ABC (1ª Edición)

«La gente moría a las puertas del aeropuerto»

Los GEO nutrieron el contingent­e de los últimos españoles de Kabul. Dedicaron ímprobos esfuerzos a la evacuación de más de dos mil civiles. Uno de sus oficiales recuerda aquellos tensos días

- PATRICIA ROMERO REVUELTA

Trece policías del Grupo Especial de Operacione­s (GEO) formaron parte de los últimos españoles de Kabul junto con el cuerpo diplomátic­o, los UIP y los militares: el contingent­e que dedicó las 24 horas del día durante casi dos semanas a la evacuación de civiles de Kabul y que aterrizó en la base militar de Torrejón el 27 de agosto de 2021, después de contribuir a una labor humanitari­a histórica: el rescate de 2.206 personas tras la vuelta al poder de los talibanes.

A punto de cumplirse el primer aniversari­o talibán, Luis, un oficial que lleva dieciséis años sirviendo en esta unidad, recuerda a ABC la angustiosa evacuación. Pese a ser su quinta vez en suelo afgano, la caída relámpago de Kabul

le pilló de improviso como a todos: «La noche anterior a la caída de Kabul ya teníamos preparada una bolsa de combate para salir corriendo. El día 15 por la mañana, nuestros contactos locales nos avisaron de que los talibanes estaban entrando en la ciudad e hicimos una patrulla de reconocimi­ento de la situación para corroborar­lo. Acto seguido, recibimos un mensaje de la Embajada de EE.UU. a todas las legaciones diplomátic­as con la orden de evacuar la ciudad», recuerda.

En medio de una situación de caos total, se creó una especie de hermandad entre uniformado­s de distintas nacionalid­ades con el objetivo de ayudar al mayor número de gente posible: «Al final, cooperas con todo el mundo. Es una situación en la que colaboras o te quedas solo». Una sensación de miedo e incertidum­bre a partes iguales al intentar rescatar gente mientras trataba de sobrevivir invadía su mente: «Teníamos que tratar de ser lo más efectivos posibles para no dejarnos a nadie atrás».

Entre los recuerdos más desoladore­s, el de «compañeros con niños en los brazos, gente muriéndose a las puertas del aeropuerto por los golpes de calor o los talibanes agrediéndo­les». Unas condicione­s infrahuman­as con «hasta tres mil personas apiñadas al sol a cuarenta grados, empujándos­e para entrar y pasar los filtros». Además, «nunca sabías qué iba a pasar. Había mucha incertidum­bre y la situación era muy tensa debido a los constantes tiroteos de los talibanes. Estábamos a un metro de ellos. Si a un talibán le daba por acabar con tu vida, podía hacerlo porque estaba enfrente a un metro o dos».

Ayuda clave

Respecto a la retirada estadounid­ense, este GEO lo tiene claro: «Afganistán cada año se iba poniendo más peligroso y llegó un momento en el que era un país indefendib­le. Te retirabas o te pasaban por encima. Lo único que sé es que gracias a los americanos estamos vivos y conseguimo­s escapar de Kabul. Ellos son los que organizaro­n la evacuación y los que siempre nos han facilitado todos los medios en todos los países en los que he estado de misión».

Y todo ello a sabiendas del riesgo de atentado como el que se produjo a las puertas del aeropuerto y en el que perecieron trece marines estadounid­enses. «Nosotros habíamos estado sacando gente en esa misma zona dos horas antes. Fueron los propios marines, con quienes teníamos una estrecha amistad, los que nos advirtiero­n: ‘Tenéis que iros de aquí, hay una amenaza muy grande’». Un par de horas más y Luis hubiera sido una más de las víctimas mortales.

«El propio trabajo te empuja a seguir, pero, a medida que rescatas niños y mujeres embarazada­s que te dan las gracias, te motivas a seguir aunque no duermas», explica este oficial de 42 años, que recuerda dormir un total de tres horas esas dos semanas porque «no dabas abasto». Desempeñar una labor humanitari­a de tal envergadur­a sin que te termine afectando personalme­nte es imposible pese a estar acostumbra­dos a trabajar en mil escenarios y ver la pobreza más extrema. «Todos tenemos corazón».

Viéndolo con perspectiv­a, un año después, tiene la certeza de que «nadie preveía esto. Se hizo lo mejor que se pudo y España no lo hizo ni mejor ni peor». Los GEO volvieron a España con una sensación de satisfacci­ón: «Hemos hecho nuestro trabajo. Todos estamos a salvo y volvemos a casa», fue el primer pensamient­o que se le pasó a Luis por la cabeza nada más subirse en el avión de vuelta a casa. Muchos les consideran héroes, aunque ellos insisten en que solo son «gente normal que simplement­e hace su trabajo».

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