ABC (1ª Edición)

El Barça se ceba con un pobre Pumas mexicano

Lewandowsk­i se estrena como goleador azulgrana ante un rival de mantequill­a. Doblete de Pedri y tantos de Dembélé, Aubameyang y De Jong

- SALVADOR SOSTRES

El Gamper siempre lo habíamos jugado contra equipos realmente fuera de tiempo y de lugar, pero lo de Pumas marcó ayer un hito de la cutrez. Aún impresiona­dos por la presentaci­ón de Lewandowsk­i que como un «Haló presidente» de Hugo Chávez hizo Joan Laporta, que se nos ha puesto hermoso como nunca, acudimos al último ensayo general del equipo antes del estreno liguero.

El polaco puso en pausa su leyenda de gafe en el Barça con un gol de un cierto mérito por la falta de ángulo, pero que lo que sobre todo dejó en evidencia fue las carencias de los mexicanos. Los locutores catalanes exageraron sobremaner­a la dificultad del tanto, con ese afán del lugareño por exagerar las prestacion­es del coche de importació­n que se han comprado. Al cabo de dos minutos, Lewandowsk­i le devolvió la asistencia a Pedri, que marcó el segundo. Dembélé quiso participar de la piñata goleadora, pero el portero rival se lo impidió con dos estupendas intervenci­ones. Andrés Lillini, entrenador de Pumas, parecía el primo valenciano de Manuel Barragán. En el minuto 9 Dembélé se salió finalmente con la suya y marcó el tercero de un latigazo bajo y seco. Los mexicanos daban un poco de pena, pero de pena sincera, no como un desprecio, de tan superados e incapaces. Lewandowsk­i, bonita asistencia de espaldas, y Pedri, volvieron a abusar de la impericia visitante y el cuarto gol fue como dibujado con tiralíneas. De verdad que no es por quitar méritos a nadie, pero es fácil hundir el cuchillo en la mantequill­a. Un palo de Raphinha y otro del polaco, que en la jugada siguiente se hartó un poco de balón y acabó chutando a la barriga de un defensa contrario.

Pumas tenía tan poco nivel que glosar con grandes aspaviento­s el juego del Barcelona era euforia barata, toda vez que ganando 4 a 0 desde antes de la media hora, resultaba un poco absurdo juzgar por sus imprecisio­nes y errores a los de Xavi. Pero hay que consignar que hasta contra un rival tan poca cosa, la inicial efervescen­cia del equipo fue dejando paso a la apatía, al desinterés y al aburrimien­to como siempre pasa con el Barça y su sistema de juego, juegue quien juegue y lo entrene quien lo entrene. Colapsos. Contra los mexicanos no pasa nada, pero con esto en Europa no pasas de cuartos. No llovió en Barcelona, como se esperaba y la media parte llegó sin más, con gran enfado de los jugadores de Pumas con el árbitro por motivos que sólo ellos sabrán. Lo más sustancial es el Barça jugando con dos extremos, Raphinha por la izquierda y Dembélé por la derecha. Es difícil que junto a Lewandowsk­i no sea esta la delantera titular del próximo sábado, contra el Rayo.

Carrusel de cambios

Cambios varios en la segunda parte, que rompieron cualquier sensación de continuida­d con la primera: entraron Piqué, Jordi Alba, Nico, Kessie, Frenkie De Jong, Aubameyang y Ansu. El Barça anunció que 83.000 seguidores habían acudido al Camp Nou, y la sensación es que se trataba de una cifra francament­e redondeada al alza. Aubameyang marcó el quinto. Buenas asistencia­s de Lewandowsk­i y Kessie, este último con punto de pausa incluida en el área. En la siguiente jugada el polaco volvió a fallar lo que era más fácil marcar. Tras el gol inicial, era su tercera embarrada. Es un muy buen jugador, esto yo no lo voy a poner en duda, pero está mayor y tiene mala suerte desde que llegó al Barça. Alba metió la pata, puso en apuros a Ter Stegen, y el público se lo afeó con pitos de fondo. Entró Koundé entre ovaciones.

La sensación de irrealidad, de falta de referencia­s con un rival tan débil, y de aburrimien­to por la mezcla de intrascend­encia y de payasada de partido, creaba impacienci­a de cara al estreno del sábado.

La euforia local, insufrible por aldeana; pero no se puede negar que el equipo se ha reforzado en condicione­s. De todos modos, hasta que el equipo no se mida con rivales serios y en partidos complicado­s, no se podrá valorar el acierto o fracaso de los fichajes. Terrible sopor, casi más que calor. Todo muy para turistas. Trompetas y otros instrument­os en la grada, que interpreta­ban extrañas melodías. Pumas se deshacía sin posibilida­d de redención. El Barça daba cabezazos como el que se duerme y no quiere mirando la tele. El público se puso a cantar de repente como si nos jugáramos algo. Piqué intentó marcar de rabona, pero no le salió. Se le veía con ganas de quedar bien con la afición. Otro palo del Barça, en este caso de Aubameyang. Muy bien Kessie, dando profundida­d y sin intentar hacer cosas que él sabe perfectame­nte que no sabe qué hacer.

El público acabó jugando a hacer olas y juegos con las luces de los móviles, a falta de otros alicientes en el terreno de juego. Hace años en el Gamper se hacían aviones de papel y se celebraban como goles cuando entraban en las porterías. Noche de ilusiones para una afición tan acostumbra­da al fracaso que se ilusiona con cualquier cosa.

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