ABC (1ª Edición)

Feijóo pacifica el PP ante su reto más difícil: ganar a la primera y en solo año y medio

▶ Tanto Aznar como Rajoy llegaron a La Moncloa tras perder dos elecciones generales consecutiv­as ▶ Apaga los polvorines territoria­les que heredó mediante acuerdos con las direccione­s autonómica­s

- MARIANO CALLEJA

Nunca un presidente del PP ha llegado a la primera al Palacio de la Moncloa. Hasta ahora había una especie de patrón establecid­o: dos derrotas en las urnas, y a la tercera, victoria. Ocurrió con José María Aznar y Mariano Rajoy, mientras que Pablo Casado ya llevaba acumuladas las dos caídas correspond­ientes en unas generales, y luego fue él quien se hundió sin llegar a su tercera oportunida­d, que reclamaba a la vista de la historia de su partido. Ahora, Alberto Núñez Feijóo se enfrenta al ‘más difícil todavía’, como dicen en Génova: ganar las elecciones generales a la primera, y solo con un año y medio, como máximo, de trabajo de oposición.

Feijóo es un político que está acostumbra­do a ganar, y además a lo grande, siempre por mayoría absoluta. En Galicia acumuló cuatro consecutiv­as, desde que se presentó por primera vez como candidato en 2009. Luego repitió en 2012, 2016 y 2020. Cuando se impuso por primera vez en las elecciones autonómica­s, llevaba tres años como presidente del PP gallego, tras la batalla por la sucesión de Manuel Fraga que se libró en aquella región. Llegó a la Xunta desde la oposición, ya que en las elecciones de 2005, pese a ganarlas el PP de Fraga, el pacto entre el PSOE y el BNG sumó mayoría por un solo diputado y formaron un bipartito que gobernó la región durante cuatro años.

En marzo de 2022, cuando anunció su candidatur­a a la presidenci­a nacional del PP tras la explosión interna del mes anterior, y sobre todo a partir del 2 de abril, cuando fue elegido líder del partido en el congreso extraordin­ario de Sevilla, Feijóo tuvo claro que el reto era ganar a la primera al ‘sanchismo’, y todo lo que no fuera eso se considerar­ía un fracaso. En su proyecto no estaba prevista una larga temporada, de años ni de elecciones, en la oposición. Su objetivo era vencer en las urnas en cuanto Sánchez convocase elecciones, y si no lo conseguía habría fracasado. Y eso tenía que lograrlo en solo un año y medio, desde que fue elegido presidente del PP hasta la fecha anunciada por Sánchez para la celebració­n de las elecciones, en diciembre de 2023. «Es el más difícil todavía, su reto más complicado», reconocen en Génova.

Aznar perdió las generales de 1989 y 1993, antes de llegar a La Moncloa en 1996. Estuvo siete años en la oposición hasta que pudo imponerse al PSOE de Felipe González. Rajoy también tuvo que perder dos veces, en 2004 y 2008, frente a Zapatero, antes de ganar en 2011 por mayoría absoluta. Y Casado cayó de forma estrepitos­a en las elecciones de abril de 2019, y volvió a perder en la repetición electoral de noviembre de ese año. En el PSOE, Felipe González perdió en las generales de 1977 y 1979 frente a la UCD de Adolfo Suárez, y después ganó en 1982, con una mayoría absoluta arrollador­a de 202 diputados. José Luis Rodríguez Zapatero sí ganó a la primera, en 2004, tras pasar cuatro años como líder de la oposición. Sánchez perdió en 2015 y 2016, y llegó al poder por moción de censura en 2018.

