La foto: La playa y la felicidad
Para Luis, la playa es sinónimo de FELICIDAD, así, en mayúsculas: «Me recuerda a mi infancia en Puerto Rico, a mis padres, a mis hermanos, a los fines de semana en que me llevaban al mar para estar todos juntos. Allí, si uno pasea y camina en cualquier dirección, al final acaba en una playa maravillosa, es lo mágico de vivir en una isla. Por eso me siento feliz cuando piso la arena, cuando veo el mar, cuando lo huelo. Me encanta quedarme a escuchar el ruido de las olas, respirar profundamente, llenarme de su aroma y de esa sensación de libertad». Ahora, con los años, es el propio Luis quien mantiene la tradición familiar: «Vivimos en Miami y llevamos a nuestros hijos a la playa siempre que podemos. Quiero que entiendan que esos momentos son juego, amor, energía positiva». Luis es un hombre de mar: «Me fascina su misterio, contemplar su inmensidad. Tengo un barco y salgo a navegar, a bucear, en el agua me siento en casa». Y su familia le acompaña en esa pasión: «Mis hijos me han salido dos marineritos». Cuando se sumerge en el océano reconoce que no siente miedo, pero sí respeto: «Sé lo que hay en el fondo marino, sobre todo en Florida y Bahamas, donde suelo navegar. Sé que hay que estar atento porque en cualquier momento se te pegan los tiburones». El cantante no teme ni a los tiburones que le acechan en el mar ni a los de la industria en la que trabaja: «En ambos casos hay que enfrentarse a los miedos y dominarlos». Lo tiene muy claro, como las aguas cristalinas de su amado Puerto Rico.