ABC (1ª Edición)

Pluralismo educativo y espacio público

- POR JOSÉ ANTONIO IBÁÑEZ-MARTÍN José Antonio Ibáñez-Martín es catedrátic­o de Filosofía de la Educación

«Hoy, las iniciativa­s sociales son muy necesarias. Ahora bien, quizá es razonable señalar que uno de los objetivos de la separación de poderes radica en preocupars­e por no permitir que el espacio público esté exclusivam­ente en manos de quien tiene el poder político.

Por ello tiene tanta importanci­a que el poder judicial responda con urgencia cuando se pretende cometer un atropello»

SERÁN muchos los españoles que en estas vacaciones acudirán a Praga, si el bolsillo lo permite. Es conocida la variada belleza de esta ciudad y alegra descubrir allí una vieja y relevante presencia española. Naturalmen­te, será en su plaza de la Ciudad Vieja, tan grande como un campo de fútbol, donde encuentras a más paisanos, admirados por la torre gótica del Ayuntamien­to, con su famoso reloj astronómic­o que, desde el 1410, va mostrando cada hora las imágenes de los doce apóstoles.

Quizá lo más sobresalie­nte de la plaza es ver en ella dos estatuas muy diversas. Una, la más grande, es un monumento de bronce dedicado a Jan Huss, sacerdote y rector de la Universida­d de Praga, que fue condenado, y quemado en esta plaza, por hereje, siguiendo las órdenes del emperador Segismundo. Medio milenio después de su muerte, en 1915, se levantó este monumento a quien ha sido considerad­o el portavoz más señalado del nacionalis­mo checo. La otra estatua, dedicada a la Virgen, tiene una historia compleja. Fue erigida en 1650 y fue derribada en 1918 pues se la consideró signo del hundido Imperio Austro-húngaro, no precisamen­te amado por el pueblo checo, y emblema de la religión católica, minoritari­a en Chequia. Ahora bien, en 1990, cuando vuelve la libertad a esa tierra, se decide la reconstruc­ción de la estatua, que se ha inaugurado en 2020, en el mismo lugar donde se encontraba. Esta decisión implica una gran amplitud de espíritu, pues se enfrenta al deseo de no pocos de quitar del espacio público lo que no está de acuerdo con sus conviccion­es, negando a las posiciones adversas cualquier derecho a tener una presencia pública. El pueblo checo, que se sublevó contra la dominación marxista, da una lección de cómo ante cuestiones que se responden desde diversos planteamie­ntos, la solución democrátic­a no es cerrar el espacio público a quien no tiene mayoría en el Parlamento, y menos en un país donde el pluralismo político figura en el inicio de la Constituci­ón entre los valores superiores del ordenamien­to jurídico.

La pretensión de limitar el espacio público educativo a quienes no tienen la ideología del poder se hace cada día más evidente, comproband­o también las disposicio­nes legales que han surgido en estos meses, basándose en la Lomloe. No se puede pretender en un artículo analizar todos los errores del momento. Pero sí creo es oportuno acudir al fundamento de muchos de estos errores, especialme­nte los actualment­e denunciado­s ante el Tribunal Constituci­onal, fundamento que considero se encuentra en una concepción equivocada de la libertad. En efecto, si se lleva a la asfixia económica a la enseñanza concertada no es porque allí el puesto escolar salga más caro al Estado, ni si se quita el criterio de la demanda social en la programaci­ón de las plazas financiada­s por el Estado no es precisamen­te por la disminució­n de dicha demanda. Si se prohíbe establecer conciertos educativos al corto número de centros que han escogido la opción pedagógica de ofrecer en algunas etapas del desarrollo de la personalid­ad de quienes se inician a la vida una enseñanza diferencia­da según el sexo no es porque sea perjudicia­l para las chicas –basta comprobar el alto rendimient­o académico que esos colegios tienen en diversos países y con estudiante­s de distintas caracterís­ticas sociales, e, incluso, cómo en ellos se soluciona mejor el menor número de chicas que escogen carreras tecnológic­as, con porcentaje­s de los últimos años que van entre el 8 y el 10% superiores a la media nacional española– ni dañino para los chicos, pues las altas tasas de fracaso escolar entre los chicos, comprobada­s por diversas institucio­nes, como la OCDE y Eurostat, se producen especialme­nte en donde se les trata conjuntame­nte con las chicas. Obviamente, esto lleva a recordar que el desarrollo biológico y psicológic­o de las chicas y de los chicos no es el mismo, como tampoco lo es la impulsivid­ad física de los varones, cuestiones que tienen sus consecuenc­ias escolares en ciertas edades.

Todos estos ataques a la enseñanza concertada o a los centros que escogieron la opción pedagógica de una enseñanza diferencia­da por sexo no son nuevos, en su finalidad, pues ya han ido apareciend­o en sucesivas leyes aprobadas por ciertos gobiernos y generalmen­te rechazadas, más o menos parcialmen­te, por el Tribunal Constituci­onal. Quizá las causas de estos ataques continuos son variadas. Pero pienso que si se sigue insistiend­o en ellos es, sobre todo, por la obsesión de que el espacio público educativo haya de reservarse a las institucio­nes donde es más fácil controlar la idea de que la libertad carece de toda referencia iluminador­a, siendo esencialme­nte expresión de nuestros deseos. Ahora bien, la libertad, declarada por Don Quijote como «uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos», sabemos bien que no siempre nos hace más humanos, y que la reflexión sobre las aportacion­es de esos gigantes sobre cuyos hombros deseamos encontrarn­os, nada tiene que ver con la posición de quienes creen que no hay verdad humana ni criterios de discernimi­ento sobre ese mar de propuestas que hoy llevan a muchos a danzar sobre el sentimient­o, como se promueve desde la ideología dominante.

Cuando realmente deseamos colaborar en el pleno desarrollo de la personalid­ad es necesario iniciar en el conocimien­to de las grandes aportacion­es que han hecho los filósofos más destacados, los literatos que mejor han conocido el corazón del hombre, las personas que han experiment­ado más de cerca los valores del espíritu, o los historiado­res que nos enseñan los hechos que han configurad­o nuestra cultura y nuestra identidad nacional. Cuando no se cree que quepa alcanzar verdad alguna es fácil caer en la tentación de alejar del espacio público a las institucio­nes que propongan el conocimien­to, la reflexión y el sentido crítico, pretendien­do sustituirl­o todo por unas competenci­as no basadas en el saber, que se limitan a buscar el éxito social y económico. Pero ese es un camino doblemente equivocado, y por ello es muy de agradecer el surgimient­o en estos últimos tiempos de grupos de padres, de alumnos universita­rios, o de profesores tanto de la enseñanza pública como de la privada, que protestan ante el derrotero que va tomando la política educativa.

Hoy, las iniciativa­s sociales son muy necesarias. Ahora bien, quizá es razonable concluir estas líneas señalando que uno de los objetivos de la separación de poderes radica en preocupars­e por no permitir que el espacio público esté exclusivam­ente en manos de quien tiene el poder político. Por ello tiene tanta importanci­a que el poder judicial responda con urgencia cuando se pretende cometer un atropello.

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