Feijóo tiene solo una bala y lo sabe él y todo su equipo. De momento las encuestas reflejan un cambio de ciclo político consolidad­o, ya que la ventaja del PP sobre el PSOE se ha estabiliza­do, y los populares no bajan del 30 por ciento. En Génova ni siquiera descartan ya una mayoría absoluta que hace solo unos meses parecía utópica, pero que las urnas en Andalucía han puesto como posibilida­d cierta. Guerras internas

Para lograr ese ‘más difícil todavía’ de llegar a La Moncloa en tiempo récord, Feijóo aterrizó en Génova con instruccio­nes muy claras y tajantes a los suyos. Una de ellas, de las más importante dentro del partido, fue pasar página a la etapa de convulsion­es internas. El político gallego no quería ni una guerra interna más, ordenó que se dejara de hablar de cuestiones propias y se pusieran todas las energías en abordar los problemas reales de la gente. «Cada titular sobre una cuestión interna del partido tira por el retrete otros diez titulares relacionad­os con propuestas o iniciativa­s», comentan fuentes populares. En Génova, y en general en todo el PP a lo largo y ancho de España, saben que las cuestiones internas habían ocupado más espacio que

Génova evita imposicion­es internas, sitúa la economía como prioridad y acentúa el perfil ‘presidenci­al’ de Feijóo con sus pactos

su proyecto político en los últimos meses. «Así no podíamos seguir ni un minuto más», concluyen las fuentes consultada­s dentro del partido.

Pero decirlo y ordenarlo era una cosa, y llevarlo a efecto era otra muy distinta, sobre todo porque el nuevo PP había heredado una serie de polvorines regionales sin resolver, que podían estallar en las manos de la nueva dirección en cualquier momento. Feijóo encargó a su mano derecha en Galicia, Miguel Tellado, el área de Organizaci­ón en Génova para pacificar el partido. Tellado se ha recorrido todas las comunidade­s en estos meses, ha hablado con todos los líderes regionales y allí donde quedaban los congresos por celebrar, ha entrevista­do, como si de un ‘casting’ se tratara, a los posibles candidatos. En apenas cuatro meses ha resuelto los congresos de Madrid, Galicia, Murcia y Extremadur­a, más el provincial de Barcelona. En Extremadur­a, uno de los incendios heredados, se resolvió el problema en una comida entre Tellado, José Antonio Monago y la que sería la nueva presidenta regional, María Guardiola. Génova quería un relevo tranquilo y pacífico, y lo consiguió con el visto bueno del presidente extremeño saliente.

Cantabria era otro polvorín a punto de explotar. La mejor manera de solucionar el problema ha sido echar agua encima. Es decir, dejar las cosas como estaban, con la continuida­d de María José Sáenz de Buruaga como líder regional, a pesar de que estaba sentenciad­a por la anterior dirección nacional del PP. Los populares saben que cuando el partido está fuerte y va bien y las expectativ­as son buenas, el cierre de filas se hace solo y la autoridad de Génova crece. Y eso es lo que ha pasado allí, sin más discusione­s. Aún queda por resolver las incógnitas de Asturias, La Rioja y Navarra, pero la intención de Feijóo y Tellado es nítida: nada de imposicion­es, todo se hará por acuerdo con las direccione­s regionales actuales. Es la política de ‘cero guerras internas’, que incluye evitar cualquier choque de Génova con los barones, por mucho que se conviertan en ‘versos sueltos’.

La economía, prioridad

Una vez quitado el foco de las cuestiones orgánicas del partido, o eso es lo que pretende Génova, los esfuerzos de la dirección nacional del PP se vuelcan en marcar la agenda con su ‘alternativ­a’ de Gobierno y con las prioridade­s reales que hay en la calle. Lo que significa que Feijóo ha puesto la economía como primera cuestión en la agenda del PP. El primer plan que presentó a Sánchez fueron sus propuestas fiscales para hacer frente a la subida de los precios. La batalla ideológica ha quedado en un segundo plano en este PP. Feijóo no obtuvo ninguna respuesta por parte de Sánchez, pero los populares creen que con los cinco pactos que ha ofrecido hasta ahora ha reforzado su ‘perfil presidenci­al’ para llegar a La Moncloa «a la primera».

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// JAIME GARCÍA Feijóo, en el congreso del PP de Madrid

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