Líbano, al borde del abismo dos años después de la megaexplosión en el puerto de Beirut
La crisis económica y política se ha agudizado tras las elecciones de mayo
Hasta hace no muchas décadas, el Líbano era conocido como ‘la Suiza de Oriente Próximo’ por la fuerte presencia de instituciones bancarias. Beirut era, por su parte, ‘el París del mundo árabe’ por la influencia francesa y su vibrante vida intelectual y cultural. El estereotipo se vino abajo con la guerra civil libanesa (1975-1990). Y está siendo enterrado, con poca piedad, tras la megaexplosión ocurrida hace ayer dos años en el puerto de la capital libanesa, que dejó 220 muertos y miles de heridos. Las causas siguen sin conocerse pero las consecuencias de la catástrofe han sido claras y devastadoras para la economía del país y para la confianza de los libaneses en una clase política que considera «corrupta».
Tres manifestaciones de protesta partieron ayer de diversos puntos de Beirut y se juntaron en el centro para exigir a las autoridades «verdad y justicia». Como telón de fondo tenían las ruinas de la zona portuaria y el olor a grano quemado por el sol de varios silos de cereal, que siguen desplomándose dos años después de la tragedia.
Veinticuatro meses sin respuestas, pese a los intentos para investigar a altos
El juicio por la catástrofe que dejó 220 muertos está paralizado a causa de las demandas de imputados contra el juez
cargos paralizados por las causas que han abierto estos contra el juez encargado, y la suspicacia de los partidos.
El sectarismo ideológico y el uso de la religión como tapadera–el Líbano está dividido en tres tercios, uno musulmán suní, otro chií, y el tercero cristiano– ofrecen un país que salió de la guerra civil más polarizado e impotente para negociar gobiernos estables. Las últimas elecciones generales de mayo revelaron el hartazgo de la población, que protagonizó una abstención récord y por primera vez aupó al Parlamento a candidatos independientes (hasta un 10 por ciento de los escaños).
Inflación desbocada
Pero el resultado final ha sido una Cámara baja aún más repartida. El partido chií de Hizbolá, que cuenta como aliado al cristiano Frente Patriótico (MFP), ha perdido la mayoría, lo que convierte en más difícil la tarea de formar Gobierno. Buena parte del voto cristiano ha emigrado a la formación de un ex señor de la guerra, agravando las disensiones internas en el seno de cada comunidad religiosa libanesa.
En términos económicos, los analistas coinciden en que el ‘país del Cedro’ vive la peor crisis de su historia, incluyendo los años de guerra civil. Desde 2019, el PIB ha caído un 58 por ciento. El desempleo afecta a un tercio de la población en edad laboral, y la emigración a Europa y a EE.UU. está en niveles históricos, espoleada por la dureza de las condiciones diarias. Los apagones son constantes, y la inflación está desbocada.
La llegada al Parlamento de independientes es un punto de esperanza para muchos libaneses, aunque el sentir común es que el cambio de mentalidad llevará aún años o incluso décadas.