«Tenemos a un asesino en la calle»
▶ El único sospechoso, un policía que quedó en libertad por falta de pruebas concluyentes
«No pararé hasta saber qué pasó aquella noche. Tenemos a un asesino en la calle». Juanjo Álvarez lleva 30 años esperando que se haga Justicia. El Supremo ha dado carpetazo definitivo al crimen de su hijo Pedro, pero ahora, una vez prescrito, espera que alguien aporte algún detalle que le permita saber lo que ocurrió aquella noche, la del 15 de diciembre de 1992.
Una pareja caminaba por la avenida Cataluña de Hospitalet de Llobregat (Barcelona), cuando un individuo le descerrajó a él, de 20 años, un tiro en la cabeza. El disparo mortal se produjo después de que ella, Yolanda, discutiese con el conductor de un vehículo que casi los atropella. Fue en la primera rueda de reconocimiento donde la novia señaló a José Manuel S., entonces agente de la brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, como el conductor y autor del tiro. Ingresó en prisión preventiva, pero quedó en libertad pocos días después por falta de «pruebas concluyentes».
Esa es la única versión que Juanjo conoce sobre el asesinato de Pedro, la que aportó su entonces novia.
El calibre de la bala coincidía con el arma reglamentaria del Cuerpo –aunque no fue disparada con la del principal sospechoso–. Varios testigos identificaron el vehículo del asesino, un Opel Vectra blanco. Mismo modelo y color que el coche del agente señalado, cuya coartada se demostró falsa. Indicó que había cenado y pasado la noche con su mujer, cuando en realidad había visitado a su madre en el Hospital de Bellvitge, donde discutió con un vigilante de seguridad a quien llegó a amenazar. Fue a ese mismo centro adonde una ambulancia trasladó al chico, ya muerto. Su novia, en cambio, cogió un taxi y, en vez de dirigirse al hospital, fue hasta la comisaría del municipio. El por qué es otra de las incógnitas que atormenta a la familia Álvarez.
¿Se conocían de algo asesino y víctima? «Eso es lo que queremos saber», apunta Juanjo. La escena del crimen no se preservó. «Aquella noche llovía y no se recogieron ni huellas de neumáticos», lamenta el progenitor. La investigación tampoco la llevó Homicidios, pese a ser la unidad competente, sino la comisaría de Hospitalet.
Atreverse a hablar
A sus 75 años, Juanjo no se resigna. Con la responsabilidad penal extinguida, confía en que ahora alguien pueda aportar información sobre el crimen. «Ya que no han querido hablar antes, a ver si ahora se atreven». En 2020, la Audiencia de Barcelona rechazó reabrir el caso y denegó la petición de la familia para tratar de localizar vestigios de sangre en el vehículo del policía o restos biológicos en las balas intervenidas. Ahora el Supremo también sostiene que ha prescrito, ante la «imposibilidad de obtener indicios suficientes de criminalidad» tras una «detalla investigación». Algo que enerva al padre: «Dijeron que no había pruebas concluyentes para sentar al sospechoso en el banquillo. Lo identificaron en rueda de reconocimiento, tenía el mismo modelo de coche, ¿qué más se necesitaba?», reprocha. «Mientras las piernas y la cabeza me funcionen, no voy a parar hasta encontrar a su asesino».