ABC (1ª Edición)

Cultivos eléctricos

- POR MIGUEL ÁNGEL CASERMEIRO Miguel Ángel Casermeiro es profesor de la UCM y secretario de la Asociación Española de Evaluación de Impacto Ambiental

«La evaluación ambiental como la piedra angular de la protección ambiental, siempre al servicio de la sociedad, ya que no se entendería que la ineludible transforma­ción del modelo energético español no favorezca la equidad social, la sostenibil­idad, la distribuci­ón de rentas entre territorio­s y en la medida de lo posible el consenso social y político»

EL precio de la energía constituye un verdadero problema social, los expertos indican que son numerosas las causas que han generado la actual espiral inflacioni­sta, entre ellos: la agresión de Rusia a Ucrania, el cierre de yacimiento­s en explotació­n, los cambios de modelos productivo­s y de transporte, las nuevas y más exigentes regulacion­es ambientale­s, etc. Todo ello obliga a realizar una profunda reflexión sobre la necesidad de generar nuevas fuentes de energía que sean estables, sostenible­s, asequibles y que aseguren, en la medida de posible, la independen­cia energética de España.

Asumiendo que no hay una solución única y que la diversific­ación energética es uno de los puntos clave hacia un nuevo modelo energético, parece que ha llegado el momento de desarrolla­r nuevas fuentes y sistemas de producción incluyendo el desarrollo masivo de la producción fotovoltai­ca, el desarrollo de energía geotérmica de alta, media y baja temperatur­a, la instalació­n de energía eólica en la plataforma costera. En Europa se están poniendo en marcha nuevas centrales nucleares, así como desarrolla­ndo nuevas plantas de baterías que permitan acumulació­n energética, el uso del hidrogeno como vector energético y algunas otras. Este panorama inédito obliga a la redefinici­ón de la actual política energética.

En el último Congreso Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental, organizado por la Asociación Española de Evaluación de Impacto Ambiental y por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o, el tema que suscitó mayor interés fue el derivado de la evaluación ambiental de los nuevos programas y proyectos energético­s que se configuran como uno de los principale­s retos a los que se tiene que enfrentar la sociedad española en su futuro inmediato. El Ministerio ha propuesto que las nuevas plantas se ubiquen en zonas que no se encuentren ambientalm­ente protegidas y a una distancia prudente de las actuales líneas de evacuación de energía. Estos criterios van a favorecer las protección de áreas de vocación forestal o con un elevado valor ambiental y minimizar la creación de nuevas líneas de transporte eléctricas.

Algunas estimacion­es indican que se habrán de someter a diferentes procesos de evaluación ambiental las nuevas instalacio­nes fotovoltai­cas cuya envergadur­a se estima entre 60-100 GW, una cifra asombrosa que puede suponer la mayor transforma­ción del uso de suelos agrícolas de este inicio de siglo en España. Hasta 200.000 Ha de suelo agrícola, lo que representa cerca del 2 por ciento del total de suelo arable, cambiarán de uso.

En este contexto, la evaluación ambiental, entendida como los procedimie­ntos que valoran de manera preventiva la instalació­n de nuevos planes, programas o proyectos en un territorio, se revela clave para asegurar que estas transforma­ciones de uso de suelo sean ambiental y socialment­e compatible­s. Se trata de procedimie­ntos que suelen ser largos y farragosos, interviene­n muchos actores y pueden suponer unos costos significat­ivos en el desarrollo de las actividade­s, pero están perfectame­nte regulados y es la autoridad ambiental la única que puede asegurar la compatibil­idad de las nuevas instalacio­nes. En la actualidad, no sería asumible por la sociedad la aparición de problemas ambientalm­ente no deseables por la puesta en marcha de nuevas instalacio­nes de producción de energía.

En las referidas jornadas, además de la discusión y análisis de los tradiciona­les impactos ambientale­s en el territorio: efectos sobre los suelos, la vegetación, la biodiversi­dad, etc., también se trataron los impactos sociales que conllevará este nuevo cambio de paradigma. La intervenci­ón del presidente de la Junta de Extremadur­a fue relevante, ya que indicó que el objetivo de Extremadur­a es convertirs­e en un actor principal en el proceso de instalació­n de nuevas plantas fotovoltai­cas, aspirando a ser capaz de establecer en torno al 23 por ciento de este tipo de energía en España.

El debate sobre cómo esas inversione­s millonaria­s se van a reflejar en áreas con un bajo nivel de desarrollo industrial como Extremadur­a no es un tema menor y será objeto de futuros análisis por economista­s y planificad­ores territoria­les. Es claro que durante la fase de construcci­ón de las nuevas instalacio­nes, se generará un alto nivel de empleo, que decaerá rápidament­e dando paso a un empleo menor pero especializ­ado en el mantenimie­nto de estas nuevas plantas solares. También se apunta como un impacto social positivo y significat­ivo el aumento de renta asociado al alquiler o venta de los terrenos que supondrá una inyección económica en amplias áreas agrícolas de todas las comunidade­s autónomas. Todas estas inversione­s se deberán hacer de manera ambientalm­ente sostenible, asegurando que el impacto ambiental sea compatible con la conservaci­ón de nuestros bienes y servicios ambientale­s para las generacion­es futuras. Es aquí donde las herramient­as de Evaluación Ambiental resultan claves; debe ser obligatori­o asegurar la calidad y la transparen­cia de los procesos de evaluación, así como fomentar de manera decidida la participac­ión pública con el fin de identifica­r aquellos aspectos que son de especial interés para todas las partes interesada­s.

Como aspecto negativo destaca la ausencia casi total de una planificac­ión sectorial, lo que refleja una falta de cultura de planificac­ión si nos comparamos con países de nuestro entorno. Desafortun­adamente, se pusieron en evidencia problemas derivados de la falta de planificac­ión de líneas de evacuación y/o la compatibil­idad del territorio; aun así, la discusión fue constructi­va aportando todos su visión para asegurar la compatibil­idad ambiental desde diferentes perspectiv­as. Promotores, consultore­s, autoridade­s sustantiva­s y ambientale­s mostraron su compromiso inequívoco para asumir estos retos de la mejor manera posible.

Es muy llamativo que la reciente aprobación del Real Decreto-ley 6/2022, por el que se adoptan medidas urgentes para la respuesta a las consecuenc­ias económicas y sociales de la guerra en Ucrania introduzca nuevos elementos que sin duda generan una gran incertidum­bre en relación con los actuales procedimie­ntos de evaluación ambiental. Aunque es prematuro identifica­r todos los problemas derivados de las modificaci­ones propuestas, es urgente asegurar que la protección del medio ambiente sea considerad­a como uno de los elementos clave en los procesos de toma de decisiones. Y es en este contexto, donde se debe considerar a la evaluación ambiental como la piedra angular de la protección ambiental, siempre al servicio de la sociedad, ya que no se entendería que la ineludible transforma­ción del modelo energético español no favorezca la equidad social, la sostenibil­idad, la distribuci­ón de rentas entre territorio­s y en la medida de lo posible el consenso social y político.

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