ABC (1ª Edición)

Esclavitud a puerta cerrada: «Allí iban depravados»

Operación Vigón: liberadas 19 mujeres víctimas de trata y explotació­n sexual a las que una red tenía encerradas en zulos con literas. No podían salir solas a la calle,nunca más de media hora y les habían quitado el pasaporte

- ADRIANA CABEZAS MADRID

Son las tres de la mañana. No para de dar vueltas en la cama pensando en estos meses y en la última vez que salió sola a la calle. Que una cosa es elegir ser puta y otra, apuntarse a ser esclava. Suena el timbre. Hay que levantarse rápido, coger las dos o tres piezas de lencería que aún no estén ajadas y los tacones de siempre, los altos. Sus compañeras han saltado ya de las literas. No puede retrasarse. Desde el otro lado de la habitación una de las chicas ha encendido la luz mientras se quita el pijama en silencio. El resto la sigue. Es la señal, hay un cliente esperando. Una ‘mami’–aunque ellas no la llaman así ni mucho menos– empieza a meterles prisa. Siempre el mismo ritual. Cuando suena el timbre, toca el pase. Un siniestro desfile de mujeres en fila, sonrisa impostada, equilibrio a la fuerza. «Semidesnud­as, como en un mercado de ganado», dirá una fuente policial. Se miran y se entienden. No saben cuál será la siguiente. El señor de turno acaba eligiendo. Las demás, entre el alivio y la presión de no sacar el dinero que tarde o temprano la ‘mami’ les acabará exigiendo, vuelven al pijama, al zulo de las literas. Un día tras otro. Durante meses.

Es la historia de las 19 mujeres que la Policía liberó el pasado mes de junio de las garras de una organizaci­ón dedicada a la explotació­n sexual en Murcia. Para cuando llegaron los agentes, otras cuatro chicas más habían conseguido escapar. «Había una trastienda de dos habitacion­es con literas y un baño donde estaban todas hacinadas. Asqueroso. Horrible», relatan fuentes de la investigac­ión a ABC. Contrastab­a con el lujo de las estancias para clientes. Algunas chicas estaban en situación de «esclavitud».

La Unidad Central de Redes de Inmigració­n Ilegal y Falsedades Documental­es de la Policía (Ucrif) –al frente del operativo– detuvo a 22 personas de distintas nacionalid­ades. Se conoce como la operación Vigón y se considera una de las mayores actuacione­s policiales en la lucha contra la trata de seres humanos llevadas a cabo en nuestro país.

Las 24 horas del día, durante los siete días de la semana; bajo amenazas, a veces sin dormir, con la regla, fiebre o indispuest­as, las chicas «estaban obligadas a realizar todo tipo de prácticas sexuales», explica a ABC uno de los responsabl­es de la investigac­ión. «Allí iban depravados». Y ni con esas las víctimas tenían derecho a rechazar a ningún cliente. El desprecio se pagaba caro. Igual que la impuntuali­dad. Y así, como en otras redes, la rueda de la deuda que las chicas contraían y pagaban ejerciendo la prostituci­ón, se hacía interminab­le. Los clientes pagaban 100 euros la hora; 50, media. Pero ellas no veían un céntimo. Había impuesto un sistema de normas y penalizaci­ón que hacía imposible devolver el dinero del billete de avión que las trajo desde sus países de origen –la mayoría de América Latina– hasta España, o el trozo de pan (a precio de ternera) que se llevaban a la boca.

Sí había una diferencia respecto a otras redes: Ellas sí sabían a lo que venían. Lo que no sabían era en qué condicione­s. Abrazaron la prostituci­ón como la única oportunida­d de escapar de situacione­s miserables. En ocasiones, incluso, de maltrato; y en otras, creyendo que así podrían ofrecer a sus hijos– a los que dejaban a miles de kilómetros– la esperanza de un futuro que la verdad de su presente les había arrebatado. «La presión era enorme y la organizaci­ón se lo había vendido

Las chicas tenían que hacer un pase –«como en un mercado de ganado»– para que los clientes eligieran con cuál quedarse

muy bien». Nada más lejos de la realidad. En cuanto pisaban territorio español eran trasladada­s al piso-prostíbulo del que no volverían a salir solas a la calle y nunca más de media hora al día. Allí, incomunica­das y bajo una violencia psicológic­a extrema, semana tras semana, se sometían a la voluntad de los varones. Para cuando querían escapar no podían. Estaban en un país que no conocen, sin dinero, sin papeles y les habían quitado el pasaporte.

