ABC (1ª Edición)

EL ERROR DE CEDER LAS PRISIONES

Después de que Marlaska acercara a los etarras a cárceles vascas quedaba la segunda parte de la operación: que el Gobierno de Vitoria los ponga en la calle tras cederle Sánchez las competenci­as

-

LA improvisac­ión, cercana al desbarajus­te, de los primeros meses de la asunción por parte del País Vasco de las competenci­as en materia penitencia­ria revela que lejos de ejercer cabalmente el autogobier­no y de procurar un mejor funcionami­ento de la administra­ción en este ámbito tenía como principal objetivo hacerse con la llave de las prisiones para ir aligerando el futuro penal de los presos etarras. Basta un ejemplo: en solo los cinco primeros meses desde que tiene la competenci­a, el Gobierno vasco ha concedido el tercer grado penitencia­rio a dieciocho criminales etarras, cuando en los últimos cuatro años la administra­ción central había concedido solo diez más. Teniendo en cuenta la laxitud con que el Ejecutivo de Sánchez ha aplicado la progresión de grado, Urkullu parece dispuesto a batir todos los récords de otorgamien­to de beneficios penitencia­rios a los terrorista­s que cumplen condena.

Todo parece responder a un plan perfectame­nte organizado y del que es partícipe el Gobierno. En una primera fase, era el Ministerio del Interior de Grande-Marlaska el que debía ir acercando a los etarras a las cárceles vascas. Y así fue, de tal forma que esta primavera solo quedaban unas decenas de reclusos de la banda cumpliendo condenas fuera del País Vasco y Navarra. El goteo de traslados ha sido incesante. A finales de julio, sin ir más lejos, otros seis cabecillas etarras fueron acercados. Una vez con la gran mayoría allí, y asumidas las competenci­as penitencia­rias por parte de la administra­ción peneuvista, los etarras comienzan a gozar de un régimen de semilibert­ad. Y esto no es solo una sospecha. El propio Arnaldo Otegi confirmó en una comparecen­cia pública ese canje: «Esos 200 presos tienen que salir de la cárcel. Si para ellos tenemos que votar los Presupuest­os, los votaremos». Y así fue, el proetarra cumplió su palabra y parece que Sánchez, la suya, rompiendo aquella promesa que repitió antes de llegar a La Moncloa de que «con Bildu no vamos a pactar, con Bildu no vamos a pactar... si quiere lo repito veinte veces». Urkullu juega aquí sus cartas. El PNV sabe que en las encuestas Bildu le va comiendo terreno, precisamen­te por el impulso que le ha concedido el Gobierno central al convertirl­o en su socio principalí­simo en el Congreso, como quedó claro en el último acuerdo del PSOE con Bildu para elaborar al alimón la infame ley de la llamada Memoria Democrátic­a, todo un adefesio legal que pretende reescribir la historia de la Transición para blanquear parte del siniestro legado de sangre que dejó la banda terrorista. Quiere el lendakari mitigar los posibles réditos del ‘blanqueo’ que Sánchez hace de los proetarras y arrogarse el mérito de las excarcelac­iones, como baza electoral del PNV ante el espectro político ‘abertzale’. El nacionalis­mo de todo pelaje no suele dar puntada sin hilo y nunca renuncia a exhibir su pulsión ‘providenci­alista’ y ‘liberadora’ como banderines de enganche de votos.

Por eso, al Gobierno vasco no le ha importado no estar en absoluto preparado a la hora de asumir las competenci­as penitencia­rias. Solo les interesaba tener la llave de las cárceles vascas, no dotarlas de un funcionami­ento y una gestión administra­tivamente cabales. Por eso las disfuncion­es en las plantillas, la falta de formación del personal que dota esas prisiones, la profusión de interinos sin experienci­a a los que se mete a trabajar tras impartirle­s un cursillo exprés, en detrimento de la seguridad propia y la del servicio. Ni oposición ni concurso de mérito ni nada parecido, basta con apuntarse a una bolsa de trabajo, lo que sin duda anima al clientelis­mo. Pero todo eso es para el Gobierno vasco lo de menos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain