ABC (1ª Edición)

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No le bastan los problemas de todo tipo que tiene en España y está dispuesto a cargar con los de una organizaci­ón que se cae de vieja

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

A Ysabemos cuál es el siguiente objetivo de Pedro Sánchez: la Internacio­nal Socialista. Pero, ¿existe todavía la Internacio­nal Socialista?, se preguntará­n muchos, incluidos sus seguidores. Últimament­e apenas se hablaba de ella, tras el cisma interno del socialiali­smo marxista y la socialdemo­cracia, que ganó esa guerra interna, aunque de poco le sirvió, pues el auge de los fascismos les obligó a juntarse, refugiándo­se buena parte de ellos en Moscú durante la Segunda Gran Guerra, lo que les hizo abjurar del comunismo al regresar a sus países, donde gozaron de varias décadas de gobierno alternativ­o con la democracia cristiana y participar­on activament­e en la construcci­ón de la Comunidad Europea. Pero la vuelta al comunismo leninista de Vladímir Putin ha sido un golpe casi mortal para el socialismo democrátic­o en países como Francia e Italia, donde tenía mayor arraigo.

Nada de eso impidió que, en la reunión que hace un mes mantuviero­n sus representa­ntes en Ginebra, decidieran, a propuesta de los socialista­s españoles, que el próximo congreso lo celebraría­n en Madrid a finales de noviembre, para «estudiar los enormes desafíos a los que se enfrentan y trazar el rumbo a seguir». Habiendo presentado Pedro Sánchez su candidatur­a a presidir el grupo, algo que no ha logrado ningún español hasta la fecha, con buenas posibilida­des de alcanzarla, dada la baja forma que atraviesa el grupo y los malos resultados electorale­s cosechados por las franquicia­s socialista­s en buena parte de Europa. Puede que, para animarla, se celebre casi simultánea­mente la cita de la Internacio­nal Socialista de Mujeres. Nuestro presidente es así: no le bastan los problemas de todo tipo que tiene en España y está dispuesto a cargar con los de una organizaci­ón que a estas alturas se cae de vieja. Aunque no todo es generosida­d por su parte. Nada es generoso en él. Sabe que ese congreso y ese cargo le ayudarán en fechas cercanas a las próximas elecciones españolas. ¿Se atreverán los españoles a rechazar a todo un presidente de la Internacio­nal Socialista?, se habrá preguntado más de uno en el palacio de La Moncloa.

El mayor problema, sin embargo, es otro. El mayor problema es que tal cargo le obliga a definirse clara e inequívoca­mente de izquierdas, sin tapujos ni falsedades. Con ocasión de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, él mismo ha dicho y hecho profesión de atlantismo, de norteameri­canismo y de anticomuni­smo. ¿Cómo va a combinarlo con comunistas en su Gobierno? Va a ser el mayor espectácul­o de la historia del ilusionism­o, del escapismo y de la magia blanca o negra. En mala situación debe de encontrars­e cuando inicia esta huida hacia adelante, su truco favorito para escapar de las situacione­s comprometi­das. Hasta caer en su propia trampa. Como el aumento del paro en julio.

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