del Río y se enamoraron del lugar. Allí había un niño llamado José Antonio Morante, que soñaba con ser torero y a quien conocieron al cabo de los años. Hoy, este matrimonio de franceses lo sigue con devoción.

La expectació­n es enorme. El festejo se retrasa para que la gente se apretuje en los tendidos de una plaza que más bien parece un caserío. Como Morante, el ganado de La Palmosilla también debuta en Azpeitia. A Gastadito, negro listón, el toro número 100 de la temporada, lo recibe por chicuelina­s y la faena fluye con sencillez, pura armonía, ni un enganchón, desde el inicio apoyado en tablas. Así el toro no tiene más remedio que embestir a derechas e izquierdas.

Al cuarto, Resuelto, castaño chorreado, le tiene que insistir como Don Juan Tenorio para que, al final, surjan excelentes naturales de uno en uno. La pena es el fallo a espadas con ambos, que deja el premio en dos grandes ovaciones y una vuelta al ruedo. Daniel Luque, pleno de lucidez, corta dos orejas al quinto y Diego Carretero abrocha la feria con otro trofeo bien ganado.

El jueves, la oficina del arte se traslada a Palma de Mallorca. Y Trujillo, Lili y Sánchez Araújo abandonará­n la furgoneta y cogerán el avión. Un lujo.

Simpatizan­te de Vox, Morante se anunció en una tierra gobernada por Bildu con mayoría absoluta

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// ÍÑIGO ROYO Morante de la Puebla saludó a su primer toro por chicuelina­s
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// Í. ROYO Morante y Lili, con el conejo que lanzaron del tendido

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