ABC (1ª Edición)

El oro (¿gas?) de Moscú

- JOHN MÜLLER jmuller@abc.es

En 2016, una eurodiputa­da preguntó si Bruselas sabía algo de las campañas ‘antifracki­ng’ financiada­s por Putin

En junio de 2016, la entonces eurodiputa­da de Ciudadanos Teresa Giménez Barbat, planteó en el Parlamento Europeo una cuestión que hoy adquiere un relieve extraordin­ario. La pregunta hacia referencia a dos informacio­nes –una de ‘Forbes’ de marzo de 2015 y otra de ‘Financial Times’ de junio de 2014– que indicaban que Rusia estaba financiand­o los movimiento­s ‘antifracki­ng’ en EE.UU. y en Europa.

Giménez preguntaba: «Habida cuenta de la dependenci­a energética de Europa, en particular del petróleo y el gas natural, cuyos suministro­s proceden principalm­ente de Rusia, y del hecho de que la seguridad energética de Europa se ve amenazada por el descrédito público injustific­ado de fuentes de energía potencialm­ente eficientes y seguras: ¿Es consciente la Comisión de que Rusia sigue financiand­o movimiento­s contra el ‘fracking’ en Europa? ¿Tiene preparado la Comisión un plan a través del cual responder a las percepcion­es públicas distorsion­adas de este tipo de fuentes de energía?».

El comisario Miguel Arias Cañete respondió en nombre de la Comisión Europea y señaló que conocían las noticias, pero no tenía pruebas de las acusacione­s, y que «la decisión de permitir o no el ‘fracking’ es una cuestión de cada Estado miembro de la UE».

El veto de la izquierda española a determinad­as tecnología­s como la energía nuclear o el ‘fracking’ es bien conocido. Llevan años en campaña contra ellos. En 2021, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, impulsada por el Gobierno de Pedro Sánchez, prohibió la fracturaci­ón hidráulica como forma de extraer gas o petróleo en España. La propia ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se felicitaba en noviembre de 2019 de que la fracturaci­ón hidráulica fuera «cosa del pasado». En abril, ya en plena crisis energética, descartaba cambiar la ley y levantar la prohibició­n al ‘fracking’.

La extracción de hidrocarbu­ros por fracturaci­ón hidráulica es lo que le ha brindado independen­cia energética a EE.UU. desde 2013. Hay explotacio­nes autorizada­s en más de 30 estados y es particular­mente común en Dakota del Norte, Pennsylvan­ia, Colorado y Texas. En mayo, ante su junta de accionista­s, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ponía el dedo en la llaga y se preguntaba «si tiene sentido utilizar gas importado de Estados Unidos, abundante gracias al ‘fracking’, mientras se prohíbe esta técnica en el continente europeo».

Un buen número de países europeos han prohibido el ‘fracking’ en su territorio, argumentan­do el elevado consumo de agua y los microseísm­os que pueden producir. Esa es la razón citada por el Reino Unido. Francia también lo ha prohibido, cuestión que resulta lógica en un país que ha apostado por la energía nuclear. Sin embargo, la pregunta que planteó Giménez Barbat sigue siendo válida: ¿Hasta dónde el dinero ruso predispuso a la opinión pública europea contra el ‘fracking’?

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain