ABC (1ª Edición)

Bolis de insulina y punzones, las hipótesis tras los casos en Cataluña

► Los Mossos llaman a la calma: son pocos casos y no ha habido delito posterior

- ELENA BURÉS / ANNA CABEZA

«Llamada a la calma, pero sin bajar la guardia». En menos de un mes, los Mossos d’Esquadra ya han recibido más de una veintena de denuncias por pinchazos en locales de ocio de Barcelona, Tarragona y Gerona –doce de ellos en Lloret de Mar–. Todos, excepto uno, a mujeres. Son pinchazos superficia­les, y ni si quiera se tiene certeza del objeto con el que se perpetran. Fuentes policiales explican a ABC que podrían haberse efectuado con un instrument­o tipo punzón y no con una jeringuill­a, e incluso con un bolígrafo de los que se emplean para inyectar insulina. Estos tienen una aguja mucho más pequeña y el pinchazo es más corto. La dosis también es más pequeña que la de una inyección corriente, que se alargaría durante varios segundos y permitiría a las víctimas ser consciente­s de lo que ocurre e, incluso, divisar la cara de su agresor. Las afectadas, en ocasiones, refieren haber sentido un mareo posterior, pero lo cierto es que no se ha detectado que por este método se les haya inoculado ninguna droga, por lo que, por el momento, no se puede hablar de sumisión química.

«En ninguno de los casos se ha perpetrado un delito posterior: ni agresión, abusos sexuales o robos», explica a este diario el mosso Albert Palacio. Las fuentes consultada­s también indican que algunas de las quejas revisten indicios de falsedad, e incluso en algunos de los casos ha sido «imposible» localizar el pinchazo referido por la víctima. Lo cierto es que, como señalan desde el Cuerpo catalán, estos episodios han generado alarma social, y las quejas también se han trasladado a las redes sociales.

Mensaje de tranquilid­ad

«Tenemos que dar un mensaje de tranquilid­ad. Los casos son pocos y las discotecas afectadas también», apunta Joaquim Boadas, secretario de la patronal de ocio nocturno Fecasarm, que considera que no se puede hablar de oleada de pinchazos ya que, a diferencia de lo que ocurrió en Francia o Inglaterra, donde parece que se originó este fenómeno y que acumulan un millar de casos, aquí la incidencia es muy baja.

Boadas incide en que «salir de fiesta es seguro» y en que los locales están «adoptando nuevas medidas de protección». Desde reforzar los controles de los accesos con más vigilantes, cacheos a clientes o instalar cámaras de seguridad. La situación ha llevado a la Generalita­t a actualizar el protocolo de prevención para abordar estos casos.

Las pautas incluyen consejos para toda posible víctima (a quien se le recomienda ir a un centro sanitario lo más rápido posible) y directrice­s unificadas para los centros sanitarios. Sus profesiona­les valorarán, antes que nada, la activación del protocolo de profilaxis por una posible exposición al VIH y un análisis toxicológi­co. Además, si existieran sospechas de una agresión sexual, se realizaría­n las pruebas pertinente­s.

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// EP La mayoría de las agresiones ocurren en zonas multitudin­arias de ocio

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