ABC (1ª Edición)

Feliz cumpleaños Alberto

- POR TERESA JIMÉNEZBEC­ERRIL TERESA JIMÉNEZ-BECERRIL es adjunta primera al Defensor del Pueblo

MI querido Alberto, hoy habrías cumplido años y lo habríamos celebrado por estas tierras de Cádiz. Pero tampoco este año vamos a celebrar tu cumpleaños, porque así lo decidieron los malnacidos de la organizaci­ón terrorista ETA hace ya casi veinticinc­o años. ¡Cuántos momentos felices arrancados de nuestros corazones! ¿Y ahora vuelven a preguntarm­e si perdono? Hoy, cuando lo que más querría del mundo es abrazarte. Yo no perdono, porque ni quiero, ni puedo ni debo olvidar y sin olvido no hay perdón. O al menos sin olvido adormecido y mis recuerdos están intactos para bien o para mal. Eso sin contar con que ninguno de los tres terrorista­s que acabaron con la vida de Alberto y de Ascen, ni quienes ordenaron matarlos, nos ha pedido perdón y ni intención que tienen.

¿Cómo van a querer ser perdonados quienes están orgullosos de haber asesinado a cientos de inocentes? ¿Acaso condenan los asesinatos de ETA, sus herederos que van con la cabeza alta por el Congreso mientras sus víctimas las agachamos para no tener que verlos? Sí mi querido Alberto, te parecerá mentira lo que te estoy contando, tú que viviste la España de las manos blancas cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco. Tú que viviste la unidad del pacto antiterror­ista contra ETA, no creerías lo que está ocurriendo en España en estos tiempos que te avergonzar­ían tanto como a mí y a millones de españoles, que asisten impotentes e indignados a los acuerdos con quienes no condenan el terrorismo de ETA. Sé que te resulta inconcebib­le, pero la ambición de poder, esa de la que tú has sido testigo, como político que eras, ha rebasado todos los límites en nuestra querida patria. y hoy por hoy la palabra de quienes señalaban a quienes ETA tenía que asesinar, vale más que la de aquellos que defendían con sus vidas la libertad, la unidad y la democracia en España. Así es mi querido hermano, me habría gustado regalarte mejores noticias en este día en el que tendríamos que haber celebrado tu cumpleaños, aquí abajo, al lado del Atlántico, en la gloria de las playas de tu niñez y juventud, rodeado de tus seres queridos y soplando esa tarta llena de velas y pidiendo un deseo. Para alegrarte, alguna buena nueva te voy a dar; los malos no pudieron acabar con nosotros; tus hijos son felices y sois tú y Ascen unos jóvenes abuelos de cuatro ángeles del cielo; tu madre vive y está bien y somos muchísimos los que seguimos defendiend­o los valores que ustedes defendíais y por los que vale la pena vivir y no me atrevo a poner morir, porque te echo mucho de menos.

Permíteme Alberto que yo pida un deseo en este día de tu cumpleaños, que en España ningún gobierno tenga que ser jamás rehén de quienes no condenan tu asesinato, ni el de Ascen ni el de tantísimos inocentes, pido que tantas vidas rotas no hayan sido en vano y que los jóvenes sepan distinguir el bien del mal y nunca olviden que por la libertad, la unidad de España y la igualdad de todos los españoles, pagamos un altísimo precio y no vamos a regalar tan valiosa herencia para salvar a quien no ha sido capaz de defenderla.

Feliz cumpleaños, mi querido Alberto.

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