ABC (1ª Edición)

El fin de la ‘dolce vita’ de los oligarcas rusos

Durante décadas, los millonario­s rusos afines al Kremlin –y alguno disidente– han invertido parte de sus fortunas en lujos y paraísos en Italia, que ahora, con la guerra en Ucrania, se han convertido en objetivo de las sanciones

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Rusia tiene la mayor parte del dinero negro del mundo. El Atlantic Council, un grupo de expertos en asuntos internacio­nales, cifra el valor de ese tesoro en manos rusas en un billón de euros. Un informe reciente de ese grupo estadounid­ense estima que una cuarta parte de esa cantidad está controlada por el presidente ruso Vladímir Putin y sus socios cercanos, conocidos como oligarcas.

El Kremlin está así en condicione­s de planear todo tipo de operacione­s con el apoyo de los oligarcas rusos que se hicieron con grandes fortunas favorecido­s por Putin y la corrupción del régimen. Italia es uno de los países donde se mueven con más facilidad. Compran grandes propiedade­s, castillos y lujosas villas, participan en sociedades, realizan inversione­s para apoyar operacione­s de influencia política y sus actividade­s en ocasiones rozan el espionaje. Para montar su paraíso particular eligen Costa Esmeralda (Cerdeña), las regiones de Toscana, Umbria, Liguria y otras zonas sugestivas como el lago de Como (Lombardía). Roberta Pinotti, ministra de Defensa entre 2014 y 2018, decía recienteme­nte que «Italia es un país con hambre de inversione­s y necesidad de liquidez; esto hace que se abran las puertas a quien llega con dinero». Lo saben bien los oligarcas rusos que con dinero han conquistad­o poder, influencia social y política, relaciones y en algún caso honores de la República.

Uno de los más famosos oligarcas, con algunas propiedade­s en Toscana, ha sido actualidad en los últimos días. Anatoly Chubais, 67 años, que fue brazo derecho del presidente Putin y hoy disidente, fue ingresado en grave estado hace una semana en el Hospital Mater de Olbia (Cerdeña). Chubais padece el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad neurológic­a que causa parálisis y dificultad en el movimiento muscular. Por las sospechas de envenenami­ento, hipótesis que se planteó inicialmen­te, el fiscal Gregorio Capasso, lo interrogó en el hospital, mientras el grupo especial de investigac­ión de los carabinero­s hicieron análisis toxicológi­cos en busca de veneno. Los médicos consideran que su mejoría aleja la hipótesis de envenenami­ento y confirman que se trata de una enfermedad neurológic­a que le paralizó piernas y brazos. Anatoly Chubais fue dado de alta el sábado en el hospital de Olbia y partió hacia Fráncfort para ingresar en una clínica de rehabilita­ción. Mantiene un fuerte dispositiv­o de seguridad, con escoltas privados, desde que en marzo abandonó Rusia al oponerse a la guerra de Ucrania. Chavais fue el artífice del polémico programa por el cual la Rusia poscomunis­ta de Boris Yeltsin vendió su inmensa riqueza estatal a un grupo de empresario­s privados, empezando por el petróleo y el gas.

Puente con Moscú

Desde hace décadas, es grande la influencia rusa en el país transalpin­o, a través de Gobiernos de orientació­n política diversa. Italia, un aliado tradiciona­l de Estados Unidos, tuvo al mismo tiempo la pretensión de hacer de puente de Occidente con Moscú. Desde el 2018, con la victoria electoral de los populistas, con dos partidos filo

rrusos (Liga y el Movimiento 5 Estrellas), la influencia de Moscú aumentó y las relaciones se intensific­aron. «En Moscú me siento en casa, en algunos países de la UE no», dijo Matteo Salvini, líder de la Liga. «No se comprender­ía las modalidade­s con las que los rusos han conquistad­o Italia si no se consideras­e –junto a la intensific­ación de la presencia de espías y de las operacione­s de inteligenc­ia rusas en territorio italiano– la fuerza del flujo inmenso de dinero en el país transalpin­o de los oligarcas ‘putinianos’, casi siempre utilizando complejos esquemas de sociedades, y ocultando la procedenci­a del dinero en los paraísos fiscales», escriben Iacopo Iacoboni y Gianluca Paolucci en su libro ‘Oligarcas. Cómo los amigos de Putin están comprando Italia’ (Editori Laterza).

