No es una palanca, es una ganzúa
La venta de un 25 por ciento de Barça Studios por 100 millones de euros a la empresa socios.com resulta otra operación sombría del presidente del club azulgrana
Más que otra palanca ha sido una ganzúa el último conejo que se ha sacado Joan Laporta de la chistera. La venta de un 25% de Barça Studios por 100 millones de euros a la empresa socios.com es otra operación sombría del presidente del Barcelona.
En primer lugar, por Barça Studios se había entendido hasta ahora Barça TV y las producciones audiovisuales alrededor del club. Los cromos digitales (NFT) –que es lo que se supone que ahora se ha vendido– nunca estuvieron constituidos, ni formalizados, ni cuantificados como empresa ni siquiera como sector o departamento dentro de Barça Studios. Es la segunda noticia que tenemos de estos cromos digitales: la primera fue el mes de noviembre, cuando el Barça tuvo que cancelar su lanzamiento, que se iba a llevar a cabo a través de la empresa Ownix, cuando varios de sus ejecutivos fueron detenidos, entre ellos Moshe Hogeg, que en el pasado había tenido otros negocios con Laporta. El empresario fue acusado de delitos sexuales y de lavado de dinero con criptomonedas junto a otras siete personas.
A socios.com no se le conoce de momento ninguna cuenta pendiente con la justicia, pero el modo que el club ha tenido de anunciar el acuerdo, con los hechos consumados y sin ningún detalle de la operación, invita a pensar que algo quiere ocultar. Barça TV no tiene ningún valor y es una carga, de modo que quien se lo quede lo más probable es que, lejos de pagar, exija una compensación. Por lo tanto, es poco serio decir que el 25% por ciento de Barça Studios vale 100 millones de euros, porque los cromos es lo único que puede tener algún valor (sobre todo el de poder usar la marca Barça en el metaverso), y lo demás es un gasto anual de 12 millones de euros por una plantilla de 100 empleados. Por lo tanto, suena a por lo menos raro pagar 100 millones por una algo que todavía no existe y es desde luego una fantasmada –y un engaño– decir que el resto de la empresa, claramente deficitaria, tiene un valor de 300 millones.
Sobre los NFT, se ignora igualmente cuál es el plan de negocio y qué viabilidad tiene. Socios.com ha trabajado con la imagen de Messi en los últimos tiempos, y ha pagado puntualmente, pero como todas las empresas del sector es altamente volátil y en cualquier momento podría desaparecer. Suponiendo que algún día conozcamos los detalles ciertos de la operación, y suponiendo –que es mucho suponer– que no haya nada raro, estaremos ante una empresa que podría desvanecerse de hoy para mañana. Que el Barça haya llegado a un acuerdo por los mencionados 100 millones, no asegura que finalmente los acabe cobrando. Cuando Laporta tenga que vender el resto de Barça Studios por 300 millones de euros, es muy poco probable que encuentre a un comprador que esté dispuesto a pagar esta cantidad –ni ninguna– siempre que no haya por el camino cuestiones inconfesables. Desde la cantidad hasta el producto, pasando por la empresa compradora y por el tipo de comunicación que ha hecho el Barça, este último truco presidencial suena a tremendo embolado. Entre el patrimonio del que Laporta se está desprendiendo, y que no se podrá volver a vender por segunda vez, el humo que está poniendo en circulación con operaciones tan poco creíbles como la de los cromos, y los millones que el Barça lleva gastados en fichajes dudosos, todo pende de un hilo en la entidad, y de momento parece que Lewandowski ha salido gafe, que el juego de Xavi plantea los mismos colapsos de las últimas temporadas, y que los jugadores que se tendrían que haber vendido es muy difícil colocarlos en un mercado que no gasta tan alegremente el dinero como Laporta, ni mucho menos con jugadores que ya se ve que no van a ninguna parte.
De fondo, el Barça continúa sin rebajar su deuda, que, contando lo que va costar construir el nuevo estadio y el Espai Barça, es de más de la mitad de lo que vale como club. Por mucho que el presidente insista en que durante su mandato no se va a privatizar el club, entre lo que lleva ya vendido –es decir, puesto en manos de una empresa privada– y su aciago horizonte financiero, cuesta mucho de creer que unos socios que apenas aportan el 5% del presupuesto del club con sus abonos y que no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo adicional por la entidad, como quedó claro el año pasado con los 20.000 abonados que se tomaron otro año de excedencia por la pandemia; y todavía más claramente por Semana Santa, cuando abandonaron a su equipo en la fatídica eliminatoria de la Europa League y el Camp Nou se llenó de alemanes.