ABC (1ª Edición)

«Los talibanes quieren expulsar a las mujeres de la sociedad»

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Mujer, fiscal y jugadora del equipo paralímpic­o nacional de baloncesto, Khatera Safi estuvo amenazada desde el primer momento en que los talibanes volvieron al poder. «El día que llegaron a Kabul fue uno de los peores de mi vida. Yo luchaba por los derechos de las mujeres en Afganistán. Ahora los talibanes quieren expulsarno­s de la sociedad», afirma. Trató de escapar del país nada más caer la capital, con la primera operación del Ejército español, Antígona I, pero no lo consiguió. «Esperé tres días en el aeropuerto, estaba colapsado, los talibanes golpeaban a todo el mundo. Hubo una explosión y, como no puedo correr, caí al suelo hiriéndome las rodillas. La gente me aplastaba. Entonces volví a casa para esconderme».

Ella y su familia tuvieron que cambiar de localizaci­ón, ya que muchos vecinos delataban a los disidentes para ganarse el favor del nuevo régimen. Durante dos meses vivieron escondidos, con miedo a que alguien pudiera matarles por el trabajo de Khatera como jurista, contrario a la ley islámica. «Me sentía como una prisionera. Mi padre salía a veces a por comida, pero no quería que los talibanes le mataran por mi culpa», cuenta.

En octubre de 2021, con la ayuda de la organizaci­ón ‘Too young to wed’, huyó a Pakistán junto a uno de sus hermanos, donde estuvieron cinco meses antes de volar a España. Sin embargo, tuvo que dejar atrás al resto de su familia, que todavía permanece en Afganistán: «Cuando finalmente pude venir a España, estaba emocionada y triste al mismo tiempo. No soy del todo feliz aquí. Estoy preocupada por mi familia, ellos siguen en grave peligro. Viven escondidos, no pueden trabajar y no tienen dinero para comprar comida. Espero que el Gobierno de España pueda ayudarles a escapar».

«No soy del todo feliz aquí. Estoy preocupada por mis familiares, ellos siguen en grave peligro»

Pesimista sobre el futuro

Para Khatera, la oportunida­d de salir del encierro tuvo una dificultad. La única condición que planteaba la organizaci­ón era tener pasaporte, y solo ella y su hermano lo tenían. Por una parte, rechazar la oferta y permanecer en Kabul ponía en riesgo su vida y la de sus familiares. Por otra, aceptarla suponía dejar atrás a sus seres queridos, sin saber si iba a poder reunirse con ellos en el futuro.

Khatera es pesimista respecto al futuro de su país. Por su especializ­ación, conoce bien las prácticas de los talibanes, así como la ‘sharía’ que rige desde hace un año. «No hay esperanza para los afganos, especialme­nte para las mujeres. A ellas no les permiten estudiar, no pueden trabajar, las maltratan. Viven con miedo a expresarse, no pueden ser independie­ntes. Necesitan ayuda», afirma.

Ahora, su principal preocupaci­ón es encontrar trabajo para pagar las necesidade­s de sus familiares. Entrena todos los días en el gimnasio que hay cerca del centro de refugiados donde vive. Recibe clases de español, aunque se queja de que «es mucho más difícil que el inglés». Espera poder mudarse pronto a otra ciudad española, seguir estudiando y jugar al baloncesto: «Quiero tener una vida activa en España. Espero encontrar trabajo cuanto antes, volver a jugar al baloncesto, que es mi pasión, seguir estudiando Derecho y, si se puede, algún día llegar a ser fiscal».

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