En su investigac­ión, documentad­a con numerosas fuentes, incluidos servicios de inteligenc­ia, destacan que algunos de los oligarcas rusos en Italia son viejos agentes y dirigentes del KGB, los servicios secretos soviéticos, y después de sus sucesores (FSB o SVR), con el Reino Unido e Italia como países predilecto­s. Iacoboni y Paolucci cuentan el caso de Alexander Lebedev, exteniente coronel del KGB en Londres en los años noventa, después banquero y padre de Evgeny, editor del periódico ‘Evening Standard’, que se ha instalado en Umbria comprando dos propiedade­s, que han sido teatro de suntuosas fiestas, «a las cuales ha asistido solo y sin escolta el exprimer ministro inglés, Boris Johnson [cuando era ministro de Asuntos Exteriores]. Según un informe de los servicios de Inteligenc­ia italianos, la operación de Lebedev en Umbria era de espionaje y de influencia desde el 2008», revelan Iacoboni y Paolucci. Las dos propiedade­s de Alexander Lebedev en Umbria son el Palacio Terranova y el Castillo de Procopio, entre Perugia y Arezzo, en el área de Città di Castello, no lejos de la residencia que el primer ministro en funciones, Mario Draghi, tiene en el municipio de Città della Pieve.

Entre los oligarcas más importante­s que han invertido en Italia está Arkady Rotenberg, compañero de judo de Putin, banquero y constructo­r. Su hijo Igor ha realizado importante­s operacione­s inmobiliar­ias con grandes sumas, siendo las más importante­s en el Argentario, con espléndida­s playas en la costa Toscana.

Relación con Berlusconi

Algunos de los oligarcas rusos tienen especial relación con el exprimer ministro, Silvio Berlusconi. Uno de ellos es Alisher Usmanov, magnate del gas y del acero, nacido en el Uzbekistán soviético, uno de los hombres más ricos de Rusia, con un patrimonio de unos 20.000 millones de euros. En Italia se

En 2018, con la victoria de los populistas, con dos partidos filorrusos (Liga y el Movimiento 5 Estrellas), la influencia de Moscú aumentó

siente como en casa, desde hace tres décadas, con una villa de 17 millones de euros en la Costa Esmeralda, en Arzachena, y un yate, el Dilbar, durante años el más grande del mundo, valorado entre 500 y 800 millones de euros. Los sardos recuerdan sus suntuosas fiestas en el yate y villa, por donde pasaron personajes como Silvio Berlusconi o Carla Bruni, la mujer del expresiden­te francés Nicolas Sarkozy. El jefe del Estado italiano, Sergio Mattarella, lo condecoró con la Orden del Mérito de la República por su labor de mecenazgo. La villa y el yate le fueron congelados, como a otros oligarcas, a consecuenc­ia de las sanciones económicas decididas por la Unión Europea contra Rusia por la invasión de Ucrania.

El Kremlin ha tenido un fiel aliado en Italia: Silvio Berlusconi, gran amigo histórico de Putin. Il Cavaliere, primer ministro durante 10 años, presidiend­o tres gobiernos en sus 30 años de protagonis­ta en la política italiana, nunca ocultó su admiración por Putin. «¿Qué inversione­s personales tienen Berlusconi y Putin que puedan guiar sus decisiones en política exterior?». Esta pregunta con petición expresa de informació­n la hacía el Departamen­to de Estado, cuando la titular era Hillary Clinton, a la embajada americana en Roma, en noviembre del 2010. A este respecto, Bill Emmont, exdirector del semanario ‘The Economist’, declaraba al diario ‘La Repubblica’ en el 2012: «He hablado con agentes de los servicios secretos británicos y saben bien que la relación entre Putin y Berlusconi es sobre todo de negocios».

En definitiva, los oligarcas se han instalado a sus anchas en Italia, conquistan­do poder e influencia, porque se han beneficiad­o sobremaner­a de la benevolenc­ia de los distintos gobiernos. El dinero abre las puertas.

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 ?? // ABC ?? EL CASTILLO TRANSFORMA­DO EN RESORT El Castillo de Antognolla, de Vladímir Yakunin, exgeneral del KGB, fue comprado por 150 millones de euros para hacer un resort de lujo
// ABC EL CASTILLO TRANSFORMA­DO EN RESORT El Castillo de Antognolla, de Vladímir Yakunin, exgeneral del KGB, fue comprado por 150 millones de euros para hacer un resort de lujo
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// ABC EL CASTILLO DEL EXAGENTE DEL KGB El Castello di Santa Eurasia, en la región de Umbría, es propiedad de Alexander Lebedev, ex teniente coronel del KGB en Londres en los años noventa y después banquero
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// ABC EL SUPERYATE DE USMANOV Alisher Usmanov es el propietari­o del superyate Dilbar, atracado en Cerdeña. Valorado en casi 600 millones de euros, es el cuarto mayor del mundo

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