ABC (1ª Edición)

La estocada de la tarde, el homenaje de Diego Urdiales a Benlliure

El riojano corta dos orejas y sale a hombros; Morante logra un trofeo

- ÁNGEL GONZÁLEZ ABAD

‘La estocada de la tarde’, el toro Barbero de Miura con la espada arriba se resiste a morir. Es, sin duda, un icono del arte taurino, una de las obras más reconocida­s del escultor Mariano Benlluire, que ayer revivió en un soberbio estoconazo el riojano Diego Urdiales. Era el tercer toro de la corrida de Castillejo de Huebra. Urdiales se entendió con él desde que se lo sacó a los medios y remató el comienzo de faena con un interminab­le cambio de mano. A partir de ahí surgieron buenos pasajes. Con la derecha lo obligó siempre y con la zurda dibujó naturales de nota ante un toro de embestidas desiguales.

Entre las dos rayas del tercio el de Castillejo quedó cuadrado. El matador cita en la suerte natural, dándole la salida a los medios. Urdiales lo mide, se vuelca sobre el morrillo, sale limpiament­e por los costillare­s dejando arriba un estoconazo de los que deberían marcar época. Como el mítico Machaquito cuentan los viejos revisteros que se tiró sobre el de Miura aquella tarde de principios del pasado siglo.

Grito de emoción

El toro quedó inmóvil, herido de muerte. La figura de Urdiales se agrandó ante el astado vencido, que tardó apenas unos instantes en rodar por la arena sin puntilla. La plaza estalló en un grito de emoción. La suerte suprema, la hora de la verdad en toda su dimensión, en la mejor. Una reivindica­ción de todo lo que significa la Fiesta de los toros, del porqué de una lidia, de una liturgia que perdura casi como un milagro. El riojano le cortó una oreja a Malaguiso. Fue un perfecto homenaje al momento culminante de la tauromaqui­a, tantas tardes olvidado.

Hasta llegar a la noble estocada de Urdiales, la tarde había comenzado con dos toretes casi sonrojante­s. El Cordobés, que abría de nuevo un cartel a Morante, salió a reverdecer laureles ante las alegres peñas. Fueron muchos años en los que imponía sus poderes por estos lares, y ayer lo volvió a intentar. Las cosas ya no son igual, y eso que comenzó su faena en terrenos de sol. Muletazos por aquí, por allá, molinetes, vueltas y revueltas, y hasta el salto de la rana. Despertó apuntes de entusiasmo, pero solo a medias. Las cosas ya no son igual, y los años, que pasan. Los pinchazos hicieron que bajara el suflé hasta que todo quedara en un respetuoso silencio.

El segundo, también al límite de presencia, fue una apuesta de Morante para que no se le fuera. Era la primera vez que el de La Puebla pisaba el ruedo oscense desde aquella dramática cogida de hace ya nueve años. No le pesó el recuerdo y salió decidido con la muleta. A base de querer, de buena colocación y de pasárselo muy cerca, apagó los pitos dirigidos al toro y los tornó por ovaciones al final de cada serie. Se impuso con la mano izquierda. Fue una serie, a pies juntos, en la que se sobrepuso definitiva­mente, y eso que por el pitón derecho ya había conseguido hilvanar momentos de calidad. El final, con unas manoletina­s con la muleta sin armar, sorprendió y convenció. Ya todos aplaudían a Morante, que había hecho olvidar la escasez de trapío. Corrida desigual

La corrida de Castillejo de Huebra fue tremendame­nte desigual en formas y comportami­ento, aunque a partir del tercero se ganó en presencia, no así en bravura. Así, el cuarto despistó bastante. De principio El Cordobés no quiso ni verlo, pero sacó buen fondo y hasta se confió en unas tandas con la mano derecha. La cosa no pasó de ahí, y de nuevo se hizo el silencio para secundar su vuelta a la feria laurentina.

El quinto no dio opciones y Morante tampoco se dio coba. El toro ni pasaba, ni lo apuntaba siquiera, y el diestro tiró por la calle de en medio. Uno por aquí, otro por allá y a matar con el mayor decoro posible.

El sexto no fue tampoco claro. A veces se entregaba a la embestida y en la siguiente arrancada hacía todo lo contrario. Urdiales anduvo decidido y le pudo. En toda la faena de muleta por encima del toro, y del entregado trasteo, un excelente toreo con la mano izquierda. Los naturales surgieron templados, largos, limpios. Todo sin una alharaca, sin el mínimo efectismo, y en terrenos dominados por los peñistas, que siguieron la faena con respeto y admiración. La plaza contuvo la respiració­n cuando Urdiales se perfiló con el estoque. Pinchó, pero en la siguiente entrada la espada volvió a quedar arriba. Otra oreja para rubricar el mejor homenaje a Benlliure.

 ?? // TAUROEMOCI­ÓN ?? Diego Urdiales, triunfal con la oreja cortada al tercero, al que recetó un gran espadazo
// TAUROEMOCI­ÓN Diego Urdiales, triunfal con la oreja cortada al tercero, al que recetó un gran espadazo
 ?? // TAUROEMOCI­ÓN ?? Natural de Morante de la Puebla
// TAUROEMOCI­ÓN Natural de Morante de la Puebla

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