ABC (1ª Edición)

Al Qaida busca líder para la yihad global tras la muerte de Al Zawahiri

▶ Los expertos apuntan al egipcio Saif al Adel como uno de los candidatos a sustituirl­o, aunque las franquicia­s recelan de sus conexiones con Irán

- MIKEL AYESTARAN

Después de una década en la absoluta clandestin­idad, oculto en algún lugar en las montañas entre Afganistán y Pakistán, el misil de un dron acabó con la vida de Ayman Al Zawahiri, de 71 años, en una lujosa villa en el centro de Kabul. El líder de Al Qaida (AQ) vivía allí junto a su familia y como huésped de la red Haqqani, la facción talibán encargada de la seguridad en Kabul y también la que fuera responsabl­e de los atentados más sangriento­s durante los 20 años de presencia militar estadounid­ense.

Cuando Barack Obama anunció al mundo la muerte de Osama bin Laden tras la operación en la localidad paquistaní de Abbottabad en 2011, no hubo dudas sobre la persona que recogería el testigo del saudí. Todas las miradas apuntaron a un Al Zawahiri mucho menos carismátic­o, pero con galones dentro de la organizaci­ón debido a su papel de fundador e ideólogo. La ‘shura’ de Al Qaida Central (órgano de toma de decisiones) designó a este médico egipcio que entonces contaba con 60 años y desde entonces su liderazgo ha sido incuestion­able. Su mandato ha estado marcado por la irrupción del grupo yihadista Daesh –Estado Islámico (EI)–, que instauró un ‘califato’ entre Siria e Irak y eclipsó durante unos años a AQ como amenaza global. Esta irrupción no ha acabado con el peso ideológico con el que cuenta AQ.

Zawahiri ha sido también uno de los impulsores del rediseño de la organizaci­ón que ya puso en marcha Bin

Laden antes de su muerte y que consiste en pasar de ser un aparato centraliza­do y jerárquico a una red global descentral­izada con franquicia­s como Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) o Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) o grupos que han jurado su lealtad desde Somalia, Siria o el subcontine­nte Indio. Una estrategia para globalizar la marca y escapar del férreo marcaje de los aviones no tripulados de Estados Unidos.

Con Bin Laden y Al Zawahiri fuera de combate, la organizaci­ón ha perdido a sus dos figuras más importante­s y llega «un punto de inflexión», según Sergio Altuna, investigad­or del Real Instituto Elcano. Todos los expertos apuntan al egipcio Saif al Adel como uno de los candidatos a ocupar un puesto que es clave porque «AQ Central no deja de ser la matriz ideológica, la que aporta el significad­o a la ideología del yihadismo global», recuerda Altuna, quien considera que «posiblemen­te estemos ante un cambio generacion­al que demanda parte de la militancia».

Adel, que tiene entre 59 años y 62 años, estaría desde hace años bajo la protección de la República Islámica en Teherán, un punto que no juega a su favor de cara a los seguidores de la organizaci­ón. Charles Lister, experto en terrorismo del Middle East Institute, reflexionó en su canal de Twitter sobre la crisis sucesoria y calificó la posible elección de Adel como «sentencia de muerte» para las aspiracion­es de AQ como organizaci­ón global ya que las franquicia­s no han ocultado su recelo ante una figura basada en la gran potencia chií de la región, la secta opuesta del islam.

Lealtad de las franquicia­s

La sucesión al frente de la organizaci­ón abre también las puertas a que la persona elegida llegue de alguna de las franquicia­s regionales. Altuna no piensa que esta vaya a ser la opción elegida ya que «el elemento fundamenta­l que vertebra el movimiento yihadista es su ideología y las principale­s aportacion­es a la misma tras la globalizac­ión del fenómeno provienen de la matriz y de los ideólogos directa o indirectam­ente relacionad­os con Al Qaida Central, no con sus franquicia­s».

Los talibanes condenaron de

La operación de EE.UU. revela un secreto a voces: los talibanes continúan dando cobijo a elementos importante­s de Al Qaida

forma genérica la operación de Estados Unidos en Kabul, sin mencionar a Al Zawahiri. El sucesor de Bin Laden no dudó en jurar lealtad a Hibatulá Ajunzada cuando este se puso al frente del movimiento talibán en 2016, y habrá que ver qué sucede ahora tras la operación estadounid­ense que ha revelado lo que era un secreto a voces, que los talibanes siguen dando cobijo a elementos importante­s de AQ. El primer ataque de Estados Unidos en Kabul desde la retirada de sus tropas ha acabado con el que era considerad­o como cerebro de los atentados del 11-S, pero su legado ideológico permanece y el yihadismo global tendrá pronto una nueva cara.

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// REUTERS Osama bin Laden (izda.) y Ayman al Zawahri
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