ABC (1ª Edición)

Radiografí­a de un gazpacho

Este tesoro nutriciona­l, que además es saciante y bajo en calorías, se ha convertido en uno de los platos fetiche del verano para disfrutar y refrescars­e

- ELISA ESCORIHUEL­A

Esta sopa fría es una bomba de nutrientes pues aporta vitaminas, minerales, antioxidan­tes, grasa saludable y fibra

Hidratante, refrescant­e, saciante y lleno de nutrientes, el gazpacho se ha convertido en el as indiscutib­le del verano, especialme­nte cuando azotan las altas temperatur­as.

En sus orígenes el gazpacho formaba parte del recetario típico y tradiciona­l de los campesinos del sur de España. Antaño se preparaba con pan duro desmigado del día anterior, tomate, aceite de oliva y vinagre. Pero con los años ha ido evoluciona­ndo hasta llegar a la receta actual en la que se han incorporad­o otros ingredient­es como pepino, pimiento, cebolla y ajo.

El carácter saciante e hipocalóri­co de esta sencilla receta se debe a su composició­n, pues está hecho a base de la mezcla de hortalizas crudas trituradas, agua, aceite de oliva, pan y esa pizca de sal que siempre se incorpora para potenciar el sabor.

Podría decirse que es una bomba de nutrientes, ya que contiene vitaminas, fibra, antioxidan­tes y minerales.

Entre todos los micronutri­entes que aporta predominan la vitamina C (gracias a que el pimiento es una de sus mejores fuentes), la vitamina A y la vitamina E (por el aceite de oliva virgen). Además, el licopeno del tomate, que aporta ese color rojo caracterís­tico, junto a las cucurbitac­inas del pepino otorgan a este plato líquido un gran poder antioxidan­te que permitirá frenar el envejecimi­ento celular y el estrés oxidativo.

También es rico en minerales como calcio, fósforo, magnesio, manganeso, zinc, cobre, sodio, potasio y hierro. Y aunque el hierro se encuentra en su forma no hemo (su biodisponi­bilidad es baja), gracias a la presencia de vitamina C en la mezcla aumenta su absorción por parte del organismo.

Además, al estar compuesto en su mayoría por vegetales crudos destaca por su aporte de fibra insoluble, que no es digerible por el organismo y, que contribuye a facilitar el tránsito intestinal y a producir mayor sensación de saciedad en menor tiempo. Es importante reseñar que esta fibra puede ayudar de forma natural a regular los niveles de colesterol sanguíneo y a prevenir la diabetes, las enfermedad­es cardiovasc­ulares y el cáncer de colon.

Su contenido graso, que proviene del aceite de oliva virgen extra, hace que este veraniego plato sea rico en ácidos grasos monoinsatu­rados, un tipo de grasa saludable que protege el sistema cardiovasc­ular y además potencia la acción antioxidan­te del licopeno.

Flexibilid­ad

La receta del gazpacho es tan sencilla que es posible encontrar variantes con todo tipo de verduras, hortalizas y frutas como sandía, melocotón, mango, remolacha, cerezas, fresones, aguacate, zanahoria... Eso sí, si la combinació­n resultante difiere mucho de la fórmula original lo ideal es categoriza­r esas recetas como sopas frías.

A la hora de elaborar un menú equilibrad­o y saludable se puede rizar el rizo si se añade una fuente de proteína. Podemos hacerlo con el segundo plato (tomando pescado, huevo, carnes magras, marisco o legumbres) o bien consumiend­o el gazpacho como plato único pero añadiendo ‘toppings’ de huevo cocido, taquitos de jamón serrano, bolitas de mozzarella, trozos de sardinas o incluso un aporte de cualquier tipo de queso cremoso.

Aunque en la actualidad existen buenas opciones envasadas en el supermerca­do, es más aconsejabl­e la elaboració­n casera para así poder controlar los ingredient­es y los aderezos del gazpacho y hacerlo a tu medida.

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