Sí, lo soy
En esta semana que se ha pasado volando de vacaciones, se confirma lo que anticipaba la semana pasada sin que tampoco estuviera arriesgando mucho: el tema del verano es la recesión en ciernes. Y ha sido precisamente al hilo de este tema, cuando en las conversaciones más informales de estas fechas, algunos que me conocen o que se han tropezado alguna vez con esta página, me han preguntado estos días si realmente soy tan optimista como según parece se desprende de lo que escribo.
Y la respuesta corta es que sí, lo soy. Y la siguiente aclaración es que desde luego que no tiene nada que ver con el gobierno actual. Hoy probablemente sea más válida que nunca, la máxima del profesor Rodríguez Braun, «a pesar del Gobierno». La economía española, salvo catástrofe –y siempre hay que hacer esta puntualización porque no es el escenario central pero ni hoy ni nunca, que les voy a contar, se puede descartar una catástrofe–, va a ser de las economías que mejor lo haga en los próximos años. Está siendo ya de las economías que más se está beneficiando del hecho de que los servicios estén cogiendo el relevo a los bienes de consumo en la recuperación de la economía tras el parón que supuso la pandemia, y va a ser de las que más se beneficie de las dinámicas que van a estar vigentes los próximos años.
No me entiendan mal, no quiero pasar por cándido, el menor crecimiento de la economía mundial va a pasar factura a la economía española que va a crecer menos de lo que esperábamos hace solo pocos meses pero, primero, no va a dejar de crecer y va a crecer más que las comparables los próximos años. Los tipos de interés reales negativos que son gasolina para un sector tan importante para España como es la construcción residencial, el turismo volando alto y los fondos europeos son las tres patas sobre las que se asientan ese crecimiento diferencial que si recuerdan no se diferencian mucho de los periodos de la historia reciente en los que la economía española brillaba con luz propia.
Hoy decir esto puede parecer temerario pero en cuanto los miedos inflacionistas se vayan embridando – algo que va a pasar más rápido de lo que se piensa – y con algo de suerte dejemos de lado los miedos políticos probablemente será mucho más evidente para todos. Yo creo que ya lo es para quien sea capaz de mirarlo con distancia.