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No le bastan los problemas de todo tipo que tiene en España y está dispuesto a cargar con los de una organización que se cae de vieja
A Ysabemos cuál es el siguiente objetivo de Pedro Sánchez: la Internacional Socialista. Pero, ¿existe todavía la Internacional Socialista?, se preguntarán muchos, incluidos sus seguidores. Últimamente apenas se hablaba de ella, tras el cisma interno del socialialismo marxista y la socialdemocracia, que ganó esa guerra interna, aunque de poco le sirvió, pues el auge de los fascismos les obligó a juntarse, refugiándose buena parte de ellos en Moscú durante la Segunda Gran Guerra, lo que les hizo abjurar del comunismo al regresar a sus países, donde gozaron de varias décadas de gobierno alternativo con la democracia cristiana y participaron activamente en la construcción de la Comunidad Europea. Pero la vuelta al comunismo leninista de Vladímir Putin ha sido un golpe casi mortal para el socialismo democrático en países como Francia e Italia, donde tenía mayor arraigo.
Nada de eso impidió que, en la reunión que hace un mes mantuvieron sus representantes en Ginebra, decidieran, a propuesta de los socialistas españoles, que el próximo congreso lo celebrarían en Madrid a finales de noviembre, para «estudiar los enormes desafíos a los que se enfrentan y trazar el rumbo a seguir». Habiendo presentado Pedro Sánchez su candidatura a presidir el grupo, algo que no ha logrado ningún español hasta la fecha, con buenas posibilidades de alcanzarla, dada la baja forma que atraviesa el grupo y los malos resultados electorales cosechados por las franquicias socialistas en buena parte de Europa. Puede que, para animarla, se celebre casi simultáneamente la cita de la Internacional Socialista de Mujeres. Nuestro presidente es así: no le bastan los problemas de todo tipo que tiene en España y está dispuesto a cargar con los de una organización que a estas alturas se cae de vieja. Aunque no todo es generosidad por su parte. Nada es generoso en él. Sabe que ese congreso y ese cargo le ayudarán en fechas cercanas a las próximas elecciones españolas. ¿Se atreverán los españoles a rechazar a todo un presidente de la Internacional Socialista?, se habrá preguntado más de uno en el palacio de La Moncloa.
El mayor problema, sin embargo, es otro. El mayor problema es que tal cargo le obliga a definirse clara e inequívocamente de izquierdas, sin tapujos ni falsedades. Con ocasión de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, él mismo ha dicho y hecho profesión de atlantismo, de norteamericanismo y de anticomunismo. ¿Cómo va a combinarlo con comunistas en su Gobierno? Va a ser el mayor espectáculo de la historia del ilusionismo, del escapismo y de la magia blanca o negra. En mala situación debe de encontrarse cuando inicia esta huida hacia adelante, su truco favorito para escapar de las situaciones comprometidas. Hasta caer en su propia trampa. Como el aumento del paro en julio.