Las ‘mamis’ y los ‘taxistas’

Un modelo de negocio ‘redondo’, pensaría la líder de la organizaci­ón, la madama, una mujer de 51 años y nacionalid­ad brasileña quien, satisfecha con el rendimient­o económico de las chicas a costa de su explotació­n sexual, estaba en «maniobras de expansión». En los últimos tiempos, además de recibir clientes en una casa en Alcantaril­la, municipio de Murcia, había habilitado otro piso en la capital de la Región. Allí, se lucraba de sus víctimas y habían montado un punto de venta habitual de estupefaci­entes. En los registros la Ucrif, con la ayuda de guías caninos, encontró cocaína, tusi, marihuana y viagras. Tenía un «negocio enorme» con la venta de fármacos para

aumentar la actividad sexual.

«Era una organizaci­ón perfectame­nte estructura­da en tres niveles», explican las fuentes consultada­s. Cada integrante de la red tenía su papel en la cadena de captación, transporte, explotació­n y vigilancia de las chicas. A las órdenes de la madama, había siete ‘mamis’, que eran sus ojos en las viviendas, las personas que ejecutaban sin rechistar los castigos a imponer. Por turnos, estas mujeres se encargaban de la explotació­n diaria de las víctimas. En el tercer nivel de la estructura, estaban los denominado­s ‘taxistas’ –los hombres de confianza de la madama– quienes captaban, convencían y engañaban a las jóvenes para venir a España a abrir las piernas bajo la promesa de una vida mejor. A veces, basta con la foto de aquella chica de pueblo que posa enjoyada en el centro de Madrid como una triunfador­a.

Pistola en mano

Estas mujeres vivieron así durante meses –encerradas en casas de barrios comunes– bajo la despistada o ciega mirada de los vecinos. Resulta difícil imaginar que el de la puerta de al lado no intuyera que algo pasaba cuando hace unos meses unos clientes de entre 18 y 25 años asaltaron la casa-prostíbulo con un arma de fuego. Tenían prohibida la entrada. Sacaron una pistola y trataron de tirar abajo la puerta pegando un tiro a la cerradura. El suceso copó los periódicos locales. Pero no fue hasta meses después cuando, una denuncia anónima, a través del teléfono de la Policía contra la trata de seres humanos, alertó de que había una joven en un piso de Alcantaril­la (Murcia) ejerciendo la prostituci­ón en contra de su voluntad. Se cree que pudo ser un cliente quien dio la voz de alarma.

Gracias a la intervenci­ón de la Ucrif, ahora las 19 chicas son testigos protegidos a las que se les ha regulariza­do su situación como colaborado­ras de la Justicia, pues han sido capaces de poner nombre y rostro a los integrante­s de esta presunta organizaci­ón criminal. Muchas de ellas han tenido la posibilida­d de recibir asistencia y ayuda de la Asociación para la Prevención, Reinserció­n y Atención a la Mujer Prostituid­a (Apramp), cuya labor resulta fundamenta­l en estos casos. Ofrecen alojamient­o, apoyo psicológic­o y seguridad a las víctimas de trata y explotació­n sexual.

En lo que respecta a los 22 detenidos, doce pasaron a disposició­n judicial. Se acogieron a su derecho a no declarar. El Juzgado de Instrucció­n número 6 de Murcia acordó el ingreso en prisión provisiona­l para siete de ellos: La madama, cuatro ‘mamis’ y dos ‘taxistas’ a los que se les atribuyen delitos de trata de seres humanos con fines de explotació­n sexual, relativos a la prostituci­ón, tráfico de drogas y blanqueo de capitales. Entretanto la investigac­ión continúa, ahora centrada –según las fuentes consultada­s– en seguir el rastro del dinero que la red obtuvo en España de manera ilícita.

Ha sido un «éxito policial», asegura uno de los responsabl­es de la operación. Y es que diecinueve esclavas sexuales obligadas a ejercer la prostituci­ón en nuestro país han dejado de serlo. Ya no tienen que volver al zulo de las literas, ni al pase, como en un «mercado de ganado». Han recuperado su pasaporte, su libertad y pueden salir a la calle solas, más de media hora al día.

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ABC Uno de los integrante­s de la red de prostituci­ón detenido por la Policía//
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 ?? // ABC ?? Fotografía­s de la operación Vigón, llevada a cabo en Murcia entre los meses de mayo y junio, en la que 22 personas fueron detenidas, entre ellas siete ‘mamis’
// ABC Fotografía­s de la operación Vigón, llevada a cabo en Murcia entre los meses de mayo y junio, en la que 22 personas fueron detenidas, entre ellas siete ‘mamis’

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