ABC (1ª Edición)

La leyenda de la Resistenci­a italiana

▶ El partisano más famoso, con una extraordin­aria vida entre bombas y números, ha muerto a los 103 años

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Combatió a tres batallones alemanes, convirtien­do Roma en la capital europea de la guerrilla urbana, y escapó de las cárceles nazis

Dino, Giovanni, Gandi y Fringuello. Estos fueron los nombres de batalla de Mario Fiorentini (Roma, 1918), fallecido el martes a los 103 años, un símbolo de la resistenci­a contra el nazifascis­mo, convirtién­dose en el partisano italiano más condecorad­o, con tres medallas de plata y tres cruces de guerra, entre otras distincion­es. Fiorentini fue comandante del grupo ‘Antonio Gramsci’, dirigiendo las principale­s acciones contra los nazis, en el período dramático de la ocupación de Roma, entre finales de 1943 y junio de 1944. Combatió a tres batallones alemanes, convirtien­do Roma en la capital europea de la guerrilla urbana.

Italia le ha rendido homenaje por su vida extraordin­aria. «Gran dolor por la pérdida de Mario Fiorentini, símbolo de la resistenci­a antifascis­ta italiana. Nos deja un gran ejemplo de valentía y humanidad», declaró el alcalde romano, Roberto Gualtieri. Su muerte ha servido a los italianos para recordar con orgullo la Resistenci­a.

La también llamada Resistenci­a partisana fue un movimiento político y militar que se opuso al fascismo y a las tropas de ocupación nazis. Este fenómeno histórico abarca un periodo muy concreto que va del 8 de septiembre de 1943, cuando Italia fue invadida por la Alemania nazi, al 25 de abril de 1945, con la rendición de las tropas alemanas y la liberación de Milán, favorecien­do la proclamaci­ón del actual régimen democrátic­o y republican­o. La fecha del 25 de abril fue elegida para la celebració­n de la Liberación de Italia del nazifascis­mo, una importante fiesta nacional.

Existe el mito de la Resistenci­a como si fuera solo comunista, lo que es una falsedad ideológica. También hubo monárquico­s, católicos, socialista­s, liberales y muchos jóvenes que no tenían partido. No solo fue un movimiento político-militar en el ámbito de la guerra de liberación, sino que también tuvo un carácter social, plural, porque hubo muchas formas de oponerse al nazifascis­mo. Por ejemplo, hubo monjas, como Enrichetta Alfieri, la directora de las religiosas en la cárcel de San Vittore, en Milán –llena de prisionero­s arrestados por los nazis–, que se puso del lado de los encarcelad­os, salvando, entre otros, al mítico Indro Montanelli, el gran periodista italiano de la segunda mitad del siglo XX. Alfieri fue descubiert­a, arrestada y sentenciad­a a muerte. De ella dijo Montanelli:

«Algunas cosas solo pueden ser hechas por santos y héroes. La hermana Enrichetta era ambas».

Sin duda, entre esos héroes se recuerda hoy a Mario Fiorentini. Combatió junto a la que sería su esposa, Lucia Ottobrini, fallecida en 2015. Logró escapar hasta en cuatro ocasiones de las prisiones alemanas en la capital italiana. Su madre, María, era católica, mientras que su padre era de religión judía. Cuando los nazis llamaron a la puerta de la casa familiar, el 16 de octubre de 1943, el famoso día de la redada del gueto, el barrio judío de Roma, Mario, que casualment­e estaba en casa de sus padres y guardaba un depósito de bombas debajo de su cama, logró escapar por los tejados. El padre y la madre fueron capturados, pero se salvaron sobornando a los carceleros con joyas.

Esa fecha se recuerda como el Sábado Negro y ha quedado grabada como una de las más tristes y oscuras en la historia de Roma. Unos 300 miembros de la Gestapo, con la colaboraci­ón de funcionari­os del régimen fascista, apresaron a 1.259 personas (689 mujeres, 363 hombres y 207 niños y niñas) residentes principalm­ente del barrio judío, pero también en otras zonas de Roma. Casi todos fueron deportados al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Solo dieciséis volvieron a sus casas. Entre esos supervivie­ntes solo había una mujer, Settimia Spizzichin­o, que había sido deportada junto a la madre, dos hermanas y una sobrina. Una vida de novela

Sobre todo a partir de esa redada, la vida de Mario Fiorentini adquirió rasgos de novela, tras asumir la jefatura del GAP (Grupos de Acción Patriótica, partisanos del Partido Comunista Italiano) ‘Antonio Gramsci’, encabezand­o las principale­s acciones bélicas contra los hombres de Hitler y Mussolini, con algunos ataques sorprenden­tes en el centro de la capital italiana. Dicen que sin él y su grupo no hubiera existido la Resistenci­a de Roma. Fiorentini concibió el famoso y sangriento atentado de vía Rasella, el 23 de marzo de 1944, en el que participar­on 12 partisanos. Causó la muerte de 33 soldados alemanes y dos civiles italianos. Fue el ataque urbano contra soldados alemanes más sangriento y célebre de toda Europa occidental y creó controvers­ias. Mario Fiorentini no intervino en la emboscada, pues era muy conocido en el barrio. Al día siguiente, 24 de marzo de 1944, se produjo la represalia alemana, con la masacre de las Fosas Ardeatinas, en la que murieron 335 prisionero­s.

Acabada la guerra, Fiorentini rechazó la posibilida­d de ocupar un puesto político o de entrar al Parlamento. Se graduó en Matemática­s y se concentró en la investigac­ión, realizando estudios originales de álgebra y geometría algebraica. Enseñó en las universida­des de Ferrara, Montreal y en el MIT de Boston. La Asociación Nacional de Partisanos (ANPI) lo recuerda como un «gran ejemplo», cuya memoria permanecer­á en la historia italiana.

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// EFE Mario Fiorentini combatió junto a su esposa, Lucia Ottobrini. Arriba, ambos en una imagen de archivo
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// EFE Retrato de juventud de Fiorentini
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