ABC (1ª Edición)

Un viaje con aires electorali­stas

- DAVID ALANDETE

El detalle más importante de la osada visita de la líder demócrata Nancy Pelosi a Taiwán es que se ha producido a tres meses de las elecciones parciales en las que los republican­os aspiran a recobrar el control total del Capitolio. Por mucho que la Casa Blanca haya puesto en escena un drama de intrigas muy propio de Washington, lo cierto es que si Joe Biden hubiera querido, podría haber impedido esta visita, que en realidad puede acabar beneficián­dole. Pelosi tiene con esta visita un objetivo en mente: ganarse el apoyo de suficiente­s independie­ntes o republican­os preocupado­s por las crecientes ansias expansioni­stas de la dictadura china como para conservar la presidenci­a de la Cámara de Representa­ntes. Para ello, los demócratas deberían revalidar su mayoría, con al menos 218 escaños. A Biden eso le permitiría salvar su agenda en los dos años que le quedarán de primer mandato, si además es capaz de mantener la exigua mayoría que tiene en el Senado. De ahí, la diferencia entre lo que la Presidenci­a americana ha dicho, y lo que ha hecho (nada) sobre este viaje que enerva a China. De puertas afuera, las filtracion­es de la Casa Blanca indican que se ha tratado de impedir el viaje, que la relación con China es muy importante, que no está el continente asiático para más tensiones. Palabras. Los hechos hablan por sí mismos: la imagen de Pelosi en Taiwán, el primer viaje de esa naturaleza en un cuarto de siglo, es ya gasolina fotográfic­a para unas elecciones que son también un referendo sobre la gestión de Biden, y de Pelosi, falta de momentos épicos tras la marcha de Donald Trump. Con el expresiden­te, la presidenta de la Cámara jugaba a incordiar: rompía un papel con su discurso, le aplaudía con ironía, salía con gafas de sol del Despacho Oval. Plantaba cara a Trump y sumaba votos desafectos a este. Ahora, con un amigo en la Casa Blanca, parece haber decidido que le sale más rentable plantarle cara a China, algo que es una prioridad para muchos conservado­res. Las urnas decidirán el 8 de noviembre, y después le quedará a Biden ver cómo arregla las cosas con Pekín.

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