Un tornero fabricaba las primeras armas ‘híbridas’ halladas en España
► Parte de las piezas las hacía en casa con impresoras 3D ‘tuneadas’ por él mismo, y el resto, metálicas, en su trabajo ► Una de ellas, un subfusil AR9, iba a tener las mismas prestaciones que la original, considerada arma de guerra
Armas ‘híbridas’. Esta es, según fuentes policiales consultadas por ABC, la deriva más grave detectada hasta ahora en la fabricación de estas piezas con impresoras 3D, a las que ahora se añaden algunos elementos metálicos que se pueden encontrar en el mercado de forma sencilla y que las hacen aún más letales. El peligro principal es que la eficacia de este tipo de armamento aumenta de forma exponencial respecto a su ‘hermano pequeño’, que es el que está hecho solo con piezas de plástico diseñadas con esas impresoras. De hecho, estas últimas tienen una vida muy corta, de apenas unos disparos, porque los materiales no son lo suficientemente resistentes.
Pues bien, una operación de la Comisaría General de Información ha permitido detener a un tornero fresador coruñés que había conseguido, a falta de los últimos detalles, fabricar un subfusil AR9 ‘híbrido’ que cuando estuviera plenamente en uso tendría las mismas prestaciones que uno original. No se trata de un arma cualquiera; está considerada como armamento de guerra. Es la primera vez que se detecta en España una pieza de estas y de las primeras ocasiones que se hace en Europa.
De varios países
La investigación comenzó hace cinco meses cuando gracias al ciberpatrullaje que hace de forma habitual la Policía se detectó un grupo en una red social en el que los usuarios, bastante numerosos, intercambiaban información sobre técnicas para la fabricación de armas con impresoras 3D. Entre los miembros de esa comunidad virtual había individuos de varios países, de modo que la Comisaría General de Información se centró en los que se comunicaban en español, por ser la mayor amenaza para nuestro país.
En el grupo había un administrador y también ‘policías’, que no solo eran los que aceptaban o no a nuevos miembros sino que además los vigilaban para detectar elementos indeseables, en especial agentes camuflados. El trabajo para que los investigadores pudieran introducirse en ese foro fue complicado debido a esas medidas de seguridad, pero además había que poner nombre y apellidos a los principales implicados, que por supuesto utilizaban nombres falsos.
Los agentes se fijaron sobre todo en un individuo, español, y que era uno de los más activos dentro del grupo. Después de complejas gestiones lograron identificarlo y averiguar su domicilio: una pequeña casa anexa a la vivienda principal de una finca de la localidad coruñesa de Abegondo, en la que estaba alquilado. Los agentes comprobaron además que los conocimientos técnicos que demostraba en esa comunidad virtual sobre las piezas
El detenido, sin conexiones con grupos terroristas ni criminales, formaba parte de un grupo en la red con miembros de varios países
metálicas que querían incorporar a las armas –cómo fabricar los tubos que servirían de cañones de calibres muy concretos, por ejemplo–, tenían una explicación: era un tornero fresador que trabajaba como empleado en una importante empresa de la provincia.
El entorno en el que se movía el sospechoso complicaba las vigilancias y además le facilitaba la posibilidad de ‘trabajar’ en la fabricación del armamento sin ser detectado. Se trata, además, de un tipo bastante asocial, solitario, que cuando no prestaba servicio en su puesto de trabajo se dedicaba a este asunto casi a tiempo completo.
Dos registros
Una vez recopilados todos los indicios, los agentes de la Comisaría General de Información, en colaboración con sus compañeros de la Brigada Provincial de La Coruña, procedieron a su detención y al registro de su vivienda y su puesto de trabajo, donde había fabricado, sin que sus jefes se hubieran percatado de ello, las piezas metálicas para las armas ‘híbridas’.
El resultado de esas diligencias fueron importantes: el detenido disponía de gran cantidad de piezas fundamentales ya confeccionadas para su ensamblaje, como un armazón y una corredera hechas con impresoras 3D mediante fibra PETG. Además contaba con una gran cantidad de rollos de esa
fibra destinados a la impresión de nuevas piezas para la fabricación de armas, tres máquinas de impresión –’tuneadas’ por él mismo para ajustarlas al uso que quería darles–, dos ordenadores, planos y documentación de elaboración de armas, una ballesta tiragomas de gran potencia, una ballesta modificada por él mismo junto a un gran número de flechas, dos miras telescópicas y varias armas airsoft, entre otros efectos. Según los investigadores, el arrestado estaba a punto de completar la fabricación de un subfusil AR9, lo que no logró por la rápida actuación policial. «Seguro que no era la primera ni iba a ser la última vez que hacía este tipo de cosas», dicen las fuentes consultadas.
Satisfacción personal
El arrestado no está conectado con grupos terroristas, radicales o criminales. Para él la mera fabricación de las armas era un reto en el que se había volcado, un motivo de satisfacción personal tras haber sufrido algunos reveses en su vida. Tras declarar ante el juez, quedó en libertad con cargos.
La fabricación de armas con impresoras 3D preocupa mucho a las Fuerzas de Seguridad de toda Europa. Se trata de piezas que no se pueden rastrear –ni siquiera tienen número de serie–, letales y fáciles de hacer incluso en una casa, como en este caso. Además, el coste económico es pequeño. En 2020 la Policía ya había detectado otro taller ilegal de este tipo de armamento, en Tenerife, pero en ese caso todas las piezas eran plásticas y las metálicas las adquiría por internet.