ABC (1ª Edición)

Virgilio Martínez y Pía León, el reto de llevar el paisaje de Perú a lo más alto de la gastronomí­a

▶ Los cocineros de Central, el segundo mejor del mundo en la lista Restaurant, destacan el tirón culinario de Hispanoamé­rica: «El mundo busca hoy el origen de los alimentos»

- ADRIÁN DELGADO

Virgilio Martínez (Lima, 1977) y Pía León (Lima, 1986) son copropieta­rios de Central, el segundo mejor restaurant­e del mundo según la última actualizac­ión de The World’s 50 Best Restaurant­s. Ambos celebran la trascenden­cia del reconocimi­ento sin esconder su opinión sobre los, cada vez más y no exentos de polémica, listados: «En la gastronomí­a no debería haber números uno, dos o tres», confiesa el chef sobre un matiz que describe como la «injusticia» de este tipo de galardones. «Nos ponen, eso sí, en una posición privilegia­da en la que mostrar nuestro trabajo y desde la que podemos llegar a mucha gente. La lista es importante, pero no define nuestro trabajo», asegura.

A su lado, León ha sido en esta misma publicació­n la mejor cocinera de América Latina en 2018 y la mejor chef mujer del mundo en 2021. «Me alegro de ser un referente como mujer cocinera, pero hay mucha presión sobre el papel que debemos ocupar las mujeres en el mundo de la cocina. Creo que querer es poder y que hoy no hay problema para que una mujer entre en una cocina profesiona­l», subraya quien fue la primera en hacerlo en la de Central, en 2008, hasta convertirs­e dos años después en su jefa de cocina.

Hoy, unidos además de forma personal –son matrimonio–, comparten tres grandes proyectos de restauraci­ón en Perú: Kjolle y Mil –a 3.680 metros de altura en la cordillera de Los Andes–, además del citado Central en Lima. «Todos nuestros proyectos están interconec­tados y hablan entre sí», dicen. Acaban de inaugurar Maz en Tokio y la pareja prepara un ‘pop up’ en Singapur. Sus éxitos internacio­nales les han convertido en altavoces, no sólo de la gastronomí­a peruana, sino de Latinoamér­ica. Así lo sienten y lo ejercen. Martínez, por ejemplo, ha estudiado a fondo la cultura, la gastronomí­a y los ingredient­es locales de cada región para recopilar 600 recetas en su último libro ‘América Latina Gastronomí­a’ (Phaidon, 2021).

«Tenemos que vivir con las consecuenc­ias emocionale­s de lo que significa esta lista: desde esta entrevista con ABC a ser representa­ntes importante­s de Perú. Este reconocimi­ento como segundo mejor restaurant­e del mundo implica tomar una responsabi­lidad como portavoces de la nueva cocina peruana que va a llegar con fuerza. Y también, como parte de esa cocina de Hispanoamé­rica por la cantidad de restaurant­es que hablan español entre los 50 primeros del mundo», señala Virgilio Martínez.

Para los cocineros, el peso de América del Sur en la lista se justifica en un contexto que presumen favorable: «El mundo está buscando hoy el origen de los alimentos. Las grandes despensas están en la Amazonia, en Los Andes y en los espacios naturales que exploramos y de los que obtenemos conocimien­tos ancestrale­s gracias a la conexión que desarrolla­mos con los productore­s. Aquí hay lugares vírgenes».

Sobre esto último, coinciden en que la lista Restaurant, frente a otras publicacio­nes –no señalan cual–, sí que valora esas singularid­ades. Una filosofía común, la de llevar el paisaje de Perú al plato, domina los tres proyectos de esta pareja. «Trabajamos con Máter, que es nuestro centro de I+D –está dirigido por Malena Martínez, la hermana de Virgilio–, y recorremos territorio­s para conectar con sus comunidade­s, con la tierra, con sus técnicas y productos», dicen.

Función educativa

«Es el concepto que escogimos y no creemos que sea valorado por otras guías y listas, que lo único que miden es el lujo en la mesa. Sus votantes, el inspector, el ‘foodie’ o el ‘influencer’ que venga en su nombre va a buscar la puesta en escena, la iluminació­n o el precio del ‘champagne’... En Central estamos tocando fibras más emocionale­s», destaca.

Comer allí es una experienci­a de cuatro horas de «placer y conocimien­to». «Esperamos que la gente tenga un viaje por la diversidad y que conecten con cosas que conocen, que sueñan o que desconocen. Central tiene un aspecto de museo, cumple una función educativa», defienden. No es un restaurant­e para cocineros: «Aquí comen biólogos, antropólog­os, artistas o diseñadore­s. Hay un interés multidisci­plinar».

Su objetivo es que el comensal salga de allí «inspirado». Para ellos no basta con trabajar en equipo. «Hay que crearlos. Está la imagen del cocinero naturista, recolectan­do, conectando con comunidade­s andinas o amazónicas, que es algo que realmente hacemos, pero la informació­n nos la pasa la gente que está diariament­e trabajando allí. Eso es lo que nos hace avanzar», dice con franqueza Martínez.

Todas las personas implicadas en los proyectos que rodean Central tienen clara, según defienden, una cosa: «El valor de lo que hacemos está en que el mundo pueda acceder a ello, lo comparta y lo comente. Guardar ese conocimien­to sería algo muy antiguo. La gente lo comparte todo, hasta lo más superficia­l de sus vidas, y nosotros tenemos un contenido hermoso que genera un valor y un beneficio para las comunidade­s que participan en un país en el que hay mucha riqueza y, sin embargo, vivimos en la contradicc­ión de no ser ricos económicam­ente», concluye el chef.

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// ABC Pía León y Virgilio Martínez, responsabl­es del segundo mejor restaurant­e del mundo
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// ABC Sala del restaurant­e Central, en Lima

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